¿Puede un trastorno como el TDAH incrementar el riesgo de desarrollar trastornos adictivos?

Varios rasgos característicos de quienes lo padecen, entre ellos la impulsividad, la búsqueda de estimulación, la autorregulación deficiente y los problemas de atención y motivación, incrementan el riesgo de que estas personas desarrollen adicciones

Por Pilar Hernán

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno crónico del neurodesarrollo que se estima que afecta a entre el 4% y el 10% de la población. Como afirma el doctor Ignacio Basurte, psiquiatra, director médico de la Clínica López Ibor de Madrid y miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), varios rasgos característicos del TDAH, entre ellos la impulsividad, la búsqueda de estimulación, la autorregulación deficiente y los problemas de atención y motivación, incrementan el riesgo de que estas personas desarrollen conductas adictivas. “La impulsividad puede llevar a decisiones rápidas y poco meditadas, incluyendo el uso de sustancias. La búsqueda de estimulación intensa puede llevar a una mayor propensión a involucrarse en comportamientos adictivos para satisfacer esa necesidad. Además, la autorregulación deficiente y los problemas de atención y motivación pueden aumentar la vulnerabilidad a buscar gratificación inmediata a través del consumo de sustancias”, detalla el experto.

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Aumento del riesgo

Hay que tener en cuenta, además, los datos, pues los estudios indican que los adultos con TDAH tienen un riesgo tres veces mayor de desarrollar un trastorno por uso de sustancias (como el alcohol, la nicotina y las drogas ilegales) en comparación con los adultos neurotípicos; y que hasta el 15% de las personas con TDAH pueden desarrollar trastorno por juego, una cifra significativamente más alta que la observada en la población general.

“Es fundamental tener en cuenta que no todas las personas con TDAH desarrollarán conductas adictivas y que existen muchos factores individuales y contextuales en juego. El tratamiento temprano, la educación sobre los riesgos asociados y la promoción de habilidades de autorregulación y manejo del TDAH pueden ayudar a reducir la probabilidad de que las personas con TDAH se involucren en comportamientos adictivos”, reflexiona el portavoz de la SEPD, que considera que, en base a la evidencia científica existente, las personas con TDAH deben ser “un objetivo prioritario” en las acciones y políticas de prevención de adicciones.

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La importancia del diagnóstico precoz

Una vez más, el diagnóstico temprano es un pilar fundamental. Así lo explica el doctor Ignacio Basurte, que destaca que cuando el TDAH se diagnostica de forma precoz, permite intervenir y brindar el apoyo adecuado en etapas tempranas de la vida, lo cual puede tener un impacto significativo en la prevención. “Abordar el TDAH de manera temprana permite implementar intervenciones y tratamientos adecuados (terapia cognitivo-conductual, medicación y ajustes en el entorno escolar) que pueden ayudar a mejorar las habilidades de atención, concentración y autorregulación emocional de los niños, lo cual puede contribuir a un mejor rendimiento académico y a un mayor bienestar general”, nos explica el experto, que añade que estas intervenciones también pueden evitar las consecuencias negativas a largo plazo asociadas con el trastorno, como el aumento del riesgo de trastornos adictivos. “Al proporcionar el apoyo adecuado, se les brinda a los niños y adolescentes con TDAH las herramientas y estrategias necesarias para tener éxito en todos los ámbitos de su vida”, concluye.

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Sobre todo ello hemos hablado también con el doctor Xavier Fàbregas Pedrell, director médico del Centro Mas Ferriol, especialista en adicciones y trastornos de salud mental.

Hay datos que vinculan un problema como el TDAH con el desarrollo de conductas adictivas, ¿cuál es su opinión basándose en su experiencia?

El TDAH es un factor de riesgo para el consumo de drogas. El TDAH afecta a un 6 % de la población según los últimos estudios. Se define como un defecto del neurodesarrollo en el que hay áreas específicas del cerebro que no realizan correctamente la inhibición de estímulos irrelevantes, lo que da como resultado una dificultad en la focalización de la atención y el control de la impulsividad. Los últimos datos señalan que alrededor de un 20% de los pacientes con problemas de adicción tienen un diagnóstico comórbido de TDAH. 

¿Qué rasgos de una persona con TDAH pueden influir en esa propensión a desarrollar una adicción? 

El hecho de que muchos pacientes TDAH experimenten un aumento de su capacidad de concentración, una relajación corporal, una disminución de la angustia después de consumir drogas (especialmente con drogas estimulantes como la cocaína y el speed, pero también con el alcohol) hacen que estos efectos se perciban como una “automedicación” y se tienda a repetir el consumo. Si las consecuencias de realizar una acción son desagradables tendemos a evitar la evitación de esa conducta, pero si las consecuencias son agradables y se perciben como una mejora, los circuitos cerebrales de recompensa hacen que aumente la propensión a repetir ese comportamiento.

