Para un enlace junto al mar
Hace tan solo unos meses se casaba Cristina, entre Sanlúcar de Barrameda y Chipiona, en una boda junto al mar. Apostó por un vestido de flores bordadas, ideado por su modista de confianza y elaboró una historia emocionante que ella misma nos contaba. "Cuentan las tradiciones suecas que, si recolectas siete flores de la pradera la noche del solsticio de verano, y las colocas debajo de la almohada, sueñas con tu verdadero amor. Esas siete flores, recordé, y mi mariposa favorita, aparecían grafiadas en el hule de la cocina de la casa de la playa de mis abuelos en Suecia. Me sabía los pétalos, la composición y los colores de memoria. No tuve ni que pensar cómo serían las flores del vestido. Mi favorita, el botón de oro o ranúnculo salvaje amarillo, iría bordado en satén sobre el cuerpo, y sobre las mangas, de organza, crecerían el resto. Me recorrí polígonos en Sevilla encontrando artesanos que bordaran (en pocas semanas, ¡y con las vacaciones de verano por medio!), encontré en Bordados Quero a Mati, y en Telobordo a Mamen. Les enseñé el boceto conceptual que llevaba el iPad. Mis dibujos sacados del hule sueco no estaban preparados para unas máquinas industriales, pero su cariño y nuestra ilusión hicieron que saliera un resultado a mi parecer, perfecto", concluye.