El Aga Khan, el príncipe 'guardián' de doña Cristina en Ginebra

La infanta seguirá viviendo en Suiza, donde trabaja para las fundaciones del Aga Khan IV. Es un líder espiritual musulmán, millonario y amigo de la infancia de don Juan Carlos

Por Martín Bianchi

El verano de 2013 fue uno de los más difíciles en la vida de doña Cristina. En pleno proceso de instrucción del caso Nóos, la infanta emprendió un viaje a Ginebra para ultimar los detalles del traslado de su familia a esa ciudad suiza, a orillas del lago Lemán. Su marido, Iñaki Urdangarin, tuvo que permanecer unos días más en Barcelona para seguir el curso de su imputación antes de poder reunirse con su mujer y sus hijos en el país helvético.

Al llegar a Ginebra, la infanta ya tenía un trabajo, una casa y una matrícula en un colegio para sus cuatro hijos. La Fundación La Caixa, para la que trabaja desde 1993, encontró la mejor solución para alejar a doña Cristina de la presión mediática que sufría en Barcelona: el puesto de directora del Área Internacional de la entidad, con la misión de gestionar los programas que tiene esa fundación con varias agencias de Naciones Unidas con sede en Ginebra.

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Sin embargo, el traslado de la familia Urdangarin-Borbón a Suiza tampoco habría sido posible sin el apoyo del príncipe Aga Khan, uno de los hombres más enigmáticos y poderosos del mundo y amigo de la infancia del rey Juan Carlos. El equipo del Aga Khan, que además de ser un rico empresario es imán de los musulmanes chiitas ismaelíes nizaríes, le ofreció a la infanta un trabajo a tiempo parcial en la Aga Khan Development Network, un conglomerado de fundaciones creado por el príncipe que cuenta con más de 80.000 empleados en 30 países y que ha sido bautizado como “una segunda ONU”.

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Allí, la infanta desempeña una doble misión: se ocupa de realizar de nexo entre la Fundación La Caixa y varias agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales, y coordina los programas entre dos fundaciones de la Aga Khan Development Network: la Aga Khan Foundation y el Aga Khan Trust for Culture. En estos años, la hermana del rey ya ha trabajado en numerosos proyectos del conglomerado solidario del Aga Khan, incluidos programas para fortalecer la sociedad civil en África y el Sudeste Asiático, y acciones de desarrollo social en las áreas urbanas de ciudades históricas como El Cairo y Nueva Delhi

Una amistad real

Muchos medios han publicado que el príncipe Aga Khan y don Juan Carlos se conocieron en el internado Le Rosey, popularmente conocido como “la escuela de reyes” (Balduino de los Belgas, Fuad de Egipto, el Sha Reza de Irán, Rainiero de Mónaco figuran entre sus exalumnos). Pero lo cierto es que el rey nunca estudió allí. Efectivamente coincidieron en Suiza, pero cuando don Juan Carlos estudiaba en el colegio de los padres marianistas de Friburgo. Ambos tenían mucho en común: edades similares, ascendencia real, una infancia lejos de sus respectivas familias y un fuerte sentido del deber desde muy temprana edad.

Además, cuando se conocieron, ambos eran príncipes sin reinos: don Juan Carlos solo era “Juanito”, a la espera de algún día poder reinar en España, y el Aga Khan era Karim al-Hussaini, futuro imán de los musulmanes chiitas ismaelíes nizaríes. Con el paso de los años, los dos llegaron a cumplir las misiones para las que fueron preparados. Con 20 años, Karim pudo suceder a su abuelo y fue proclamado Aga Khan VI, mientras que, unos años después, don Juan Carlos, fue nombrado príncipe de España y sucesor a título de rey.

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Desde entonces, la vida de ambos ha estado entrelazada. La novia de juventud del príncipe Karim, por ejemplo, se llamaba Silvia Casablancas y era sobrina de Carlos Sentís, periodista del diario ABC que cubría el exilio de don Juan, conde de Barcelona, en Estoril. Cada uno ha estado presente en los momentos importantes del otro. Don Juan Carlos y doña Sofía asistieron a la boda de la hija de Aga Khan, la princesa Zahra, en el castillo de Chantilly, en 1997. Y el Aga Khan estuvo presente en el enlace de don Felipe y doña Letizia, en 2004.

Ahora, las hijas mayores de ambos han estrechado lazos en Ginebra. Zahra Aga Khan, que también trabaja en las fundaciones de su padre en la ciudad suiza, fue una de las personas que recomendó a la infanta que inscribiera a sus hijos en el École Internationale de Genève (Ecolint). Los niños de la princesa Zahra, Sara e Iliyan Boyden, coinciden en el patio de juegos con los de doña Cristina. Y ellas también se han encontrado en más de una ocasión cuando han ido a recoger a sus pequeños a la salida del colegio. Es la historia de una amistad real... que ya va por la tercera generación.