Una puerta corredera o corrediza ya no se instala únicamente para ganar espacio, sino porque constituyen un elemento estético muy demandado. Con ellas se logra dar continuidad a dos ambientes y permiten llevar luz a espacios oscuros. Hay casos en los que son imprescindibles y, otros, en los que suponen una buena idea respecto a una puerta batiente, pivotante o vano abierto.
Puertas correderas entre cocina y salón
Parece que las puertas correderas de perfilería y cristal (su limpieza es muy sencilla con los nuevos accesorios) se han convertido en un must entre cocina y salón. Es uno de los lugares en los que más vemos este tipo de puertas de paso. Pueden ser de diferentes tipos y en cada caso conviene saber cuál elegir. Puertas correderas empotradas en tabique, vistas sobre tabique o de hoja que se desliza sobre un fijo. En este caso, en un proyecto de Marina Cocinas para Una Casita en la Montaña (@una_casita_en_la_montana), cocina y salón quedan comunicados a través de dos hojas correderas de superficie que se deslizan por una guía instalada en la pared y queda a cada lado sobre tabique. De esta manera, hay que tener en cuenta que mientras por el lado de la cocina todas las paredes son aprovechables, por la cara del salón, decoran, pero evitan que se puedan ubicar muebles en esa zona.
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