Los pacientes TDAH suelen tener una autoestima baja porque tienen que esforzarse más para conseguir resultados, especialmente en las materias que no les gustan. A pesar de que pueden ser los mejores de la clase en las asignaturas que les interesan, se bloquean en las que no les gustan, y esto hace que suela haber un fracaso escolar o que se saquen los cursos con mucho sufrimiento. La sensación de tener como un motorcito interno, en los casos en los que los síntomas predominantes sean la hiperactividad y la impulsividad hacen que sean frecuentemente castigados, lo que aumenta la frustración. Si cuando se experimenta con las drogas estas suponen un alivio del malestar psicológico la posibilidad de que el uso lúdico se convierta en una adicción aumenta exponencialmente.   

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¿Qué se debe hacer para tratar de abordar ese riesgo en personas diagnosticadas con TDAH para que no desarrollen una adicción con el paso de los años?

El factor que se ha demostrado más eficaz es la medicación con los fármacos que compensan los síntomas del TDAH, ya que permiten atenuar casi desde el primer día la sintomatología y en muchos casos evitan el fracaso escolar y los problemas de comportamiento. Conseguir esa compensación evita que los consumos que se puedan producir en la búsqueda de experiencias adolescentes, por presión de grupo o por curiosidad y en el marco de una oferta que no conseguimos controlar sean tan satisfactorios ya que la ansiedad, los problemas atencionales y la impulsividad disminuyen de manera clara con la medicación. Incluso en pacientes que ya tienen una problemática de adicción a las drogas o al alcohol de años suelen responder a un tratamiento farmacológico y se reduce la posibilidad de recaídas.

El abordaje de los casos debe incluir psicoterapia de apoyo para explicar el origen, los síntomas y la evolución del TDAH con y sin tratamiento. Los resultados prácticos de los primeros pasos del tratamiento suelen convencer y animar a mantenerse en tratamiento.

Es importante un diagnóstico precoz de TDAH para así tratar la situación de una forma más satisfactoria, ¿no es así?

El riesgo de la sensación de compensación que provoca la ingesta de determinadas drogas, sobre todo las estimulantes del Sistema Nervioso Central, es lo que aumenta el riesgo de desarrollar la adicción a muchas drogas. En cambio, hay un efecto paradójico, inesperado, con el uso de substancias utilizadas habitualmente como tranquilizantes, como las benzodiacepinas, que provocan un aumento de la ansiedad en estos pacientes. Por ello es importante realizar un buen diagnóstico.

Durante algunos años algunos grupos de presión negaban la existencia del TDAH considerando que eran personas con problemas con las normas tratados con demasiada indulgencia o que eran en cambio personas poco dotadas intelectualmente, incapaces de estudiar por falta de nivel. También se defendía de que el TDAH era un invento de las farmacéuticas conchabadas con médicos corruptos que drogaban a los niños. Hoy en día, se ha demostrado que es un trastorno que tiene en gran parte un componente genético y condicionantes sociales y ambientales pero que tiene tratamiento eficaz y por lo tanto diagnosticar, entender el trastorno y tratarlo adecuadamente evita graves consecuencias en forma de fracaso escolar, problemas conductuales, accidentes y adicciones a drogas. Es importante formar equipos de profesores, pediatras y psicólogos que detecten los casos en la adolescencia, que es cuando se manifiesta de manera más intensa.

En el caso de que aparezca esa adicción en un paciente con TDAH, ¿cuál debería ser el plan de actuación?

Lo primero es la información, que permita resolver las preguntas y las dudas del paciente, y en el caso de menores, también de la familia. Hay que comprobar con los tests diagnósticos validados la probabilidad de que exista el trastorno. Si salen puntuaciones altas, es conveniente hacer una prueba con medicamentos como el metilfenidato desde dosis pequeñas que se individualizarán en cada caso particular hasta llegar a la dosis eficaz para esa persona. En paralelo, se tiene que hacer un trabajo psicoterapéutico para resolver dudas, corregir hábitos, marcar nuevos objetivos ajustados a la recuperación progresiva de las capacidades y abordar también las inseguridades y la falta de autoestima que caracterizaban a esos pacientes acostumbrados a encadenar intentos fallidos, cosas dejadas a medias y fracasos. Los testimonios de primera mano de personas que padecen el TDAH y que han mejorado con los tratamientos adecuados pueden animar a esas personas que desconfían de la posibilidad de mejorar.