Adiestramiento

¿Qué pasa cuando a un perro le educamos con castigos?

No consiste en aceptar todo del perro, muy al contrario, los canes necesitan adiestramiento pero nunca negativo

Por David Navarro

La relación que tiene un perro con los humanos no se parece a casi ninguna otra del reino animal, por eso vemos que existe una conexión muy especial entre ambos, aunque eso puede ser utilizado en positivo o en negativo. Es decir, que si la relación que tenemos con nuestro perro no es la adecuada, podemos generar mucho daño en su forma de comprender el entorno y modificar su comportamiento.

A diferencia de casi cualquier otro animal, los perros que viven con humanos consideran que pertenecen a la misma manada. El can integra en su comportamiento que debe proteger, colaborar y proveer a los humanos de la familia, y entiende que esta motivación es recíproca y que todos los integrantes de la familia estarían dispuestos a protegerlo y cuidar de él por igual. Este es un hermanamiento que explica el nivel de fidelidad de los perros, que parece que darían la vida por nosotros y que una vez que nos vamos pareciera que se desviven por seguir a nuestro lado. No es únicamente un rasgo de amor, sino que estas situaciones están relacionadas con el quid pro quo, están dispuestos a dar aquello que en el fondo esperan de nosotros.

Esta forma de dar y de recibir protección o necesidades no es algo que no hagan con sus iguales, sin embargo lo curioso es que son capaces de integrar al ser humano en esa dinámica, y ponerse a su disposición y esperar de él lo mismo. El problema viene cuando es el ser humano quien incluye en esa relación el refuerzo negativo, el castigo y la reprobación. Los perros no están preparados para mantener una relación de cercanía, de manada, y a la vez recibir refuerzos negativos, por eso desde los adiestradores y etólogos siempre se hace hincapié en que para educar a un perro la única forma posible es hacerlo desde los refuerzos positivos. ¿Pero por qué?

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¿Qué significa un castigo para un perro?

Cuando entre los propios perros surgen discrepancias se puede generar una una lucha, con gruñidos, ladridos o incluso tentativas de morder. Pero ese es un idioma común que ellos conocen, y no se refiere a una forma de educar, sino a una resolución de conflictos. El problema ocurre cuando somos nosotros los que infundimos un castigo o una penalización al perro, en ese caso el can no lo asimila como una disputa, como sería un gruñido de otro perro, sino como una pérdida de la confianza, de nosotros hacia él, y como rebote, de él hacia nosotros.

Porque los perros no comprenden las consecuencias, ni están atentos ni logran discernir entre la propiedad, las condiciones, normas o el orden. Cuando educamos a un perro a base de castigos el único mensaje que le damos es: ‘no te puedes fiar de mí’, porque para ellos esta es una actitud arbitraria que denota capricho por nuestra parte en no tratarle bien, dado que no logra determinar cuál es la causa que produce ese efecto.

Lo que se consigue cuando se adiestra a un perro desde el refuerzo negativo es que se bloquee sistemáticamente, y esto genera en él una profunda inseguridad porque empieza a dudar de todas las opciones posibles. Es decir, no logra comprender qué queremos de él o cómo pretendemos que se comporte, y entonces lo que surge es un bloqueo muy incapacitante que hace que se sienta indefenso y vulnerable. Esto a medio-largo plazo hace que su comportamiento sea huidizo, pues lo que acabará desarrollando es el pálpito de que a nuestro lado no hay certezas ni seguridades.

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A más castigos, menos confianza

Lo peor que podemos inculcar en un perro es esa sensación de arbitrariedad y de desconfianza, eso nos separa enormemente del objetivo que realmente perseguimos de adiestramiento y educación. Un perro que se siente vulnerable, desorientado y sin confianza jamás aprenderá nada, todo lo contrario. Es por este motivo que los refuerzos siempre deben ser positivos, subrayando lo que hace bien para generar un precedente válido en lo que queremos establecer como buena conducta, y negando el premio ante los comportamientos no deseables o contrarios.

El uso reiterado de refuerzos negativos puede sacar, además, la parte más agresiva del perro, porque cuando su mente colapsa, al verse vulnerable, puede llegar a la conclusión de que necesita protegerse y optar por su instinto más primario: el ataque. Un perro que está negando su propio instinto bajo indicaciones negativas de constante reprobación y castigo es un animal que puede llegar al límite de su estabilidad y su reacción puede ser impredecible.

Tanto si tu perro ladra, destroza cosas o en el paseo es muy tozudo y camina solo hacia donde quiere, ten en cuenta que todo aquel refuerzo que no sea positivo no servirá de nada en absoluto, es más, te separará del objetivo inicial que mantienes. Si tu perro ladra, debes comprender primero el motivo por el que lo hace, es una forma de comunicación necesaria, y probablemente existan razones para hacerlo. Si destroza cosas, probablemente pase más tiempo solo del que debiera, siente soledad o estrés. Y si lo que hace es tratar de caminar dando tirones a la correa, edúcalo con refuerzos positivos y trata de que el paseo sea compartido.

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