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Colgó las botas hace años y, ahora, sigue dedicándose al mundo del fútbol, aunque como propietario de un club; sin embargo, David Beckham continua en la cresta de la ola y parece que nada ni nadie podrá bajarle de ella. De orígenes humildes, su padre trabajaba como instalador en una empresa de gas y su madre era peluquera, a la historia del que es, y será, uno de los jugadores más atractivos del mundo le faltaba un documental para agrandar aún más su leyenda y Netflix lo ha hecho realidad.
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A sus 48 años, David y su innata timidez ha decidido ponerse delante de una cámara para narrar junto a algunos excompañeros de batallas, amigos y por supuesto su mujer, Victoria Beckham cómo fue su trayectoria futbolística (desde su niñez a la cima), sus secretos hasta ahora nunca confesados, como es actualmente su vida y por supuesto cómo comenzó su historia de amor con la que por entonces era una de las Spice Girl más deseadas.
Y aunque ahora el inglés acumula un patrimonio estimado en alrededor de 450 millones de euros, no siempre fue así. Criado en el barrio obrero de Leytonstone, al Este de Londres, la furgoneta roja de su padre se convirtió en su mejor medio de trasporte para ir de un lado a otro, hasta que consiguió ganar su primer sueldo decente y se compró un Porsche 911 azul eléctrico, que se convirtió en el coche más llamativo de la plantilla del Manchester.
"Amante de las cosas bonitas" como él mismo confiesa en este documental, Beckham aceptó su primer contrato publicitario, se convirtió en imagen de una crema para hombres, y decidió seguir invirtiendo su dinero en algún que otro caprichito. Su siguiente adquisición fue un Rolex de oro. “Me encanta comprar, me encantan los coches, los relojes…” y la ropa, pues su siguiente adquisición fue una exclusiva chaqueta de cuero de Gucci.
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Con la cuenta bancaria casi en números rojos a David le llegó la oportunidad de firmar un contrato con Adidas por 50.000 euros y ese dinero lo destinó en su integridad en un BMW M3 descapotable de color azul. "David recibía su sueldo un viernes y se lo gastaba todo el sábado y después se pasaba toda la semana esperando el siguiente sueldo para comprarse otra cosa" ha señalado su antiguo compañero del Manchester Phil Neville. "Tenía dinero y se lo gastaba mientras que yo lo guardaba para cuando no hubiera, a modo de pensión" añade el exjugador, quien sigue manteniendo una bonita amistad con Beckham.
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