Niño triste en el patio del colegio, sin amigos.©AdobeStock

Psicología

¿Tu hijo no lleva bien el cambio de colegio? Toma nota de estos consejos

Afrontar un cambio de clase o escuela puede convertirse en un momento repleto de ansiedad, estrés e, incluso, miedo. Los padres podemos ayudarlos y, a su vez, educarlos para que aprendan a ser más adaptativos.

A María le acaban de cambiar de colegio y tiene que hacer nuevos amigos”. Así comienza la primera de las cinco historias que Mariona Martorell, licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona con posgrado en Terapia Racional Emotivo Conductual, recoge en su primer libro, Esas cosas que nos pasan (Duomo Ediciones). En él, esta madre y psicóloga quiere compartir las cosas que pueden pasarle a los niños y niñas a diario, para normalizarlas y afrontarlas con humor. Porque, como ella misma asegura, “nada mejor que entender y afrontar con humor muchas situaciones”. Algo que aplica en consulta.

 

De entre esas cinco historias, nos ha llamado la atención, como decimos, la primera de ellas, en la que su protagonista va a cambiar de colegio y no sabe lo que le espera. Una situación a la que se han tenido que enfrentar muchos niños este año, ya sea por un cambio de escuela en sí, por un cambio de ciclo escolar y, por tanto, de clase o porque se han estrenado en el mundo educativo. Es una etapa importante para ellos y, como nos cuenta Mariona Martorell en este primer cuento, pueden sentir muchas cosas:

Este y otros comportamientos son más que normales, por lo que no hay que preocuparse. Ni nosotros ni transmitirles a ellos esa preocupación. Para saber cómo afrontar esta situación, hemos querido hablar con Mariona Martorell, para que desde su experiencia en consulta, nos cuente cómo hacerlo.

'Esas cosas que nos pasan', de Mariona Martorell (Duomo Ediciones)©Duomo Ediciones

Mariona, ante la llegada por primera vez al aula y el estreno en el colegio, ¿cuáles son las emociones que más frecuentemente nos encontramos en los niños?

Todo depende del niño, porque pueden prevalecer más unas emociones que otras. Aunque, ya sean más o menos extrovertidos, sociables o más o menos tímidos, enfrentarse a un cambio o situación nueva siempre genera cierto estrés. Es salir de su zona de confort y, en algunos casos, ese estrés puede expresarse como excitación, nervios e, incluso, que les cueste dormir por la noche.

En ocasiones, va mucho más allá de eso y aparece el miedo e, incluso, la ansiedad: a la separación de los padres, a vincularse con desconocidos, a estar muchas horas en un lugar extraño con horarios y normas nuevas que no conocen. También puede aparecer la tristeza, la irritabilidad y el llanto, con pataletas y comprobando que el niño se rebela en casa. O puede que esté más metido en sí mismo y muy poco comunicativo. Todo esto es normal, el momento del inicio de la escolarización, esas primeras clases nuevas suelen ser un momento bastante estresante para todos: niños, padres y profesores.

Y, en el caso de un cambio de colegio o de clase, ¿estas emociones son las mismas?

Depende del niño y de la edad. Puede que se viva como algo muy excitante (con deseo de ser el centro de atención, ganas de conocer nuevas personas, ilusión por descubrir nuevos entornos y dinámicas, por ejemplo) o extremarse en un sentido más negativo para el niño y vivirlo todavía con mucha mayor ansiedad y miedo que en el caso anterior. Ten en cuenta que va a ser “el nuevo”, lo que te posiciona en una situación más vulnerable, te señala y te expone más a la mirada del otro. A veces, esto se vive muy mal. ¿Por qué? Porque además, aparece el miedo a estar solo y no hacer amigos, ya que el alumno nuevo entra en un entorno donde las relaciones sociales ya están creadas y él debe hacerse un hueco.

Por otro lado, entran en juego otros factores que tienen que ver con la comparativa de su referente, el antiguo colegio que, muchas veces, se idealiza. En principio, eso sí, todo forma parte de un proceso de adaptación que, de nuevo, poco a poco irá desapareciendo.

En ambos casos, ¿se puede preparar a los niños para este momento?, ¿cómo lo hacemos?

Sí. Mucho. Creo que es importante que los padres mostremos una actitud de ilusión y de ánimo, transmitiéndoles la idea de que los cambios, a la larga, siempre nos aportan cosas buenas y positivas, aunque quizás de entrada no lo veamos. Desde mi punto de vista, prepararlos para ese momento no pasa tanto por decirles que “todo irá bien” sin más, sin darles las herramientas necesarias por si todo no va tan bien, esto es algo que, en realidad, no sabemos. Así, prepararlos es “empoderarlos” ofreciéndoles los recursos necesarios y haciéndoles niños más fuertes y resilientes, que sepan encajar (sin sufrir excesivamente) posibles pequeños fracasos como, por ejemplo, que los primeros días las cosas no vayan tan bien como a ellos les gustaría. Esto es lo que yo llamo en el libro pensamiento poderoso.

