¿Es mejor practicar yoga al amanecer o después de la jornada laboral?

Cada momento del día tiene sus beneficios y, preferencias personales al margen, conviene elegir la variedad adecuada

Por Pilar Hernán

“La hora que eliges para practicar yoga determinará la energía que tendrás el resto del día”, dice la experta en yoga Julia Arteaga Aguilar en su libro El hábito hace al yogui. Y es que hay personas que prefieren practicarlo por la mañana, nada más levantarse, incluso en la propia cama, otras a lo largo del día y otras ya por la noche, en el momento de relax nocturno. ¿Aporta diferentes beneficios en función de la hora a la que se practique? Todo depende de tu nivel de energía y lo importante es que le saques el máximo rendimiento posible.

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Si haces yoga por la mañana

“Es cierto que madrugar, de poder elegir, no suele estar en nuestro diccionario. Y menos si por cuestiones laborales no tenemos la obligación de hacerlo. Sin embargo, del mismo modo que lo que hagamos hoy marcará el mañana, lo que hagamos nada más levantarnos marcará el resto del día”, explica la experta en yoga Lucía Liencres, fundadora de TheClassYoga, que considera que si en lugar de levantarnos por obligación lo enfocamos desde el autocuidado y el bienestar personal, podremos afrontar el día de una manera completamente distinta: sin prisas, sin estrés, sin ruido… “Normalmente yo suelo levantarme a las 7 para practicar, y creo sinceramente que es una de las mejores opciones para empezar el día de forma pausada y presente”, nos explica basándose en su experiencia personal. “Los primeros días cuesta, es cierto; pero poco a poco irá costando menos”, apunta. Además, para ella, practicar yoga a primera hora de la mañana tiene y aporta una serie de beneficios:

- Ninguno de tus vecinos estará despierto, por lo que no habrá distracciones y podrás centrarte en tu práctica con total concentración.

- Despierta la mente y el cuerpo de forma gradual, activando tus músculos, articulaciones

- Favorece la respiración consciente. Tu mente está “vacía” de pensamientos, por lo que es más fácil concentrarte en el “aquí y ahora”.

- Mejora la coordinación entre movimientos y respiraciones.

- Reduce el estrés y la ansiedad.

Meditación y práctica suave al principio

Tal y como explica Julia Arteaga en su libro, nada más despertarnos es un buen momento para meditar. “La meditación matutina te vendrá muy bien para recordarle a tu mente que no hay prisa ninguna”, explica en él. No es mal momento tampoco para hacer ejercicios de respiración. Y, eso sí, remite a autores como Bernie Clark, que consideran que es importante esperar al menos 30 minutos haciendo otras actividades cotidianas, y después hacer una práctica suave, mejor con asanas iniciales de movilización articular, como la postura gato-vaca, evitando aquellas de flexión, extensión o rotación extrema. Ya a lo largo de la mañana es buena opción para practicar yoga dinámico, que te da energía para el resto del día.

¿Y por la tarde-noche?

Como decíamos, todo depende de las preferencias personales, y hay quienes se sienten más cómodos practicándolo después del trabajo, cuando cae la tarde. “Esto, como he comentado, también aporta ciertos beneficios, como relajar el cuerpo después de una dura jornada, resetear la mente o prepararte para un sueño reparador”, nos cuenta Lucía Liencres. Si eres diurna, y te cuesta llegar a la cena despierta, la escritora recomienda, por su parte, el yoga dinámico por la tarde noche, pues te ayuda a activarte. Mientras, si eres de los que te cuesta dormir, mejor optar por una sesión de yoga suave o estático. Por la noche, en general, es mejor optar por posturas que nos relajen, evitando activarnos en exceso. Y meditar por la noche también te ayuda a conciliar mejor el sueño.

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