La guía definitiva para llevar mantilla en Semana Santa que también sirve a las madrinas

Hablamos con las expertas de Andalucía que más saben sobre una tradición que se mantiene en el tiempo

Por Estrella Albendea

Es un elemento ligado a las madrinas en las bodas, uno de esos accesorios excepcionales y con tradición que se mantienen en el tiempo. La mantilla genera debate entre diseñadores, amantes de esta pieza y quienes buscan un look más moderno para la madre del novio. Sin embargo, este complemento cautiva y convence a todos en el marco de la Semana Santa. En diferentes puntos de España y especialmente en Andalucía, la mantilla es símbolo de luto en materia cofrade y una pieza que forma parte del baúl familiar, como la mejor de las joyas. Elegante y distinguida, se luce durante todo la semana y, de manera especial, el Jueves y el Viernes Santo. Por ello, para comprender su simbolismo y conocer todas sus posibilidades en estas fechas hemos consultado a dos firmas de referencia y a una prescriptora y bloguera sevillana para elaborar la mejor de las guías.

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Cuándo vestirse con mantilla

“La mantilla es una prenda cuyo uso ha recuperado su auge en los últimos años”, nos adelantan desde Blasfor Juan Foronda.  Y continúan: “es usada tanto en Semana Santa como en otras festividades señaladas, dando un toque de elegancia y distinción. La tarde del Jueves Santo, es la ocasión donde más mantillas podemos ver, se usa la mantilla negra en señal de luto, uso que se extiende también en muchas localidades al Viernes Santo. Podemos ver también mantillas en color marfil en muchos sitios el Domingo de Resurrección en señal de alegría. También es muy extendido el uso de mantillas en procesiones extraordinarias”, señalan. A esto, Claudia Alfaro, bloguera, influencer, mejor conocida como Entre Cirios y Volantes, y partidaria de esta pieza suma dos usos más: en salidas procesionales de hermandades de Gloria y en los toros.

La forma de colocarlo

Desde Lina, Mila Montero nos explica que no existe diferencia entre colocar la mantilla para una madrina y hacerlo para Semana Santa, únicamente puede jugarse con los pequeños detalles. “La manera de llevar una mantilla depende de la personalidad de la mujer que lo lleve. Normalmente en Semana Santa se suele poner de la forma tradicional, es decir, que se vea un poco el pelo por delante, con las blondas que enmarquen el rostro de la mujer y recogida atrás con un broche. El llevar la mantilla de madrina invita a hacer algo de más de fantasía, como fruncirla un poco por la parte de delante, recogerla de un hombro con un broche de adorno. Aunque lo que más diferencia la mantilla de una ocasión a otra son los complementos”, apunta.

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Desde Juan Foronda, Blasfor, nos explican el paso a paso a seguir: “la mantilla deberá contar con el largo adecuado a cada persona. Por la parte delantera, deberá contar con un largo hasta la altura de las manos y por la parte trasera, un largo unos dedos por debajo de la altura de la cadera. Será conveniente, para evitar el ‘vuelo' de la mantilla, sujetarla al vestido de forma discreta”, reconoce. Y se seguiría el siguiente proceso:

  1. En primer lugar, lo ideal es escoger para el pelo un moño  bajo. 
  2. En lo alto del moño colocamos dos peinecillos encajando uno con otro (aunque hay quien utiliza horquillas). 
  3. Colocamos la peina entre los peinecillos y el pelo introduciendo las púas de la peina dentro del pelo. 
  4. Colocamos un tercer peinecillo delante de la peina, que nos servirá de fijación de la peina, quedando la peina entre los peinecillos. De esta manera la peina queda fija y no cimbrea ni se mueve, dándonos mucha comodidad.
  5. Encuadramos las puntas de la mantilla buscando el centro de la misma que colocamos a la altura de la frente en diagonal con la nariz.
  6. Sujetamos la punta de la mantilla en el pelo con alfileres de cabecilla negra. 
  7. A continuación colocamos el broche en la parte trasera de la mantilla, para ellos se cogen tres pequeños pliegues de la mantilla de cada uno de los lados (seis en total) y los unimos en el centro a la altura de los peinecillos y colocamos el broche, cogiendo un poco de pelo que quede entremedio de los peinecillos.
  8. En la parte delantera si se desea se puede fruncir con alfileres de cabecilla negra. 
  9. También si queremos que no tenga mucho vuelo la mantilla, la podemos afianzar con alfileres en ambos hombros, siempre girando la cabeza al lado contrario donde se vaya a afianzar para que tenga juego y movilidad, logrando además que la mantilla no se mueva con el viento y luzca más.

