Joaquín Sabina no ha dejado que un bache de salud le frene. Así lo ha demostrado estos días en la presentación de su nuevo libro de dibujos que lleva por título Garagatos, un volumen que reúne 66 dibujos facsimilares, un desplegable de casi tres metros de largo y un repaso al universo creativo del artista a través de la mirada de grandes autores, tal y como informa la nota de prensa. Poeta, cantautor y artista en mayúsculas se embarca en esta nueva aventura, “una especie de extravagancia que me propusieron” ha declarado a ABC, que muestra una faceta más de su talento artístico.
El libro, que cuenta con la colaboración del director artístico del Museo Thyssen, Guillermo Solana, tiene un precio de 2.100 euros. Y es según asegura en una entrevista a XL Semanal “una apuesta un tanto osada que le da un poco de vergüenza, pero no encontró razones para decir que no”.
Se pone de nuevo a trabajar tras superar una operación de estómago que, como ha contado, estuvo a punto de provocarle una perforación. A punto de cumplir 67 años, el próximo 12 de febrero, el artista, que ha adelgazado algunos kilos, tuvo que pasar por el quirófano por una diverticulitis que casi le provoca una peritonitis. “Pero me lo pillaron bastante a tiempo” dijo ahora que se está recuperando.
Se mete en una piel diferente en este proyecto, la de un pintor, pero que tiene el mismo espíritu que el Sabina cantante. “Cuando me lo propusieron, pensé que el libro iba a ser un objeto precioso para que lo viesen mis niñas, así que dije vamos p'alante y ya me compro un chaleco antibalas para los pintores” aclaró a la revista XL Semanal. De momento no habrá nuevo disco, “digo lo mismo: en la siguiente primavera...” comentó bromeando, y sobre una posible colaboración con Bunbury (este lo dijo en una entrevista), aseguró que no lo sabe: “Yo no tengo ni idea. No he hablado con él. La única vez que hablé con él fue en Las Vegas, hace un año, y a mí no me han dicho nada de eso. Tú lo sabes mejor que yo”.
Sara Carbonero e Isabel Jiménez, a los pies del maestro Sabina
En 2001, el artista ya había sufrido un problema de salu, un ictus, que afortunadamente no le dejó secuelas. Poco después atravesó una depresión, como cuenta en el Semanal, que también logró superar. "Me vino después de la euforia de haber sobrevivido al ictus. Y yo creo que algo tuvo que ver con eso. Cuando me di cuenta de que no era Superman, sino un tipo que se estaba poniendo triste. Duró un año y pico", explica el cantautor. El pasado año hubo muchos comentarios cuando abandonó el escenario en medio de uno de sus conciertos, algo que achacaron a su estado de ánimo comparándole con Pastora Soler que sufría ataques de pánico. Sin embargo, parece que este episodio se debió a sus problemas de estómago.
