Café con letras

Ángel Expósito nos presenta 'Mi abuela sí que era feminista': 'He tratado de contar historias de mujeres increíbles'

Tomamos un café con el popular periodista para charlar sobre su exitoso libro, un relato cercano de doce mujeres a las que admira por sus lecciones de dignidad, y, también, de feminismo

Por Daniel Arveras

Ángel Expósito (Madrid, 1964) es una de las voces más conocidas de la radio española, medio en el que enciende cada tarde La Linterna de la Cadena COPE. Su libro 'Mi abuela sí que era feminista. Mujeres superheroínas que desmontan el empoderamiento de postureo' (Ed. Harper Collins) se ha convertido en uno de los más vendidos de nuestro país desde que salió hace un mes, un libro de reconocimiento a las mujeres de toda clase y condición, también a nuestras madres y abuelas.

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- "Este no es un libro sobre la igualdad, sencillamente, porque ellas son mejores", escribes en el prólogo. ¿Es este un libro de homenaje a las mujeres?

Totalmente, y para ello he tratado de contar historias de mujeres increíbles. Cuando vas a una guerra, a un éxodo, a una crisis de refugiados, a un terremoto… hay un denominador común, siempre hay una mujer tirando del carro, ya sea una misionera, una soldado, una guardia civil o una diplomática. El hombre puede estar guerreando, trabajando, vagueando o bebiendo, pero ellas siempre están ahí. Se cumple aquello de que cuando salvas a una mujer, salvas a una familia, a una tribu y a una sociedad.

- ¿Cómo ha sido la tarea de elegir estas historias y de volver a recordarlas con sus protagonistas?

Se han quedado fuera muchas historias que ojalá valgan para otro libro. La selección ha costado, hemos tratado de tocar todas las edades y sectores (hay misioneras, soldados, deportistas, emigrantes, niñas, abuelas, mujeres de mediana edad…) antes de ponerme a escribir. Muchas de ellas ya las había conocido y, efectivamente, lo que hice fue retomar el contacto; por ejemplo, con Gloria, la hermana colombiana secuestrada por el DAES en Malí; las tres monjas que conocí en Kiev hace un año y luego he visto en España; estuve en el Chad con Silvia, la gimnasta, y luego he quedado aquí con ella. El caso de Remedios, la mujer maltratada de las 3000 viviendas, me llegó por un amigo de Sevilla.

- Siempre con el micro al pie de la noticia, acudiendo a los lugares del mundo que más sufren tragedias de todo tipo (guerras, hambrunas, terremotos, el drama de la inmigración…). ¿Eso ayuda a valorar mejor lo que realmente importa y a rechazar con mayor rotundidad postureos de todo tipo, incluido el feminista?

Cada uno de estos viajes te sirven para reordenar las prioridades, luego pasas un periodo de descompresión y vuelves otra vez al procés, a las movidas en el PP, a Pedro Sánchez, a las ocurrencias de Podemos o a la moción de censura de Vox. En cuanto al tema del feminismo, te das cuenta de lo que es la demagogia y el postureo, de ahí el subtítulo del libro. Cuando conoces a estas mujeres del libro y a otras muchas es cuando aprendes lo que es la lucha por la dignidad de la mujer.

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- Volviendo a ese llamativo subtítulo, ¿en qué consiste, básicamente, el empoderamiento de postureo?

En hacer demagogia. Cuando hablamos de economía se nos olvida que el 90% lo forman las pymes y autónomos; cuando hablamos de política se nos olvida que antes que los políticos está la gente que paga impuestos; y, al hablar de feminismo, se nos olvidan las mujeres, ya que hablamos casi en exclusiva de la ministra tal o la ministra cual. Pensamos que con decir las palabras en masculino y en femenino ya estamos haciendo feminismo, y eso es mentira. Nos olvidamos de los verdaderos protagonistas de las cosas, un error fundamentalmente de los periodistas. Los periodistas y los políticos nos retroalimentamos en exceso, ese es un error gravísimo.

- Carmen Quintanilla, todo un referente en la lucha por los derechos de la mujer rural se rebela contra el feminismo actual que pretende dar lecciones: “no tienen nada que decirnos ni nada que enseñarnos”. ¿Crees que es este un sentimiento compartido por miles de mujeres en España, aunque muchas no lo expresen públicamente por temor a no ser políticamente correctas?