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La etiqueta y protocolo

A la hora de llevar esta pieza, en Semana Santa, es fundamental seguir unas normas no escritas de etiqueta. Al fin y al cabo se trata de una vestimenta para un evento religioso. “Lo normal es con un vestido elegante y sobrio, por la rodillas o midi, de mangas francesas o largas, con escote prudente y medias negras con zapato de salón de altura media, sin plataforma. Pero es cierto que en los años 30 y 40 hemos visto en la mujer de mantilla el Jueves o Viernes Santo en Sevilla desde guantes blancos, a perlas o claveles rojos. Aires que están volviendo a reivindicarse desde algunos sectores”, matiza Claudia Alfaro. 

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En lo que respecta al maquillaje, desde Lina se decantan por un maquillaje suave: “neutro, que la mujer esté favorecida pero sin llamar la atención. Los ojos se pueden marcar un poco más y los labios en tonos naturales”. Y en Juan Foronda añaden un apunte más sobre los complementos: “nosotros recomendamos que los pendientes sean ligeramente largos y se pueden combinar con pulseras y cadenas sencillas con un crucifijo. El precitado protocolo nos dice que los collares y las joyas de perlas serían inadecuados para vestir de luto. El bolso, en caso de llevarlo, debe ser pequeño, de mano y, por supuesto, negro o color carey”, cuentan.

Lo que no

En nuestra guía de consejos no podían faltar los detalles vetados, no recomendados por los expertos, para acertar con el look. “Las gafas de sol no quedan bien. También recomendamos no llevar ningún adorno que vistamos en el día a día como piercings, pulseras de colores, relojes deportivos… Algo que tampoco se ve muy bonito es ver a una mujer vestida de mantilla fumando”, explican desde Lina. Y en Juan Foronda, Blasfor, añaden que se trata de una indumentaria de luto y: “el protocolo nos dice que hay ciertas prendas que no debemos usar cuando se luce la mantilla. Así, hemos de desechar su uso con un traje palabra de honor, minifalda y por supuesto nada de pantalón. En caso de llevar escote, este deberá ser siempre prudente.  No obstante, existe una nueva generación de diseñadores que reivindican que hay que vestir de mantilla con decoro y respeto, porque es una indumentaria ligada a la religión, pero eso no tiene porque no ir de la mano de la moda, incluyendo en sus diseños una evolución del protocolo mencionado”, comparten.

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Un último consejo

Los expertos animan a lucir, en palabras de Mila Montero: “una prenda que favorece muchísimo por lo que animamos a todas las mujeres que lo prueben al menos una vez en su vida”. De hacerlo, nos confiesa Claudia Alfaro, se maravillarán también con las piezas vintage que se ven por la ciudad, en su caso, de Sevilla: “no hablo de la propia mantilla o peina, que muchas veces pasa de generación en generación, sino que hablo de las propias joyas o de los propios vestidos. Son fácilmente localizables al dar un simple vistazo general porque destacan sobre la generalidad de las mantillas”.

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Se trata de un complemento con siglos de tradición que imprime carácter, tal y como lo explican en Juan Foronda, un accesorio que no entiende edades, condición social o rango. “Es una prenda de espíritu propio en nuestras fiestas de primavera. Una prenda que nos lleva del luto y recogimiento en Semana Santa, los Jueves y Viernes Santos, al júbilo y la  alegría con su vistosidad durante la Pascua de Resurrección y la Feria. Una prenda que identifica a la mujer española en el mundo. Una de nuestras prendas con más historia que incluso sirve como complemento al traje de novia, a las madrinas en las bodas religiosas y como tocado de nuestras imágenes procesionales”. Una pieza que lo tiene todo.