Frutas y hortalizas que nacieron en un laboratorio

La modificación genética está a la orden del día. Descubre algunos ejemplos de frutas y hortalizas que se crearon para hacer nuestras delicias.

Por Cristina Soria

A día de hoy asociamos el término transgénico a alimentos perjudiciales para la salud, pero en realidad se trata de mezclar distintas variedades de una planta para favorecer que se reproduzcan ciertas características que mejoran su consumo.Aunque no seamos muy conscientes de ello, muchos de los alimentos que consumimos son el resultado de procesos de ingeniería genética, ya practicada en la antigüedad por los primeros agricultores.

El tomate kumato

Es un tomate que se distingue de los demás por su color oscuro, casi marrón, y su forma redondeada. Su sabor es más dulce que le de otros tomates, la carne es algo dura y la piel más gruesa. Con su aparición, abrieron la categoría de los tomates negros.

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Los tomates kumato nacieron en los años 70 en Almería. Allí, un biotecnólogo observó el crecimiento de un tipo de tomates diferentes en las zonas laterales de los cultivos, en concreto donde el agua llegaba con más dificultad. Vio que estos tomates tenían diferente forma y color, y que su sabor era más dulce. Se propuso entonces dar con el brote que le permitiera cultivar un tomate así, que se distinguiera por su color y su intenso sabor. Para ello se tomaron unos ejemplares, se analizaron las líneas genéticas y se los cruzó. El resultado fue el tomate Kumato que hoy conocemos.

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El persimón

En principio, el persimón es simplemente un caqui que ha sido recogido antes de haber culminado su proceso de maduración. Esto hace que siga siendo un fruto dulce y blando, pero con más consistencia que el caqui. Se puede comer con cuchara pero también pelar como una manzana. Conserva el sabor del caqui original pero resuelve, por decirlo así, sus problema de firmeza.

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Hasta aquí todo bien. El proceso de laboratorio comienza despúes de la recogida para reducir su astringencia. Así el persimón consigue endulzalrse sin perder consistencia. Las ventajas son que se conserva en buen estado más tiempo y que su transporte resulta menos complicado porque desaparece el riesgo de aplastarla con facilidad.

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La clementina

La clementina es un híbrido entre las mandarinas y la naranja amarga. A simple vista resulta difícil diferenciarla de la mandarina. Los frutos de ambas son prácticamente idénticos, aunque el tamaño de la clementina es algo mayor. La clementina es muy apreciada para el consumo infantil porque no tiene pepitas. Además, es muy fácil de pelar con las manos y su sabor es dulce.

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Las zanahorias “baby”

Lamentamos decirte que no es posible cultivar zanahorias en miniatura, perfectamente lisas, en cantidades suficientes para abastecer su demanda se consumo. Su origen se remonta a la década de los 80, en Estados Unidos, cuando los supermercados compraban únicamente zanahorias con buen aspecto. Por eso Mike Yurosek, un agricultor californiano que cultivaba zanahorias, inventó esta variante, que consiste en coger zanahorias enteras y cortarla en trozos más pequeños. Estos trozos son esculpidos hasta que consigan tener una forma lisa y redondeada.  A día de hoy, en EE.UU. el 70% de las zanahorias que se consumen son baby.  

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La mayoría de las que se consumen en la actualidad son zanahorias emperador en versión troceada. Se plantan muy juntas para que crezcan altas y delgadas. De esta forma es más sencillo hacer las baby. Con la zanahoria sobrante se prepara comida para animales, zumos y abono, de modo que no deja residuos.

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