Es difícil encontrar a alguien a quien no le resulte familiar el término mindfulness. La técnica que consiste en dedicar toda nuestra atención al momento que estamos viviendo, se ha vuelto muy popular en los últimos años llegando incluso a aplicarse en la decoración del hogar. Sin embargo, centrarse al momento presente, que es algo externo, implica también que, en cierta manera, dejamos a un lado lo que nos sucede por dentro. Es ahí donde entra el heartfulness, que, a diferencia de la otra disciplina, busca hacer una instrospección muy personal. Es decir, pasar de fijarse en el entorno a una esfera emocional que sitúa el corazón como el elemento central. Aunque no nos referimos al órgano biológico en sí, sino más bien al significado que le hemos dado como guía de nuestra vida. La famosa frase de "seguir el corazón" define a la perfección cuál es el objetivo de este tipo de meditación, dedicada a trabajar tus sentimientos y hacer de tu vida algo más fácil y auténtico.

Si en el mindfulness se trabaja para que la mente se focalice en una sola cosa, el heartfulness quiere que el núcleo de la práctica sea apartarse del lado más racional, dándole todo el protagonismo a las emociones. Por eso se considera que es una forma de operar desde dentro y hacia afuera. ¿Cómo se refleja en el exterior? Al eliminar todo lo negativo mediante la meditación -desde emociones a experiencias que son las principales responsables de la aflicción- las sensaciones son de felicidad. Pero trabajar a nivel interno no significa únicamente que la calma que da el bienestar sea la única ventaja. Es una disciplina que te conecta a tus verdaderos sentimientos, a lo más auténtico de tu ser escuchando esa voz interior que no tiene reparos en admitir tus verdaderos deseos.

Y es que, por lo general, en la dualidad entre cerebro y corazón termina por tener más peso el lado racional, ese aspecto práctico que nos permite poner en un primer lugar la lógica y actuar en consecuencia. Pero, ¿qué significa entonces dejarse guiar por el corazón o, en otras palabras, meditar para que sean las emociones las que lleven las riendas de tu vida, o, por lo menos, durante esos instantes? El heartfulness es la forma de ponerse en contacto, única y exclusivamente, con el yo interior. Y una vez se ha creado la unión, abrir el corazón con todo lo que ello implica. O en otras palabras: dejar salir tu lado más humano, la mejor versión. Es decir, exteriorizar y vivir acorde al aspecto más compasivo, cariñoso o amable, experimentando todo tipo de emociones positivas que provengan de él.

Para practicar el heartfulness no es necesario ningún requisito especial, aunque existen una serie de factores que conseguirán que la práctica sea realmente efectiva. Solo necesitas disponer de tiempo (mejor si se realiza sin interrupciones), colocarte en una posición cómoda y, poco a poco, liberarte de esos pensamientos que tienen tu mente ocupada. Hay que recordar que el cerebro debe quedar 'apagado' mientras que el corazón se impone. Las ventajas de oír a tu yo interior y seguirlo empiezan por reducir el estrés que te producen decisiones o aspectos regidos por el lado racional. Además, esta práctica también te ayudará a reflexionar sobre tus acciones y tener claras las respuestas ante las decisiones que se te puedan presentar por delante desde ese momento. A nivel personal, tiene una consecuencia muy positiva para la autoestima. Y es que al ver todo con amor, te incluyes a ti misma, apreciándote y aceptándote realmente como eres, y dispensándote ese trato amable y lleno de cariño.