Si el almuerzo ha sido escaso, ¿qué trucos habría que seguir para evitar atracones?
Es un clásico: el día se te complica y acabas comiendo delante del ordenador (un hábito desaconsejado por los expertos) sin disfrutar del almuerzo. El resultado es un hambre insaciable y ganas de llegar a casa para comer alimentos altamente palatables, como los ricos en grasa y sodio. Ga·la Freixer, nutricionista de Longevity Hub by Clinique La Prairie, nos cuenta que "es muy importante realizar comidas saciantes, equilibradas y completas para evitar los picos de hambre poco tiempo después de comer; evitar las restricciones alimentarias permanentes y los alimentos 'prohibidos'; y saber identificar cuándo tenemos hambre emocional y cuándo es hambre fisiológica/real (y, por tanto, debemos comer)".
Como recurso cuando ese almuerzo completo no ha sido posible, el secreto para no arrasar durante la cena consiste, según las doctoras Ana Crespo y Juana Coronado, del equipo médico de la Clínica Mira+Cueto, en tomar algo a media tarde: "Una merienda que nos aporte energía para el final de la jornada y nos ayude a controlar el hambre en la noche". Dejar preparada la cena o listos los ingredientes con los que prepararla es otro truco muy eficaz. Por último, aprender a distinguir entre hambre física y hambre emocional: "Para ello, hay que pensar en cuánto tiempo ha pasado desde que hemos comido la última vez y en qué tipo de alimentos nos están apeteciendo. Si hemos comido hace más de 4 horas es normal que tengamos hambre, sería un hambre física, pero si hemos comido hace 1 hora y lo que nos apetece es picoteo, probablemente sea un hambre emocional".