MARAVILLAS DESDE MI PANTALLA / 20
Una atmósfera mágica envuelve a la gran plaza de Marrakech. Una explanada inmensa, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que hace de puerta de entrada a los zocos y es el mejor lugar para tomar el pulso a la ciudad. Desde que amanece hasta que el sol se esconde, la plaza Jemaa el Fna va cambiando su ambientación, como si de una obra teatral se tratase. Por la mañana es lugar de tenderetes de zumo de naranja y pinchitos; al llegar la tarde, locales y turistas se arremolinan en torno a los corros que forman los cuentacuentos, saltimbanquis, sacamuelas, encantadores de cobras, músicos y tatuadores de henna, pero al olor de sus chiringuitos humeantes donde se preparan las especialidades culinarias locales.
A diferencia de las ciudades europeas, a esta plaza que ofrece un espectáculo ininterrumpido no la rodean edificios monumentales, sino un puñado de tiendas, restaurantes y el minarete de la Koutoubia, que la vigila. Aunque Marrakech también sabe de lujos y de palacios, es en la calle y, sobre todo en esta plaza, donde se vive realmente la ciudad.