Tu gato también puede sufrir estrés

Parece que en ocasiones humanizamos en exceso a nuestras mascotas, pero lo cierto es que los gatos sufren síntomas de estrés, como nosotros, cuando ven amenazado su entorno.

Por Cristina Soria

Todos necesitamos retos que nos hagan la vida emocionante. También los gatos. Sin embargo, cuando estos retos nos molestan, ponen en peligro nuestra estabilidad, y nos hacen sentir en peligro constante. Eso significa que hemos atravesado la frontera de lo emocionante para entrar de lleno en el estrés, y a los gatos también les pasa.

Sin embargo, pese a que se cree que los gatos también pueden sufrir estrés, no deja de resultar paradójico que un animal con instinto de caza al que colmamos de cuidados pueda sentirse estresado y somatizar esa situación con síntomas graves propios de los seres humanos.

Síntomas casi humanos

En muchos aspectos, tu gato podría experimentar los mismos síntomas que tú ante una situación de estrés continuada. Primero podrás apreciar en él cierta hipersensibilidad, pues cuando nos sentimos colapsados emocionalmente no admitimos una gota más que colme nuestro vaso de sensaciones. Ante estos cuadros anímicos, a los gatos también se les cae el pelo, presentan diarrea, cistitis y o tienen asma.

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Su molestia anímica se refleja en su salud, y en conjunto este malestar hace que cambie drásticamente su comportamiento, esquivándote, mostrándose más agresivo, lamiéndose más de lo habitual, comiendo más de la cuenta, arañando los muebles y objetos que encuentra a su paso, moviéndose con mayor velocidad y nerviosismo y maullando incesantemente.

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En algunos casos, este exceso de agresividad y nerviosismo es una huída hacia delante. Sus instintos le dictan que la forma de cambiar las cosas es escapar y, en su defecto, hacer ver que no está conforme y que su organismo no tolera la situación, aunque ni él mismo sabría entender qué es lo que le produce ansiedad.

Todo lo dicho hasta ahora podría asignarse fácilmente al estrés humano y a cuadros de ansiedad clásica. Sin embargo, conviene recordar que en el caso de los animales no hay ninguna actitud que ellos mantengan de forma consciente como una forma de evidenciar, chantajear o fastidiar. Es decir, que si te rompe un mueble llenándolo de arañazos, ten en cuenta que su intención jamás ha sido darte un escarmiento por su estrés.

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Si valoras su amistad, prevé su estrés

Los animales domésticos son muy sensibles a los cambios, y los gatos lo son aún más que los perros, porque mantienen un instinto territorialista en el que basan la mayoría de su estabilidad “emocional”. Por eso la mayoría de las situaciones que pueden generarles estrés tienen que ver con la pérdida de control sobre su casa.

Una de las causas clásicas de estrés se producen cuando un nuevo gato llega para vivir en la misma casa y compartir territorio. Esto puede implicar el mayor de los disgustos para tu gato y generarle un estrés muy alto. Existen formas de que ambos gatos socialicen, y si eres consciente de que esta situación no es fácil para él, ya has dado el primer paso. Ahora debes gestionar la situación con paciencia y mucha delicadeza.

Sin embargo, un gato no solo puede ver amenazado su territorio por otro animal de su misma especie, también puede mostrar síntomas de estrés cuando es otro animal el que se une a la familia, y aunque no tenga relación directa con él (un pájaro o un pez), sí sentirá rechazo a tus muestras de cariño hacia la otra mascota.

Viajar también es una situación insólita para un gato, y uno de los condicionantes más estresantes para su estabilidad. Los gatos, por norma general, odian viajar, y cuando mayor sea más difícil será que lo sobrelleve. Si necesitas viajar cada cierto tiempo, es muy aconsejable que acostumbres a tu gato desde muy pequeño, para que incorpore esa sensación cuanto antes y tenga las suficientes vivencias como para luchar contra el estrés en estas situaciones.

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