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Psicología

Hiperfoco, el ‘superpoder’ de concentrarse a un nivel asombroso en niños con TDAH

¿Cómo es posible que algunos niños a los que se les ha diagnosticado un trastorno de atención logren concentrarse muy por encima que la mayoría de la población? Esta aparente contracción hace a muchos padres dudar del diagnóstico

A los niños que han sido diagnosticados como TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) se les presupone, como es lógico, falta de atención, incluso en aquellos casos en los que haya una predominancia de de la hiperactividad. Si esto es así, ¿cómo es posible que en algunas actividades o tareas logren concentrarse al máximo, a niveles que muchos otros niños sin este trastorno no son capaces de alcanzar? La respuesta es que “realmente los niños con TDAH no tienen menos atención que los niños sin TDAH, pero sí tienen problemas para regularla en función de si el estímulo les resulta más o menos atractivo”, aclara Teresa Andrade, neuropediatra experta en TDAH (@todotdah).

“Este sistema de atención desregulado hace que los niños con TDAH vivan en los extremos, y pueden pasar de no prestar nada de atención en tareas académicas, a concentrarse durante horas en los videojuegos o en cualquier otra actividad que les guste”. Es lo que se conoce como hiperfoco y que responde a una dualidad puede inducir a error, a que las familias no consideren que su hijo necesite atención especializada; incluso que, una vez lo han llevado y les han comunicado que tiene TDAH, esta característica “ha hecho que muchos padres duden del propio diagnóstico porque piensan que si una persona tiene déficit de atención, éste debe estar presente en todas las áreas, y esto no sucede así en este trastorno”.

¿Qué es el hiperfoco?

“Podríamos definir el hiperfoco como la capacidad que tienen algunos niños con TDAH ( y también con otros trastornos como el TEA, es decir, trastornos del espectro autista) para concentrarse de forma intensa en aquellas actividades que les resultan especialmente interesantes o gratificantes durante un periodo prolongado de tiempo”, detalla la neuropediatra. “Es lo opuesto a la distracción. En niños con TDAH coexisten momentos de distracción frecuentes con momentos de hiperfoco”.

  • Explicación científica del hiperfoco en niños con TDAH. “Al igual que la distracción, se cree que el hiperfoco se debe a la presencia de unos niveles anormalmente bajos de un neurotransmisor (sustancia química que se utiliza para la comunicación entre las neuronas) cerebral denominado dopamina”. Es ahí donde se produce la desregulación: “esta deficiencia de dopamina hace que sea difícil realizar el ‘cambio de marcha’, y dejar de realizar actividades gratificantes para realizar otras aburridas pero necesarias. Por ejemplo, dejar de ver la televisión para hacer las tareas escolares”.
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Consecuencias del hiperfoco en niños con TDAH: ¿un obstáculo o un ‘superpoder’?

Esa asombrosa capacidad de concentración se produce, como señalábamos anteriormente, en áreas de interés del niño que, como es de esperar, no siempre están asociadas a tareas escolares u otro tipo de ‘obligaciones’. Eso puede suponer un problema a la hora de realizar aquello que se les exige y que no es de su agrado y puede incluso, “conducir a un fracaso en la escuela y a un deterioro en las relaciones sociales”.

“Cuando los niños experimentan hiperfoco se quedan absortos en un tema o actividad, y bloquean otros estímulos del mundo que les rodea”, lo que “significa que a menos que algo o alguien les interrumpa, las horas pasan, y ellos no abandonan una actividad que les está proporcionando gratificación inmediata”. En este punto, es muy importante que los padres tomen “medidas para limitar la cantidad de tiempo que el niño puede dedicar a esa actividad”.

Hay actividades que son especialmente problemáticas para estos niños, como puede ser jugar a videojuegos, ya que provoca un “aumento de la intensidad de la sintomatología TDAH por el exceso de visualización de pantallas”. En estos casos, la limitación horaria es una necesidad: “en consulta atiendo a pacientes con TDAH que pasan los fines de semana jugando a videojuegos durante todo el día”, nos cuenta Andrade, y “si el niño nunca ha tenido límites claros con esa actividad, puede costar establecerlos inicialmente, pero después todos los padres se alegran se haberlo hecho”.

“En muchas ocasiones, además, los padres tendrán que hacer algo para romper ese trance del hiperfoco”, una situación que puede llegar a exasperar, puesto que pueden creer que sus hijos no les hacen caso o que los ignoran y se achacará a un mal comportamiento. Cuando ya llega el diagnóstico del TDAH y se comprende que esta circunstancia forma parte del trastorno, el siguiente paso es buscar cómo proceder para rescatarlo de esa actividad que lo tiene absorto: “puede ayudar realizar alguna interacción con él cuando se acerque el momento de terminar con esa actividad. Un ejemplo sería establecer algún contacto físico suave, o pasarle la mano por delante de la cara, porque de otra forma, es posible que el niño no se dé cuenta de que estás tratando de llamar su atención para que abandone esa actividad”.

  • El hiperfoco, un ‘superpoder’

“El hiperfoco en sí no tiene por qué ser un problema, siempre que existan límites y se canalice hacia algo productivo”, subraya la experta. “De hecho, muchos adultos con TDAH, que también tienen esta característica, piensan que se trata de un ‘superpoder’ que les ha ayudado enormemente en muchos aspectos de sus vidas. “Precisamente, se achaca a esta habilidad, las carreras exitosas de numerosos artistas y científicos con TDAH”.

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