La hidratación es la clave
La deshidratación es uno de los principales problemas que enfrentan todas las tarimas de exterior. Para que se entienda, podemos hacer un símil con nuestra propia piel: todos tenemos claro que si esta no se hidrata ni protege, se seca más rápidamente y, desde luego, no presenta el aspecto radiante que podría.
La madera natural a la intemperie requiere la aplicación periódica de aceites que penetren en profundidad, mantengan los poros saturados y creen una barrera protectora que, además de mantener su tonalidad natural, le ayudará a repeler el agua y la suciedad.
Para ello, y siguiendo con la ‘rutina de belleza’ de las tarimas de exterior, te recomendamos realizar una limpieza cotidiana con un producto que contenga aceite en su composición, de modo que al tiempo que la mantenemos limpia, le vayamos aportando una dosis de protección. De lo contrario, cada vez que la freguemos con un producto no específico para ello, se eliminará parte del aceite natural que contenga la tarima o, lo que es lo mismo, la iremos ‘desnutriendo’.
Son muchas las firmas que proponen este tipo de productos. La alemana Osmo, por ejemplo, cuenta con una completa gama, que complementa sus propias tarimas para exterior (en la imagen, una propuesta en la exótica madera de bangkirai).
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