Pareja

¿Cansada de las aplicaciones de citas? La moda ahora es conocer a las personas a la vieja usanza

Más de un 70% de la generación Z afirma rechazar las plataformas online para ligar y seguir las tácticas a las que recurrían las generaciones de antaño. Analizamos los motivos de la vuelta de este viejo fenómeno.

Por Paula Martíns

Pocas cosas nos brindan tanto placer como el tonteo previo a quedar con una persona. Ya sea para buscar una relación futura o una conexión espontánea, es indudable afirmar que esas primeras tomas de contacto nos provocan un cosquilleo especial. Puede ser por la curiosidad que nos despierta una conversación interesante por teléfono, por la sonrisa que nos produce un intercambio de "me gustas" en redes sociales, o por los nervios previos a enviar un mensaje de WhatsApp de buenas noches. Está claro que no hay mejor sensación que esa fase previa a comenzar (o no) a entablar algo más serio, pero más aún irrefutable es decir que la experiencia mejora aún más cuando este ligoteo tiene lugar en persona; ya sea a través de una mirada cómplice (¡especial mención a las de Kylie Jenner y Timotheé Chalamet en la gala de los Globos de Oro 2024!), de esa mano que se posa sobre tus riñones para cederte el paso, o, como Rosalía y Jeremy White nos mostraron, mediante ese cruce de pies que genera tensión y lo dice todo. 

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Las aplicaciones de citas 'han caído en bolsa'

Decir que las plataformas online son una buena manera para relacionarnos es una evidencia. Muchos de los más tímidos han encontrado en ellas la manera de hacer frente a su vergüenza y dar los primeros pasos desde el otro lado de la pantalla, desde donde todos somos mucho más valientes. Sin embargo, uno de los estudios más recientes realizadas por Axios/Generation Lab a estudiantes y universitarios, ha señalado que en realidad, aunque pasamos una temporada probando herramientas nuevas, no hay nada que iguale al contacto humano. Lo confirman los datos: después de ese gran auge de las aplicaciones de citas, el 79% de los encuestados sentenciaron que no las usan más de una vez al mes. Un dato sorprendente teniendo en cuenta que han nacido en el entorno digital, y que, en cuanto salieron a la luz nombres como Tinder o Bumble, los registros de usuarios fueron masivos.

A pesar de ese auge que tuvieron en su día, y de las muchas otras que aparecieron para alcanzar a generaciones más jóvenes y sustiuir a las que gozaban de un público más maduro, que se encontraba navegando por Badoo o Meetic, lo cierto es que tanto Bumble Inc. como Match Group, que son dos de los grandes grupos que las capitanean, han caído alrededor de un 80% en bolsa en los últimos meses. ¿Los motivos? La generación Z se ha cansado y ahora prefiere el contacto cara a cara. Si nos paramos a pensarlo es algo completamente normal. En las aplicaciones de citas mostramos quienes queremos ser, pero pocas veces quienes realmente somos.

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¿Por qué ya no usamos tanto aplicaciones de citas?

Coincidiendo con un momento en el que los filtros de Instagram han perdido también el poder que tenían, y la naturalidad parece comenzar a estar a la orden del día, que tan solo incluyamos en estas aplicaciones nuestras mejores fotografías es uno de los factores que nos llevan a huir de ellas. Además, otra de las razones que también nos hacen distanciarnos del entorno digital para ligar es la de tener la necesidad de contestar a tantos mensajes. Si por costumbre ya sumamos bastantes chats en aplicaciones de mensajería instantánea, e incluso en redes sociales como Instagram (y a veces nos olvidamos de contestar o esperamos a tener un momento mejor para hacerlo), tener que responder a cada uno de los matches requiere tiempo... y esfuerzo. Comenzar una conversación o continuarla con preguntas básicas puede estar bien al principio, pero cuando llevamos ya unas cuantas, nos cansamos de hablar y de contestar siempre sobre lo mismo, por lo que nos entra la pereza de continuar haciéndolo, y preferimos invertir ese tiempo en otras actividades más productivas. Ahora que la salud mental es un tema que ya está a la orden del día, hemos aprendido a valorar esos ratitos en los que podemos priorizar nuestro bienestar a través de diferentes actividades. Desde leer, ver una serie o practicar deporte, pasando por pasear, o socializar con nuestros amigos, hasta, lo más fundamental, dormir. 

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Puede que en ese día del mes en el que los estudiantes universitarios y jóvenes encuestados respondieron usar las aplicaciones de citas, coincida que haya una conversación que proponga quedar. Hay veces que esto llega antes, otras que, en cambio, mucho después. Cuando sucede pueden pasar varias cosas. Por un lado, podemos estar agradecidos de que al fin vayamos a encontrarnos con esa persona y descubrir cuánto de real hay en ella, y si existe una posible conexión. Por otro, es posible que sintamos que no hemos intercambiado suficiente información con la otra persona y que todavía no es el momento de verse (y esto ya nos lleva a dejar de usar la aplicación, porque nos agobiamos). Pero también es probable que sintamos miedo o temor a no saber a quién nos encontraremos, y qué pasará. Incluso, si vamos un paso más allá, es posible que nuestra autoestima nos juegue una mala pasada y que, si una cita ha ido demasiado bien, comencemos a buscar defectos y a pensar mal de la otra persona por no tener pareja (por sentir que es demasiado para nosotros), o que en realidad no le gustamos y solamente quería pasar un rato. Las opciones a las que nos enfrentamos tratando de ligar de manera online son muchas más que las que se dan en persona.

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¿Cómo saber si mi relación ya no funciona?

Lo que las nuevas generaciones manifiestan con esta decisión de querer conocer posibles candidatos de manera física es un deseo de recuperar esa magia casual que existía antaño, donde no sabíamos si la otra persona estaba disponible. Hablamos de aquella sonrisa que nos lograron sacar durante una charla en el bar, del día en el que preparamos una cena juntos, del momento en el que nos pusieron como pareja para jugar al billar y celebramos la victoria chocando las cinco, de la tarde en la que nos pusieron una chaqueta sobre los hombros porque hacía mucho frío, o del día que nos presentaron en una fiesta y no dejamos de hablar durante toda la noche. Eso es, y ahí están los motivos por los que el contacto one to one es ahora el preferido de los más jóvenes. Y, sí, puede que tenga sentido.