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Día de la Salud Mental

Silvia Morales, psicóloga: "Procrastinar no es solo flojera o pereza. Nuestro cerebro está evitando el malestar"


Hablamos con los expertos sobre los condicionantes psicológicos que puede tener el hecho de dejar las cosas para más tarde


Silvia Morales, psicóloga del área infanto-juvenil y adulto del hospital Hospiten Roca. © Hospiten
10 de octubre de 2025 - 12:00 CEST

Todos podemos encontrarnos con situaciones en nuestra vida en la que decidimos dejar algo para más tarde. No nos apetece ponernos en un momento determinado con una tarea y la posponemos. El verdadero problema viene cuando lo hacemos de forma frecuente y convertimos procrastinar en un hábito. No podemos perder de vista es que, además, la procrastinación puede afectar de manera significativa a nuestro bienestar emocional, algo que los expertos remarcan en una jornada como el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre. 

Cuando procrastinamos, posponemos o aplazamos deliberadamente tareas o asuntos importantes, a pesar de tener constancia de que esto puede generar consecuencias negativas. “Procrastinar proviene de no saber lidiar con la incomodidad que sentimos al momento de hacer algo”, considera Silvia Morales, psicóloga del área infanto-juvenil y adulto del hospital Hospiten Roca. 

“El hábito de dejar las cosas para más tarde puede provocar una sensación de alivio inmediato (lo que favorece que sigamos haciéndolo). Sin embargo, si hacemos de esto un hábito, podemos generar varios efectos adversos a largo y medio plazo”, comenta por su parte Diego Cortes, psicólogo de Consulta Despertares, que cita, por ejemplo, un aumento del estrés y ansiedad, una bajada de rendimiento, efectos negativos en autoestima y autoconfianza, o incluso problemas de salud, pues el agotamiento mental derivado de la procrastinación puede tener consecuencias directas sobre nuestro cuerpo, afectando a la calidad de vida y aumentando el riesgo de enfermedades físicas.

mujer pensativa sentada sobre una mesa y mirando por la ventana© Getty Images

¿Por qué procrastinamos?

Todos hemos dejado algo para más tarde, pero como decíamos, cuando se convierte en un patrón de comportamiento, hay que buscar las posibles causas. Estamos ante un problema multifactorial, pues en la base se encuentra una compleja interacción de factores emocionales y psicológicos que conducen a la evasión. “Muchas veces es miedo al fracaso, ansiedad, depresión, baja motivación, falta de ilusión, baja autoestima, perfeccionismo... Procrastinar no es solo flojera o pereza”, nos comenta la psicóloga.

Una respuesta de nuestro cerebro

En opinión de la experta, esta postergación de tareas es una respuesta del cerebro. “Nuestro cerebro está evitando el malestar. Es decir, está activando nuestro sistema de recompensas inmediatas. Las mini recompensas que ganamos viendo redes sociales, vídeos o comiendo dulces son premios inmediatos que provocan que nuestro cerebro evite aquellas cosas por las que tenemos más pereza o nos cuestan más realizar. Esta respuesta tiene una explicación científica. La amígdala que se encarga del control del miedo y de la ansiedad se sobre activa cuando se percibe que algo es una amenaza. Paralelamente, la corteza prefrontal, encargada de controlar los impulsos, comienza a desactivarse. Entonces, el cerebro conduce a hacer lo fácil y placentero”, detalla la psicóloga. 

Entre los factores que influyen en la procrastinación están el miedo al fracaso, la ansiedad, la baja motivación, la falta de ilusión, la baja autoestima o el perfeccionismo

Mala gestión emocional

Solemos pensar que cuando procrastinamos, cuando lo dejamos todo para más tarde, es porque no sabemos hacer una buena gestión de nuestro tiempo. La psicóloga no lo considera así: “Procrastinar no es una mala gestión del tiempo, sino una mala gestión emocional”. 

