Consejos para abordar este problema
La psicóloga clínica ofrece un listado de posibles abordajes para las personas que se preocupan demasiado:
1. No estamos acostumbrados a saber que somos capaces de detectar los pensamientos y reestructurarlos, de pasarlos de negativos a positivos. Nos creemos la historia que nos contamos a nosotros mismos, como un disco rayado. Sin embargo, un entrenamiento en saber parar y observar qué estamos pensando, cómo lo estamos pensando y verificar si es real o no, es la mejor herramienta para empezar a gestionar una estructura de personalidad cargada de preocupaciones.
2. Familiarizarnos con nuestras emociones es otra herramienta que nos prepara para el tratamiento de nuestra tendencia a preocuparnos. El miedo, el enfado y la ira, la tristeza, la rabia y la frustración son emociones que pueden ser gestionados si conocemos qué pensamientos son los que nos las disparan. De esta manera “cazaremos” el pensamiento cargado de negatividad.
3. Mantener a raya el pasado. “Pasado, pisado”. Recrearnos en el pasado es una manera de “rumiar” nuestras frustraciones, culpabilidades, añoranzas, rabias y melancolías. Si bien es cierto que como seres adultos tenemos la obligación de hacernos cargo de nuestros errores, una vez identificados, hemos de traerlos al presente para que nos sirva de aprendizaje, y no viajar en el túnel del tiempo para revivir lo que ya ocurrió. Es una manera de intoxicar de nuevo de “pre” ocupación nuestro presente.
4. Mantener más a raya aún el futuro, trampa para caer exhaustos en el mundo del malestar. Las expectativas futuristas han de ser realistas. Ni más ni menos de lo que realmente sea real, objetivo y práctico. Si bien es reforzante tener deseos, que en innumerables ocasiones son cumplidos, convertir estos en necesidades es caer en la obsesión constante y el pensamiento ansioso.
5. El “aquí y el “ahora” es el punto de referencia más saludable para el ser humano. Centrarnos en el minuto, en el instante en el que vivimos, en el detalle presente, nos hace ser conscientes de lo que realmente está aconteciendo y de manera natural nos reconduce a un pensamiento sano, novedoso y ausente de condicionantes de pasado y futuro. Aprender a centrarnos en el carpe diem es la mejor medicina para alejarnos de todo lo que intoxica nuestra psiquis.
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