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Constancia. Es, tal vez, la palabra mágica en lo que a cualquier práctica deportiva o actividad física se refiere. Hay que vencer la pereza, dejar de lado las mil y una excusas y ponerse manos a la obra. También pasa con el yoga. Hay muchas personas que no acaban de ver claro que esta sea una disciplina para ellos. Otros empiezan a practicarlo, pero sin ser constantes. De todo ello hemos hablado con Julia Arteaga Aguilar, autora del libro “El hábito hace al yogui”, recién publicado por Larousse. ¿Nos convencerá para que no decaigamos en nuestro empeño y cojamos, por fin, el gusto por el yoga y lo incorporemos a nuestra vida diaria?

 

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‘Yoguinear’, he ahí la cuestión

La escritora habla de 'yoguinear' y, claro está, le preguntamos cómo definiría esta palabra. “Yoguinear es tomarse el yoga con humor. Eso significa eliminar las expectativas que nos forjamos en nuestra mente a la hora de realizar las posturas o las meditaciones. Yoguinear significa practicar yoga con el único propósito de indagar en nuestro interior sin importar que lo que salga sea bueno o malo, porque siempre nos va a hacer aprender. Yoguinear es darse permiso para no llegar hasta lo más profundo de la postura, ponerse nervioso en la meditación, que nos cueste trabajo respirar correctamente, que nos enfademos de vez en cuando, que nuestras reacciones no sean siempre oportunas. En definitiva, es la intención que tenemos de mejorar como personas a través del yoga eliminando la presión de hacerlo rápido y perfecto”, nos cuenta.

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La constancia, un factor clave

Como decíamos, estamos muy acostumbrados a leer que es vital la constancia, en cualquier disciplina, en cualquier ejercicio que nos dispongamos a practicar. Nos sabemos la teoría, pero, ¿cómo llevamos esto a la práctica? ¿Cuáles son las claves para ser constante? Julia Arteaga Aguilar lo tiene claro y nos lo resume en cuatro puntos:

1. En primer lugar, dejando de lado la creencia de que una práctica regular de yoga supone hacer posturas durante una hora cada día de tu vida. Yoga pueden ser 2 minutos de meditación, un ejercicio de respiración o tres posturas. Yoga es pararte a vivir el momento presente con consciencia. Y este concepto cabe en la agenda de cualquier estilo de vida. Obviamente, notaremos los beneficios del yoga cuanto más tiempo le dediquemos, pero como en todo, importa más la calidad que la cantidad.

 

2. En segundo lugar, la forma de combinar nuestro ajetreo diario con el yoga es siendo conscientes del tiempo que perdemos en cosas que no nos aportan nada y el tiempo real del que disponemos. Una vez nos demos cuenta de esto podremos asignar un tipo de práctica de yoga realista en ese espacio de tiempo. De esta forma, el yoga no estará reñido con nuestro estilo de vida y podremos empezar a disfrutar, de verdad, de los beneficios de la práctica.

 

3. En tercer lugar, entender cómo funciona nuestra mente y el proceso de adquisición de un hábito nos ayudará a no abandonar a la primera de cambio.

 

4. Y por último, aplicar todo esto a la práctica de yoga con claves prácticas que iremos implementando progresivamente y con paciencia.

“En mi libro profundizo en cada uno de estos puntos, para que el lector solo tenga que proponérselo y ponerlo en práctica”, nos cuenta.

 

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Iniciarse en el yoga

Nos encontramos, además, con personas que no se atreven a probar con el yoga, que piensan que no es para ellos, que es lento... ¿qué les diría la experta? “Que tampoco aprendieron a andar, hablar o a leer de la noche a la mañana. Y, sin embargo, en ese momento lo afrontaron con la ilusión y las 0 expectativas de un niño pequeño que se adentra en una nueva aventura. Cuando somos adultos somos tan impacientes que buscamos obtener los resultados inmediatamente. En un principio no nos importa lo que cueste pero cuando vemos que el proceso no es tan bonito como esperábamos nos impacientamos y lo dejamos a medias. En este libro propongo una forma de practicar yoga en la que el objetivo sea disfrutar del proceso y que el beneficio sea un 'daño' colateral”, nos cuenta.

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¿El yoga es aburrido?

Y también nos encontramos con personas que, una vez que lo prueban, también piensan que no es para ellos, se aburren... ¿necesitamos darle un poco de tiempo al yoga para engancharnos a esta disciplina?

La autora del libro parte de su propia experiencia: “No las culpo, a mí me pasó lo mismo. Hace 8 años fui arrastrada a una sala de yoga. Practiqué por primera vez casi en contra de mi voluntad. Creía que no era para mí. De hecho, al principio me aburría bastante. Los beneficios estaban ahí, empecé a hacerme algo más flexible y me salían algunas posturas que jamás pensé que conseguiría. Pero me ponía nerviosa tanta relajación, tanto mantra y tanta alusión a nuestro interior y a cosas espirituales.

