Meghan Markle ha vuelto a la televisión para ser entrevistada en uno de los programas más visitos en Estados Unidos, el show de Ellen DeGeneres. Su presencia en el programa había generado una gran expectación, pero el tono de sus declaraciones ha sido totalmente distinto al de su controvertida charla con Oprah Winfrey. La duquesa de Sussex, que lucía una blusa valorada en 3.000 euros, ha dejado a un lado su breve paso por la monarquía británica para hablar de su etapa como actriz y contar, entre risas, una divertida anécdota sobre su antiguo coche, un Ford Explorer que tenía "vida propia". Pero además, también ha formado parte de las bromas y cámaras ocultas que suele hacer la presentadora, que dan lugar a algunos de los momentos más divertidos.
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Con un pinganillo y a las órdenes de Ellen, Meghan ha dejado con la boca abierta a unos vendedores que se colocan cerca del estudio de grabación. La presentadora le ha hecho comportarse de la manera más extraña, obligándola a hacer una sentadilla en medio de la nada, a tocar todo lo que había en uno de los puestos, o ponerse a beber leche de un biberón que llevaba en su bolso después de probar unas salsas picantes. Además, también le ha dicho que se refiriera a sí misma como "mami", hablando en tercera persona ante una serie de desconocidos que la miraban entre la risa y la extrañeza. Cada vez que la duquesa de Sussex se ponía a comer algo, la voz de la divertida comunicadora le decía al oído que tenía que hacerlo como una ardilla, lo que llegó a hacer reír a una de las mujeres que lo presenciaba. Sin embargo, el resto intentaba mantener la entereza, ya que les habían pedido, como parte de la broma, que no la trataran de manera especial.
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Al final de la broma, la propia Ellen llegaba corriendo para el alivio de Meghan, que estaba en ese momento cantando una canción sobre un gatito con una diadema con orejitas (por orden de la presentadora) a una de las vendedoras que apenas se creía lo que estaba viviendo. La conductora del espacio les explicaba lo ocurrido y todos juntos se partían de risa, poniendo caras al comprender todo lo que había pasado en los momentos anteriores. Al final era la la propia Duquesa la que se tapaba la cara con una mano, en un gesto de vergüenza por el papel que había tenido que interpretar.
La amistad de Meghan Markle y Ellen DeGeneres, que son vecinas en Montecito, California, comenzó hace años con un encuentro casual en un refugio para perros, donde la exactriz estaba debatiendo si adoptar a su primera mascota, Bogart, y la presentadora la convenció para que se llevara al animal a casa. La comunicadora también hizo una visita sorpresa al príncipe Harry y su mujer durante un viaje de verano al Reino Unido en 2019, y reveló que acunó y dio de comer a su hijo Archie, que entonces tenía cuatro meses. Más recientemente también ha estado con ellos en Halloween, donde pudo presenciar los divertidos disfraces de los dos niños de la pareja.
Ellen no ha dudado en defender públicamente a la pareja en 2019 cuando fue criticada por utilizar aviones privados para sus vacaciones en Europa. "Imagínese ser atacado por todo lo que hace, cuando todo lo que está tratando de hacer es mejorar el mundo", dijo en aquel momento la presentadora. "Son la pareja más linda y con los pies en la tierra. Veo que los atacan y no es justo. Son sólo dos de las personas más compasivas con los pies en la tierra, están haciendo mucho bien por el mundo", denunció.
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La entrevista de Meghan Markle en The Ellen Show supone su primera aparición televisiva en solitario desde que se casó con el príncipe Harry y llega tras dos semanas muy ajetreadas. Tras acudir a una gala en Nueva York, donde la Duquesa deslumbró con un sensual vestido rojo de Carolina Herrera con profundo escote en V, los Sussex conmemoraron el Día de los Veteranos en Nueva Jersey.
Meghan Markle da la campanada con una entrevista sorpresa en el show de Ellen DeGeneres
