Curiosidades

Comprende la felicidad de tu perro gracias a la pirámide de Maslow

El psicólogo norteamericano definió en 1943 una estructura para comprender la felicidad humana, ahora se ha trasladado a los perros.

Por David Navarro

Lo que necesitamos los humanos y los perros para ser felices no es lo mismo. Evidentemente para obtener la felicidad más importante y básica necesitamos estar bien alimentados, sentirnos queridos y no tener enfermedades. Sin embargo, lo que el psicólogo norteamericano Abraham Maslow definió en 1943 fue una pirámide para comprender cómo se construye nuestra felicidad a medida que vamos consiguiendo completar diversas etapas, y las fases más biológicas e instintivas van dejando paso a cuestiones más emocionales o cognitivas. ¿Esta famosa pirámide psicológica de los humanos es trasladable a los perros? Según la etóloga estadounidense Linda Michaels sí.

¿En qué consiste la pirámide de Maslow?

Para comprender cómo funciona esta forma de estructurar la felicidad humana debemos comprender que se trata de cinco fases que se asientan una después de otra, es decir, que sin completar la primera no puede construirse la segunda, y así sucesivamente. La primera es la fisiológica, que establece que conseguimos la felicidad si vemos colmada nuestra alimentación, descanso y relaciones sexuales.

Posteriormente la fase engloba cuestiones secundarias pero que también son de alto calado como la propiedad, disponer de dónde vivir de forma estable, un empleo y la seguridad de que no nos ocurrirá nada a nosotros ni a nuestra familia. En una tercera fase llegan cuestiones algo menores comparadas con comer o tener un techo, pero también relevantes como disponer de amigos, el cariño de nuestros iguales y de una saludable vida sexual. 

Las últimas fases de la pirámide de Maslow son la de reconocimiento: sentirse con éxito, respetado y con confianza en uno mismo. Y finalmente la fase final que corona todo el proceso tiene que ver con la seguridad práctica en uno mismo que nos hace ser creativos, espontáneos y capaces de resolver problemas. ¿Cómo se enmarcarían estas fases en los perros? ¿Es posible?

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Los perros disponen de su propia pirámide de Maslow

El primer pilar de la pirámide es casi idéntica en esta nueva ordenación realizada por Linda Michaels, las necesidades biológicas colmadas tales como una buena nutrición e hidratación, que estarían en el equivalente humano, se suman a otras cuestiones propias de los canes como la necesidad de ejercitarse suficientemente. Los humanos podríamos no hacer ejercicio y sin embargo no padecer los efectos adversos en nuestra felicidad, sin embargo para los perros es capital realizar ejercicio de forma constante porque además de ser una cuestión física también lo es relacional. Además, deben tener acceso al aire en entornos abiertos, un sueño suficientemente seguro, refugio y el aseo suficiente. Por tanto, que un perro sea feliz es, en una primera fase, una cuestión meramente fisiológica donde deben obtener equilibrio en el acceso a su alimento, salud y ejercicio.

Ahora llegamos al segundo escalón de la pirámide, el de las necesidades emocionales, que es donde su felicidad coge vuelo y se asemeja más a algunas cuestiones humanas. Los perros necesitan sentirse seguros, según Linda Michaels, percibir el amor y la confianza genera en ellos un equivalente al apego que desarrollan en sus manadas. Los perros deben sentir a un líder, para ellos esto constituye un rasgo de felicidad, que seas su humano de referencia es importante, pero también que ejerzas esa forma de imponerte con la suficiente mano izquierda para que ninguna de tus pautas sea negativa. Michaels hace mucho hincapié en que todo lo que respecta a las normas y a la convivencia con humanos debe desarrollarse respetando al animal y nunca imponiendo castigos ni refuerzos negativos, entonces estaríamos haciendo involucionar su pirámide.

En el tercer escalón de la pirámide están las necesidades sociales de los perros, aquellas que no tienen que ver con el ejercicio físico, sino con una versión más sofisticada y emocional. Los perros necesitan vínculos afectivos, son animales gregarios y para ellos es tan importante pertenecer a un grupo cohesionado como otras cuestiones que parecen de una gravedad mayor. En efecto, un perro no puede sobrevivir sin comida pero sí sin amigos o sin afecto, sin embargo es conocido que un perro en soledad desarrolla rasgos depresivos que pueden generar en él un grado de estrés muy profundo, e incluso la inapetencia total. Lo que define Linda Michaels en esta adaptación de la pirámide de Maslow es que los perros necesitan jugar con los humanos, sentirse apoyados y miembros de un grupo, así serán felices de forma integral.

Por último, la pirámide de Maslow en los perros define un cuarto escalón que va destinado a las necesidades de entrenamiento amables, donde el aprendizaje está pautado de forma que el animal no recibe ningún daño. Esto es lo que hace a los perros tan similares a nosotros, y es esa necesidad de sentirse queridos, un rasgo de apego que va más allá, pues los canes desechan en su día a día cualquier muestra de agresividad y, está demostrado, se sienten más equilibrados cuanto menos situaciones de tensión o agresión viven. Lo que contrasta la idea de que, siendo animales cazadores y en muchos aspectos depredadores, podrían no verse violentados e incluso repeler situaciones de agresión o disputa.

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