Niño comiendo obligado. Trastornos alimentarios.©Istock

Alimentación Infantil

Obligar a tu hijo a comer podría ser el origen de un trastorno alimentario

Con la comida no se juega. Eso nos han dicho siempre nuestras madres y, bien llevado a la práctica, es verdad. Crear buenos hábitos alimenticios desde pequeños es fundamental para establecer una buena relación con ella.

Todos los padres del mundo quieren que sus hijos coman. Pero que coman bien, tengan una dieta sana, variada y siempre equilibrada. Es una de las cosas que más nos preocupan desde que nacen: que coman y duerman. Pero la realidad es que la gran mayoría no duermen estupendamente y comer, comen, pero mal o regular. Está claro que durante los primeros meses la ganancia de peso es indicativo de salud y debemos ir consiguiéndola poco a poco, pero una vez instaurada la alimentación complementaria e, incluso, con unos cuantos años más, obligar a comer a un niño no es la solución para que coma más y mejor. ¿Entonces, cómo lo consigo? Paciencia y buenos hábitos, acostumbrándoles a los nuevos sabores, texturas y alimentos poco a poco.

Así lo confirma la propia Asociación Española de Pediatría (AEP) que nos dice que “no se debe utilizar ninguna treta para que el niño coma”. Y por “treta” entendemos amenazas, castigos, sobornos o la propia fuerza para que el niño se meta la cuchara en la boca. Tampoco es bueno, advierten, todo lo contrario, que los niños se levanten de la mesa o andar corriendo detrás de ellos cuchara en mano. “No es, ni mucho menos, un camino fácil”, nos dice Pilar Conde, directora técnica y psicóloga de las Clínicas Origen, pero no inculcar hábitos de alimentación saludables “podría perjudicar la salud del niño o niña en el futuro de manera grave, pues el origen de un trastorno de este tipo tiene una raíz emocional psicológica”.

Tanto ella como los pediatras nos advierten que obligar a nuestros hijos a terminarse lo que hemos puesto en el plato, sí o sí, incluso cuando introducimos alimentos nuevos y los rechazan, no conduce a nada y puede tener consecuencias negativas para su desarrollo, como un posible trastorno alimentario.

Presionar para comer no tiene resultados

Como hemos dicho, hacer que un niño coma porque sí, aunque él mismo rechace el alimento no va a servir para nada. O, al menos, tendrá más consecuencias negativas que positivas. Así concluía un estudio de la revista de investigación británica Appetite hace unos años, publicación que precisamente investiga los desórdenes alimentarios en animales y humanos. En él se analizaba la relación directa que existía entre una dieta selectiva o restringida de los niños que no comen del todo bien con la presión que ejercen los padres para que se alimenten y su crecimiento en los primeros años de vida. Se comparó los niños que sí eran obligados a comer y los que no. El resultado de las pruebas es que estos últimos, los que no eran obligados, no veían afectado su crecimiento o desarrollo. Es más, se confirmaba que el hecho de obligar a tomar un alimento, “no solo no ayudaba a que la dieta selectiva se reduzca, sino que podría ocasionar el efecto contrario”.

Por qué no hay que obligarles a comer

No solo el estudio mencionado, sino que, como hemos visto, los propios pediatras nos dicen que las consecuencias de conseguir que un niño coma mediante la presión de sus padres suelen ser negativas. De la comida hay que disfrutar para comer bien y no pensar que es un castigo, pues, de lo contrario, podemos crear trastornos alimenticios en el futuro: desde la obesidad o el sobrepeso hasta lo contrario, que creen una relación de obligación con la comida para nada saludable. Hacerlo, nos confiesa la experta, “es uno de los orígenes de los trastornos alimentarios”. Por tanto, olvídate de taparle la nariz para que abra la boca.

Según explican desde la AEP, “los gustos y desagrados del niño por la comida deben ser respetados dentro de lo razonable”. Si nuestro hijo come regular o directamente come poco y mal, se mantiene mucho en el tiempo y pierde peso, lo mejor es consultar a un experto, en este caso, un pediatra. Si les obligamos por iniciativa propia desde pequeños, “ocurre lo mismo que cuando exigimos que nuestro hijo coma después de que este trastorno ya se ha iniciado -vemos que nuestro hijo ha perdido peso de forma significativa, está decaído o nervioso, se comporta de manera extraña en la mesa después de comer, etc.-, que puede resultar contraproducente y convertirse en una situación conflictiva”, nos explica. Y desde una situación conflictiva no se consiguen buenos resultados.


Así, nos explica la experta, “el origen de un trastorno de este tipo puede estar en una mala regulación de los estados emocionales desde la propia niñez”. En este caso, nos dice, a través de la comida. Obligar a un niño a comer si no tiene ganas o no le gusta la comida “puede ser uno de los orígenes de la bulimia, la anorexia o del sobrepeso”, pues aunque no sea un factor determinante, nos dice, “debe ser considerado, pues en la infancia se forjan los primeros hábitos de alimentación”. En este sentido, los padres deben saber que no es bueno que el niño deje el plato vacío en contra de sus deseos y de su apetito; “lo óptimo es que deje de comer cuando se sienta saciado”.