Comportamiento

Limita el instinto de caza de tu perro con estos consejos

Cuando paseas con tu perro pueden darse situaciones en las que él trate de echar a correr en busca de una presa, poniendo en riesgo su seguridad y la tuya.

Por David Navarro

Generalmente el motivo por el que el perro se ha convertido en la mascota más habitual en los hogares de todo el mundo, y en concreto en España, es porque se trata de un animal muy paciente y atento a nuestras indicaciones. Pero eso no siempre es así, y no depende únicamente de la raza de can. Los perros proceden de antepasados depredadores, como son los lobos, y tienen muy arraigado un instinto cazador que puede pasar de la latencia a la práctica en cuestión de segundos si pasa por delante de ellos una presa.

No existen razas infalibles, pero es cierto que aquellos perros que no han podido tener una educación suficiente o un adiestramiento correcto en su fase de cachorros pueden haber desarrollado y tener arraigado un comportamiento cazador que nos podría preocupar en mayor medida. Trabajar con el animal el control de sus impulsos y la socialización con humanos y con otros animales es vital y muy importante hacerlo desde cachorro, para que según se desarrolle no arrastre estos instintos de caza que pueden convertir nuestros paseos en auténticos suplicios.

El problema de un perro que tiene muy intensificado su instinto de caza es que a la mínima provocación u olfateo de otro animal podrá lanzarse a su persecución y caza. Son perros que difícilmente pueden caminar sin correa en la ciudad y que nos pueden meter en más de un apuro. Este constituye uno de los quebraderos de cabeza más habituales para quien tener perro se acaba convirtiendo en una prueba de fuego difícil de superar.

El instinto de caza viene de serie por el mero hecho de ser perro, sin embargo la raza juega un papel que, aun no siendo determinante, pondera el resultado. Los teckel, beagle, braco alemán o terrier presentan una predisposición a ser cazadores por encima de otras razas, y por eso se utilizan comúnmente por los expertos en estas lides. Otras razas como los labradores podrían ser buenos cazadores pero han admitido sus procesos de educación y adiestramiento tan bien a lo largo de las generaciones este rasgo se ha limado profundamente. Y otros perros, más pequeños, como los boxer, bichón maltés o carlino, pese a que guardan mucha atención a la irrupción de extraños, hoy en día están fuera completamente del radar de caza.

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¿Qué hace que un perro haga ‘click’?

El instinto de caza parece un botón que se pulsa mágicamente y de repente el can ya no es dueño de sus actos ni atiende a razones. Es como si en un microsegundo cambiara de personalidad, y dejara atrás todo el trabajo que hacemos con él, y lo placentero del paseo, para centrarse únicamente en la persecución y la caza de una presa. Esto genera mucho desasosiego en los dueños, que ven como su animal de compañía pareciera incluso que les rechaza y es capaz de escapar con tal de dar caza a su objetivo. ¿Por qué ocurre esto? Es una cuestión hormonal, la mecha más primaria y que más influye en los cambios de comportamiento de los animales.

Cuando un perro caza, libera endorfinas, es profundamente placentero para él. Esta es una cuestión biológica, el animal está desarrollado para sobrevivir cazando y su propio organismo le recompensa haciéndole sentir bien cuando lo hace. En un estado de placer que se formula a cambio de cada segundo que dedica a correr, perseguir, hostigar a la presa y darle caza. Es muy difícil para nosotros competir con esto a base de chuches, porque la propia caza es para él una gran chuche, con un grado de complejidad mayor: la decisión de cazar o no cazar se debe tomar en un microsegundo. 

Cuando el can percibe la presencia de una presa, generalmente en movimiento, no puede parar a avisar a su dueño ni a generar un soliloquio interno que le haga razonar si activarse o no para la carrera, por eso se dice que los perros se lanzan a la caza en un ‘click’, porque basta un instante para echar a correr y dar rienda suelta a unos instintos fomentados por un refuerzo hormonal.

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¿Cómo podemos limar este instinto?

Como siempre que nos referimos a cuestiones de educación y adiestramiento animal, la edad del can es clave, aunque todo proceso puede ser revertido. Si la raza de tu perro es propensa a la caza, como los podencos, es tremendamente recomendable que pongas en práctica un proceso de educación desde su más temprana edad para que no arrastre estos instintos y los intensifique. Sin embargo, todo animal adulto que presente una predisposición a la caza puede ser adiestrado para focalizar la atención en su dueño y no dejarse llevar tan fácilmente por el poder de las hormonas.

El consejo más relevante que podemos compartir contigo a la hora de trabajar sobre este problema es que mantengas una relación lo más estrecha posible con tu perro, no basta con pasear juntos, sino que es preciso que apliquéis dinámicas de juego comunes, algo tan sencillo como tirar constantemente una pelota o stick para que la recoja. Los perros podrán tener un instinto de caza arraigado, pero también tienen un sentimiento de pertenencia al grupo muy intenso, y tú eres para él el miembro más destacado de su manada, por lo que si en los paseos generáis un ‘diálogo’ de juego, caminando e interactuando juntos, el hecho de correr a por una presa será un acto secundario porque implicará dejarte a ti fuera de la ecuación, y esto en su marco de actuación genera un conflicto, al verse obligado a elegir entre entre tú y la caza.

Es fundamental que, en caso de que tu perro tenga un instinto de caza muy pronunciado, trabajes muy profundamente un adiestramiento basado en la obediencia básica: enseñarle órdenes bajo tu voz como ‘siéntate’ o ‘aquí’. Son unas órdenes muy concretas que implican contacto visual, es decir, que una vez que el perro las escuche se centre para detenerse, mirarte, dejar aquello que esté haciendo, y obrar bajo tu mandato. ‘Túmbate’ y ‘espera’ son otras de las órdenes que servirán para marcar su atención y limitar su huída.

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