Procrastinación y perfeccionismo

Hay otro aspecto que no podemos perder de vista, y es la relación que ya anticipábamos entre la procrastinación y el perfeccionismo. “Aunque parezcan opuestos, ambos son manifestaciones del mismo problema subyacente, el cual en la última instancia es el manejo de emociones. El perfeccionismo con su elevado nivel de exigencia provoca una constante sensación de insuficiencia personal. Esto genera ansiedad ante la posibilidad de no cumplir con dichas expectativas irreales, lo que lleva a la procrastinación como mecanismo de defensa”, nos dice Luis Guillén Plaza, Psicólogo de Trabajo y de Salud en el Centro de Psicología Psicopartner.

El psicólogo detalla que en lugar de ser vaguería, esta demora responde a una necesidad de evitar el malestar derivado de no poder alcanzar un resultado ideal, y permite al perfeccionista justificar su procrastinación con la aspiración de lograr un resultado perfecto en el futuro. “Por lo tanto, procrastinar no es una falta de compromiso, sino una estrategia de los perfeccionistas para gestionar la ansiedad y la inseguridad vinculada al perfeccionismo”, nos dice.

Consecuencias de la procrastinación

El hecho de postergar muchas de las tareas que debemos realizar puede tener importantes consecuencias en nuestra vida. Tal y como explica el psicólogo de Psicopartner, “con la procrastinación podemos ver que a corto plazo, nos permite evitar el malestar, generando un alivio inmediato al no hacer frente a esa tarea y poner en su lugar actividades gratificantes”. Pero incide en que a largo plazo como consecuencia de la demora, se empiezan a acumular todas las tareas pendientes. Todo ello puede derivar en la aparición de una fuerte ansiedad, estrés, con toda la sintomatología asociada como problemas para dormir, dificultad para concentrarse, problemas de memoria…

“Además, la procrastinación afecta a la autopercepción sobre nuestro rendimiento generando una fuerte autocritica con sentimientos de culpa, frustración e incompetencia. Estos sentimientos pueden impactar negativamente en nuestra autoestima haciéndonos sentir de poco valor laboral y académico”, indica Luis Guillén Plaza.

Procrastinar nos genera un alivio inmediato al no hacer frente a una tarea y poniendo en su lugar actividades gratificantes

¿Qué podemos hacer para evitar la procrastinación?

Hay que tomar medidas y, tal y como recomienda la experta de Hospiten, conviene seguir, por ejemplo, estos pasos:

  • Dividir las tareas, por ejemplo, en pequeños pasos.
  • Establecer plazos en las tareas.
  • Eliminar distracciones como redes sociales.
  • Comenzar las tareas a pesar de no tener ganas.
  • Cambiar de ambiente, manteniendo este organizado y sin objetos que puedan servir de distracción. 

Pero es que, además, para la psicóloga es importante dejar de creer en esos pensamientos limitantes que nos envía el cerebro. Hay que dejar de lado frases que dan vuelta en nuestra cabeza como “no sirves para eso, eres incapaz o no tienes fuerza de voluntad”. Toca, por el contrario, empezar a hablarse desde el cariño, así como encontrar el propósito o sentido de la vida. “Tenemos que hacer aquello que resulta fácil hacer, aquello que cuando lo hacemos se nos pasa el tiempo volando. Esto es lo que nos ilusiona, lo que se nos da bien, algo que es innato. En definitiva, aquello para lo que hemos nacido, aquello que haciéndolo nos hace sentir felices”, considera.

mujer escribiendo en un cuaderno en casa, sentada en el suelo© Getty Images

Buscar la motivación

Con todo ello en mente, la psicóloga invita a mirar hacia el interior para descubrir el propósito personal. Ese hallazgo, dice, es clave para recuperar la motivación, la ilusión y satisfacer una de las necesidades más profundas del ser humano: la autorrealización. “No podemos esperar a tener ganas para hacer algo porque el cerebro no funciona así. El sobreesfuerzo o la obligación son el primer paso. Así se adquiere el hábito que es lo que te permite continuar. Después del esfuerzo o del sobresfuerzo, sobreviene la ilusión y la motivación. Por lo tanto, esto es necesario para no dejar abierta la puerta de la inoperancia, de la apatía o de la desgana. En definitiva, de la procrastinación”, concluye. 

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