No te frustres: así es como pueden afectarte las emociones cuando intentas perder peso

No solo pueden ser un obstáculo, sino que pueden definir completamente nuestra relación con la comida y con nuestro cuerpo

Por Pilar Hernán

En estos primeros días de septiembre, en los que son muchas las personas que se encuentran retomando sus rutinas saludables de alimentación, nos hacemos una pregunta: ¿hasta qué punto nuestras emociones pueden condicionar un proceso en el que estamos intentando perder peso? Sobre ello hemos hablado con Ana Morales, psicóloga especializada en alimentación emocional y aceptación corporal. “Nuestras emociones actúan como una especie de brújula interna, dirigiendo muchos de nuestros comportamientos y decisiones diarias. En el ámbito de la alimentación, estas emociones pueden hacer que busquemos consuelo, recompensa o incluso escape en la comida. Es común que, ante momentos de tristeza, ansiedad o estrés, busquemos alimentos que nos generen un bienestar momentáneo. Por eso, si hemos tenido un día complicado en el trabajo, es posible que al llegar a casa elijamos una pizza o una hamburguesa en lugar de una cena equilibrada, no por hambre, sino como una forma de consuelo", nos comienza explicando la experta.

Por eso, detalla que si sólo nos enfocamos en la dieta y el ejercicio sin atender estas emociones, es como tratar de curar una herida superficial sin atender la infección que yace debajo. Por lo tanto, las emociones no sólo pueden ser un obstáculo, sino que pueden definir completamente nuestra relación con la comida y con nuestro cuerpo.

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Una buena relación con nuestro cuerpo

Existe, por lo tanto, un vínculo entre las emociones y la relación que tenemos con nuestro cuerpo. "Las emociones actúan como lentes a través de las cuales vemos y experimentamos el mundo, y nuestro cuerpo no es una excepción. Si hemos acumulado sentimientos de inseguridad, vergüenza o insuficiencia a lo largo de los años, esos sentimientos pueden colorear nuestra percepción, llevándonos a ser críticas con nuestro reflejo en el espejo. A menudo, esta autocrítica es el resultado de nuestra historia de vida, comentarios del pasado, críticas hacia nuestro cuerpo, o presiones de una sociedad obsesionada con un ideal de belleza inalcanzable. Estos sentimientos pueden persistir incluso si cambia nuestra apariencia física, lo que demuestra que su relación con el cuerpo está filtrada a través de esas emociones pasadas", nos detalla la experta.

Además, en su opinión, es vital recordar que nuestro cuerpo es un compañero de vida, de hecho, es la única pareja que va a permanecer junto a nosotras hasta que la muerte nos separe, y que merece ser tratado con comprensión y amor, independientemente de su forma o tamaño. De ahí la importancia de abordar y sanar estas emociones para cultivar una relación saludable con una misma.

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Si estamos bien, ¿nos vemos bien?

Es otra de las creencias más habituales, que incide en la importancia de estar bien para verse bien. "El bienestar emocional y mental actúa como un barómetro para nuestra autoimagen. Cuando tenemos un gran día, nuestra jefa nos ha felicitado y hemos disfrutado con nuestros amigos, es probable que, al mirarnos al espejo, esa noche, nos veamos de forma más positiva. Por otro lado, después de un día estresante, hay muchas posibilidades de que la misma persona se centre solo en pequeñas imperfecciones, reflejando la influencia de su estado emocional en su autoimagen", comenta la psicóloga.

Por eso, nos explica que cuando estamos en un estado de equilibrio interno, tendemos a ser más amables y comprensivos con nosotras mismas, permitiéndonos apreciar la belleza única que poseemos. Sin embargo, cuando nuestro bienestar se ve afectado, nuestra percepción puede volverse nublada, llevándonos a centrarnos en las imperfecciones, reales o no, y a magnificarlas desproporcionadamente. Esta relación refleja cuán estrechamente interconectados están nuestra mente, emociones y percepción corporal.

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Combatir la frustración

Uno de los problemas que puede aparecer cuando estamos a dieta es la frustración, por no ver resultados deseados tan pronto como querríamos, ¿cómo podemos gestionar esta emoción? "La frustración es un indicador de que nuestras expectativas no están alineadas con nuestra realidad. Por ejemplo, alguien puede haber estado siguiendo un régimen de ejercicios y alimentación durante un mes y sentirse desanimada al no ver un cambio significativo en la balanza. Aunque es natural querer resultados rápidos, el cuerpo y la mente necesitan tiempo para adaptarse y cambiar", apunta la psicóloga, a la que le preguntamos acerca de las estrategias para manejar la frustración.

"Es fundamental recalibrar nuestras expectativas, reconociendo que el bienestar es un viaje, no un destino. En lugar de concentrarse únicamente en el número de la balanza, podría observar otros indicadores de progreso: ¿tiene más energía? ¿duerme mejor? ¿se siente más fuerte? A veces, el verdadero progreso está en estos pequeños cambios y no solo en la pérdida de peso. Cada paso, cada elección saludable, es un logro en sí mismo. Además, rodearnos de apoyo, ya sea a través de amigos, familia o profesionales, puede ofrecer una perspectiva valiosa y reafirmar que no estamos solas en este viaje", nos explica.

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Sentimiento de culpa

Además, no podemos perder de vista que puede estar presente el sentimiento de culpa, cuando caemos en alguna tentación o vemos que no avanzamos en nuestro objetivo, ¿qué recomienda si aparece? "La culpa es una emoción que a menudo nace de expectativas poco realistas que nos imponemos. Todas tenemos días en que nos desviamos de nuestros planes, pero lo importante es cómo respondemos a esos momentos. En lugar de quedarnos atrapados en un ciclo de auto-recriminación, podemos usar esos momentos como puntos de reflexión. ¿Qué estaba sintiendo o experimentando que me llevó a esa elección? Al transformar la culpa en curiosidad, podemos aprender más sobre nosotras mismas y fortalecer nuestra resiliencia y autocomprensión", nos recomienda. Y pone un ejemplo práctico: "Imagina a alguien que ha decidido no comer postres, pero durante una celebración especial, se da el gusto de disfrutar un trozo de pastel. En lugar de sumergirse en la culpa, es más útil que esa persona reflexione sobre la situación. ¿Fue el ambiente festivo lo que la llevó a tomar esa elección? ¿Era un deseo genuino de disfrutar algo especial o estaba compensando otra emoción? Entender la razón detrás de la elección puede ser una herramienta poderosa para el autoconocimiento y evitar caer en ciclos repetitivos de culpa".

Gestionar bien las emociones

Por último, nos planteamos si una correcta gestión de nuestras emociones puede ayudarnos a perder peso, si este es nuestro objetivo. La psicóloga lo tiene claro: "Sí, y de hecho, podría argumentar que es uno de los componentes más cruciales del viaje hacia el bienestar. Al aprender a comprender y gestionar nuestras emociones, no sólo identificamos disparadores que pueden llevarnos a tomar decisiones no saludables, sino que también fortalecemos nuestra capacidad de resistencia y autocomprensión. Si alguien se da cuenta de que tiende a comer en exceso cuando está aburrido, puede buscar actividades alternativas para combatir ese aburrimiento. Al atender la causa emocional subyacente, la elección de comer en exceso puede disminuir naturalmente", comenta Ana Morales, que concluye con algo que deberíamos grabarnos en nuestra mente: "La pérdida de peso saludable y sostenible no es simplemente una cuestión de calorías o de ejercicio, sino de una relación armoniosa con una misma, que abarca mente, cuerpo y emociones".