Oí entonces que había diferentes estilos de yoga. Así que decidí entonces mudarme a la ciudad con más oferta de yoga posible, Londres. Una vez probé distintos estilos y cientos de profesores me di cuenta de que lo importante para engancharse al yoga es encontrar a tu(s) profesor(es) y a tu(s) estilo(s) de yoga. Por lo tanto, a los que se inician en la práctica siempre les recomiendo probar en todos los sitios que encuentren. Es como si te quedaras con el primer bar que encuentras para tomarte la caña de los viernes a pesar de que es caro, el camarero es antipático y la tapa está regular, ¿no crees que sería conveniente probar en otros sitios por si acaso te gustan más? Pues lo mismo con los estilos de yoga”.

 

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Los ‘enemigos del yoga’

En el libro habla de los 'enemigos del yoga', de esos yo interiores que te hacen que no lo practiques. ¿Cómo podemos vencerlos? “Entendiendo qué papel tienen en nuestra mente. Cada uno de esos enemigos del yoga no es más que el ego disfrazándose de un personaje en concreto. Nuestro cerebro reptiliano tiene miedo de los cambios porque no sabe si va a sobrevivir a ellos. Una práctica constante de yoga conlleva una transformación tal que hace saltar todas las alarmas en el 'departamento de supervivencia' de nuestra psique. Para superarlos se trata de hacerle ver a nuestros instintos más básicos que el yoga es nuestro amigo y que no solo nos garantiza la supervivencia, sino que nos hace tener una vida más plena”, nos detalla la experta en yoga.

 

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Excusas vs argumentos

Le preguntamos cuáles son, según su experiencia personal, las razones y excusas que más ponemos para abandonar la práctica de yoga. “No tengo tiempo es la frase que más pronuncian los desertores del yoga. También las obligaciones familiares suponen un obstáculo, un trabajo muy absorbente y por supuesto la tentación de ocupar el tiempo de la práctica de yoga en ocio y otras actividades recreativas. Todas estas excusas no son más que una mala gestión de las prioridades de las personas. En este libro vemos cómo hacer para que en nuestra agenda encajen todas las cosas que queremos hacer y, por supuesto, el yoga tenga un puesto prioritario en nuestra escalera de prioridades”, nos cuenta Julia Arteaga.

 

¿Y cuáles son sus argumentos para intentar convencer a esos alumnos de que deberían seguir?

“En los centros de yoga siempre tratamos de animar a los alumnos a practicar asiduamente para que puedan obtener y ver enseguida los beneficios del yoga. Sin embargo, decirle a alguien ‘Te vas a sentir muy bien’ no es suficiente para engancharlo. El hecho de apuntarse a clase, con el riesgo de perder el dinero si no asistes, supone un aliciente más, pero es una motivación externa”, nos explica, y añade que, para ella, lo importante es que los alumnos se den cuenta de lo que puede aportar el yoga en su vida y a partir de ahí cada uno elija la dosis que necesita y cómo se la quiere gestionar. “Creo que es muy importante que el impulso de practicar yoga venga del interior. Igual que animamos a nuestros hijos a que se hagan autónomos e independientes debemos de animar a nuestros alumnos a que se hagan responsables de su propia práctica, al igual que cada uno se hace responsables de su propia felicidad y lleva el timón de su propia vida. La motivación para practicar ha de ser interna. Y eso es lo que trato de despertar en el lector con este libro”, matiza la escritora.

 

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Razones para practicar yoga

Tener claros los beneficios de la práctica de yoga es, no hay duda, el argumento de peso que puede convencernos para practicarlo. “Si quisiera utilizar un argumento convincente empezaría a enumerar los beneficios físicos que tiene el yoga”, nos cuenta la experta, y detalla los siguientes:

-Aumento de la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio.

-La tonificación del cuerpo.

-La sensación de agilidad.

-El mejor funcionamiento de nuestros órganos.

 

A nivel mental, que es donde a mí me parece más interesante, el yoga nos permite llegar a lugares de nuestro de nuestra mente y de nuestro corazón que de otra manera no llegaríamos. Nos permite calmarnos y gestionar nuestras propias emociones, también nos permite conocernos a nosotros mismos. Aterrizando este concepto, conocerse a uno mismo significaría estar tan en contacto con lo que tú eres que te permita tomar las decisiones adecuadas en cada momento, usando las reacciones apropiadas a cada instante y mejorando así tus relaciones. Es por eso que el yoga no se considera únicamente una práctica física. Ya qué influye positivamente en todos los ámbitos de tu vida. Se podría decir que el yoga nos enseña a vivir plenamente”, nos cuenta.

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¿Apto para todos?

Una duda que surge es si todo el mundo puede practicar yoga, pequeños y mayores. “Por supuesto, hay tantas formas de practicar yoga, no solo con posturas o solo con meditación, que es accesible para todo el mundo”, cuenta la experta, que piensa que nunca es tarde para practicar yoga. “Puede practicar yoga cualquier persona. De hecho, un yogui que se precie sigue practicando hasta el último de sus días. Obviamente esa práctica se adapta a la condición física y mental del practicante. La intención es practicar yoga con el máximo respeto al cuerpo, tengas la edad que tengas”, matiza.

 

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