Este pensamiento consiste en hacer entender al niño que, a veces, las cosas no son como nos gustaría, lo que no quiere decir que sea el fin del mundo ni que vaya a durar para siempre, sino que son cosas que pasan y que, además, muchas veces, nosotros podemos hacer algo para cambiarlas. Se trata de educarles en la cultura del esfuerzo de alguna manera, del “qué puedes hacer tú para mejorar esta situación. Esto, además, les ayuda a minimizar el drama, verlo como algo normal de la vida a lo que se le puede hacer frente. Por supuesto, todo ello siempre con mucho amor, apoyo y cariño, pero sin llegar a generar falsas expectativas. De lo contrario, tendremos niños desubicados y con baja tolerancia a la frustración.

Y si ya llevamos, como ahora, un mes de curso escolar y seguimos con estas sensaciones, ¿cómo podemos ayudarlos?

Siendo muy pacientes con ellos y, como he dicho, dándoles cariño, estando cerca y muy atentos a sus emociones, haciéndoles reír y ofreciéndoles momentos de distensión, disfrute y mimo. Ahora bien, sin caer en la sobreprotección. Ayudarles no significa eso, sino hacerles, poco a poco y con ese mimo, conscientes de que en la vida todos tenemos problemas de un tipo o de otro en algún momento y que todos tenemos que aprender cómo afrontarlos y sobrellevarlos.

Insisto de nuevo en la importancia de enseñarles que ante una situación que no les gusta, quizás puedan hacer algo para cambiarla. Si ante los problemas les enseñamos a posicionarse como parte de la solución y no solo como víctimas, cada vez serán niños más autosuficientes (aunque deben seguir siendo niños, por supuesto), más seguros y más resistentes a los perjuicios con los que inevitablemente se irán encontrando. Así sufrirán menos.

Y sí, como dices, se enfadan con nosotros, ¿esto puede ocurrir?¿qué hacemos?

Por supuesto. Y muchos niños, de hecho, lo van hacer. Es normal. Me refiero, están en todo su derecho. Pero es importante explicarles los motivos por los que hemos tomado esa decisión, que vean que no es fruto de un capricho nuestro o de una improvisación. Deben entender que esa decisión es de los padres (los niños no pueden decidir algo tan relevante como un cambio de colegio), pero siempre estará tomada de forma consciente y buscando su beneficio, aunque ellos ahora ni lo vean ni lo crean. Nuestra intención siempre será buena, aunque ellos tienen derecho a no estar de acuerdo también. Y, por mucho chantaje que nos hagan, no vamos a cambiar de opinión.

Y es que nuestra seguridad en la decisión les hará sentirse más seguros, verán (y sentirán) que están en manos de personas razonables y que tienen las ideas claras, aunque ellos no las compartan.

¿Cómo nos ayudan los cuentos como el tuyo en todo esto?

Como madre, los cuentos han sido para mí una herramienta clave. Me han ayudado en muchos sentidos y de muchas formas -acompañar, guiar, enseñar o comunicar-. Para los niños, un cuento es algo lúdico y positivo que representa un momento de placer, cariño, compañía y diversión. Es, además, un medio que habla su lenguaje, que forma parte de su mundo y que conecta con él de una forma directa, instintiva y emocional.

Por todo esto, ante su lectura, los niños siempre tienen una actitud abierta y receptiva, lo que los convierte en un canal súper eficaz para comunicar y transmitir el mensaje o valores que se quieren. Para aprender cosas nuevas, ayudarles a entender conceptos quizás un poco más abstractos, para animarles en momentos bajos y para hacerles soñar. Además, fomentan la imaginación y la creatividad, nos ayudan a educar a nuestros hijos para que sean personas sensibles y empáticas, solidarias y generosas. Nos ayudan a enseñarles a ponerse en el lugar de los demás desde que son bien pequeños.

Consejos para que puedas afrontar esta situación nueva

Si, como hemos comentado, llevas unos cuantos días en el colegio y no sientes que tu hijo se está adaptando bien, la protagonista del primer cuento, María, te deja estos consejos:

  • Si ves que tu hijo está triste y tienes ganas de llorar, anímale a que hable con su tutor.
  • Si le cuesta hacer amigos nuevos, anímale a que se acerque a ellos poco a poco.
  • Invita a alguno de sus amigos a casa a jugar después de clase, esto también puede ayudar.
  • Escucha a tus hijos, quizás necesiten un extra de cariño esos días.