Comportamiento

¿Tu perro se abalanza sobre las visitas? Con estos consejos podrás evitarlo

Ese afán tan canino de defender la casa a veces se convierte en un verdadero impedimento para recibir visitas.

Por David Navarro

Si cada vez que viene alguien a casa tiemblas por el comportamiento de tu perro, tal vez ha llegado el momento de considerar que ese tipo de situaciones deben llegar a su fin. Por un lado es bastante habitual que los perros ladren ante los timbres, bien sean del telefonillo como el de la puerta, es su forma de avisar de que alguien llegará de fuera, sin embargo lo que no debemos tomar como normal es que el perro se abalance sobre sobre todo aquel que entre en casa, ladre, y trate de trepar sobre él. Esto inevitablemente genera molestia en todos, tanto en aquel que venga a nuestra casa como en nosotros mismos como anfitriones.

Para poder poner solución a este problema es importante comprender la raíz de su comportamiento. ¿Por qué hay perros que lo hacen y otros que no? ¿Qué significa para él esta actitud? Existen dos motivos superpuestos cuando tu perro se abalanza sobre las visitas. El primero viene dado por el afán de defensa del territorio y de la familia, esto tiene que ver con el motivo por el que ladra al escuchar un timbre. Los perros se tienen a sí mismos como los guardianes del espacio, en una manada de iguales todos lo serían, y se alertan de la llegada de un extraño para mantenerse en posición de defensa por si éste no viene con sus mejores intenciones. Aquellos perros que no se abalanzan sobre las visitas sí permanecen con la mirada encendida desde que escuchan el timbre de la puerta y observan quién entra en casa, ellos pretenden identificar cuál es su actitud y tratan de hacerle una radiografía mientras permanecen expectantes por si algún detalle les hace ver que deben atacar o, por lo menos, alertar para que el resto de la familia actúe.

Decíamos que abalanzarse sobre las visitas tiene un doble cometido para el perro que lo hace, el primero es la defensa de hogar, pues en vez observar atento a la visita, toma una posición activa flanquándolo. Por otro lado, también hay una intención de llamar la atención, ser el protagonista de una situación emocionante que se convierte en un juego. Porque lo común es que cuando un perro salta sobre una visita, todos traten de evitarlo, le hablen, le toquen, y él se convierta en el centro de atención. Estas dos emociones son complementarias y se retroalimentan, por un lado la llegada de un extraño a casa es excitante y por otro lo es aún más la atención que recibe cuando el visitante y la familia tratáis de apaciguar su ímpetu.

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Cómo solucionar esta actitud

Para abordar esta cuestión hay que actuar en dos tiempos. El primero es el que va desde que se escucha la llamada al timbre de la visita hasta que se abre la puerta. Si vives en un piso y llaman a un telefonillo el tiempo que dista entre la llamada y la puerta puede ser de varios minutos, mientras tu visita entra en el edificio y sube en el ascensor. Durante ese tiempo debes procurar que el perro se quede fuera del ámbito de la puerta, bloqueando su paso con una negativa. Debes permanecer impasible negando que ladre y se acerque a la puerta, sin utilizar refuerzos negativos, es decir: sin enfadarte con él ni infundir un castigo. Puedes negárselo con el tono de voz, y bloqueando el espacio.

La segunda fase de esta situación se inicia cuando se abre la puerta, y entra nuestra visita, lo más probable es que el perro no consiga permanecer impasible con nuestra negativa anterior, así que saldrá disparado en cuando escuche abrirse la puerta y empezará a agobiar a la visita. El objetivo que deberemos perseguir es minimizar completamente la atención que reciba el perro. Es importante que él se sienta invisible. Para ello utilizaremos el lenguaje corporal de los canes, y le pediremos a la visita que le dé la espalda al perro, girándose. Esto es, para los perros, la forma de expresar que no se les va a otorgar atención. Si nadie se dirige al perro, y si el propio invitado permanece ajeno a sus saltos, habremos conseguido ganar la primera batalla.

Posteriormente hay que potenciar este protocolo: obviar completamente el comportamiento del perro, como si no existiera, y que la visita se gire y trate por todos los medios de darle la espalda al animal. Esto provocará que el perro vaya perdiendo el interés y desista. Siempre que lo haga, debemos salir de nuestro estado de negación para darle un premio. Poco a poco esto hará que su interés por abalanzarse desaparezca, sin embargo este no es un proceso rápido ni sencillo.

El mayor escollo con el que contaremos es que precisamos de la colaboración de todas y cada una de las visitas que recibamos en casa. Con que solo una de ellas fracase en el intento, y omita negar la atención al perro, estaremos retrocediendo enormemente en este proceso de adiestramiento. Para ello debemos avisar a toda aquella persona que vaya a venir a casa y explicarle qué pasará, cómo debe comportarse, y la importancia de que no desista.

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