Eso que dice Carmen lo comparten la inmensa mayoría de mujeres y de hombres. No es que no se atrevan, es que a lo mejor no les damos altavoz. Puede que la culpa sea nuestra. Es injusto que hablemos de la transición en España, del feminismo, de la mujer, sin recordar a las auténticas mujeres que hicieron la transición. Nosotros hemos llegado hasta aquí con todo hecho, quien se lo curró fueron nuestras abuelas y nuestras madres, quien se curró la dignidad de la mujer en España fue aquella generación, no la nuestra. Por lo tanto, es injusto no recordarlas.

- "Tres mujeres, tres monjas, tres misioneras me enseñaron como nadie qué es el feminismo", escribes. Cuéntanos brevemente el porqué de esta frase

En Malí, los yihadistas secuestraron a la hermana Gloria y la tuvieron retenida cinco años, sometida a maltrato físico y psicológico casi constante. Pese a ello, está deseando volver a África. También en Malí, conocí a la hermana Janette y otras monjitas que habían montado una escuela de oficios para mujeres donde además las enseñan a leer y escribir y, ojo al dato, educación sexual. Le pregunté a Janette qué sabían ellas de sexo y me respondió que nada, por eso habían contratado a una madre maliense, para que explicara a las niñas lo que es el clítoris, porqué es tan importante luchar contra la ablación y poder mantener unas relaciones sexuales basadas en el respeto. 

Monjas colombianas a las puertas del infierno del Daesh enseñando educación sexual, ¿puede haber algo más feminista que eso?

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- Un año de la guerra de Ucrania. También estuviste allí y conociste a unas superheroínas muy especiales que aparecen en este libro.

Antonia, 82 años, María Jesús, 77 y María, 73. Hablan ruso, ucraniano, lenguas indígenas del Amazonas, inglés, francés, lo que les eches. Tenían una escuela muy especial en Kiev “La casa de los niños” donde acogían a menores pobres y desplazados de la guerra del Donbás, hijos de madres solteras y de familias desestructuradas. Me impresionó ver cómo enseñaban a esos niños el valor de la verdadera amistad. Poco después de conocerlas, justo antes de que comenzara la actual guerra, tuvieron que sacarlas los GEO de allí, no se querían ir de Kiev.

- ¿Te ha costado pasar del micrófono en tu día a día a escribir este libro? Cuéntanos cómo ha sido plasmar sobre el papel estas historias.

Me ha costado mucho. En la radio trabajo con la presión del segundo, ni siquiera del minuto, y compatibilizar eso con escribir un libro a seis meses vista, con historias que tienes que ir elaborando y entregando, pues no ha sido fácil. He tenido un cacao mental y de organización importante. Quien se dedica a escribir un libro de historia, como tú haces, sabe que hay un periodo de investigación, otro de recopilación, otro de reordenación y luego llega la escritura, corrección y entrega. Yo tenía que hacer todo eso a la vez que llevo un programa de radio todos los días, así que he tenido que aprovechar cualquier hueco: los aviones, los trenes, las horas muertas y algunos ratos los fines de semana.

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- Incluir a tu abuela “Macaria” al final del libro es un claro homenaje a ella y a tantas mujeres de su generación, las que discretamente, a menudo sin formación ni grandes oportunidades, sacaban a los suyos adelante. ¿Deberíamos tenerlas mucho más presentes y reconocidas hoy en día?

La abuela es una excusa, pero en términos históricos y más allá de lo personal nos estamos olvidando de quien hizo la auténtica revolución de la mujer en España. Y fueron ellas, las mujeres de los pueblos, sin saber leer ni escribir en muchas ocasiones, las que sacaban adelante a sus familias. Tenían una dignidad tremenda y unos valores sobre el respeto a la mujer y la igualdad total que nos han trasladado, son nuestras madres y abuelas. Y es totalmente injusto que no se lo reconozcamos.

- El libro salió el 1 de febrero y lleva desde entonces entre los más vendidos de nuestro país. ¿Cómo explicas este éxito?

Hay dos realidades muy claras con respecto a esto: tengo la suerte de tener un altavoz muy potente con un millón de oyentes a diario, eso es así, no soy alguien anónimo que saca un libro. Como periodista, la difusión es muy importante, hay que ser objetivo.

Otro aspecto más interesante es que la gente está harta de lo políticamente correcto y este libro no lo es. No es un libro político, son las historias de un montón de mujeres, cada cual más impresionante. Frente a esto, pones el telediario ¿con qué se queda el 90% de la gente con la que te cruzas por la calle? ¿con estas doce historias o con lo que te metan en el informativo?

Todo el mundo se ve reflejado en su abuela o en esas señoras.