En los últimos Premios Planeta, la influencer gastronómica Paula Monreal Barral, más conocida en redes como Paufeel, se encontró con la reina Letizia, quien se le acercó y le preguntó sin rodeos: "¿Qué es más sano, un torrezno o una croqueta?". La creadora de contenido, especializada en comida real y recetas sin fáciles, sin gluten y saludables, respondió que un torrezno. "Yo pienso lo mismo", le dijo la Reina con una sonrisa cómplice. Ha sido la propia Paula Monreal la que ha hecho pública su vivencia en el programa KAPRA Diner, de la productora audiovisual Kapra, que se emite en directo en varias plataformas.
Aunque pueda parecer una simple curiosidad gastronómica, la pregunta encaja perfectamente con la manera en la que la Reina entiende la alimentación: desde hace años se dice que sigue un patrón de dieta antiinflamatoria muy cercano a la filosofía del Dr. Perricone. Ahora bien, ¿por qué ha tenido tan clara la respuesta la también empresaria y fundadora de la agencia de eventos gastronómicos Madyummy? Te contamos qué dicen al respecto los expertos.
En el imaginario colectivo, tanto el torrezno como la croqueta son el epítome del "capricho no saludable". Sin embargo, para alguien que, como la Reina, practica una alimentación antiinflamatoria, hay matices. "Este tipo de dieta busca reducir el consumo de ultraprocesados, azúcares añadidos, grasas trans y, sobre todo, alimentos con harinas refinadas o alto índice glucémico", explica Mireia Fernández, directora dermocosmética de Perricone MD, firma que promueve este patrón alimenticio. "Se priorizan pescados ricos en omega-3, verduras, frutas bajas en azúcar, proteínas de calidad y grasas saludables, reduciendo al mínimo aquellos ingredientes que generan picos de glucemia y favorecen la inflamación sistémica".
Por qué una croqueta no puede formar parte de una dieta antiinflamatoria
La croqueta, aunque deliciosa, tiene un punto débil: la harina. "La base de su bechamel es harina refinada, que al digerirse se convierte rápidamente en glucosa, elevando la glucemia y provocando picos de insulina", señala Marta Agustí, directora nutricional de Advanced Nutrition Programme. "Estos picos no solo pueden contribuir al aumento de peso a largo plazo, sino que también generan un entorno proinflamatorio en el organismo que lleva a pérdida de colágeno". Además, como van rebozadas y fritas, se le añaden más grasas de mala calidad y carbohidratos simples.
Por qué gana el torrezno
El torrezno, aunque rico en grasa y sal, no contiene harinas ni azúcares añadidos. "Es proteína y grasa, sin hidratos refinados que disparen la glucosa", apunta la directora nutricional de Advanced Nutrition Programme Marta Agustí. "Por supuesto, no es un alimento para consumir a diario, pero en una comparación directa, su impacto en la glucemia es menor que el de una croqueta", apostilla Mireia Fernández, desde la dirección dermocosmética de Perricone MD. "Puestos a 'pecar' en un aperitivo improvisado, el torrezno gana como opción más saludable, de corrido", concluye la experta.
No todos los torreznos valen
El dietista- nutricionista Josema Catalina, autor del libro El diseño humano y creador del pódcast Comer bien en Onda Cero, asegura que, aunque los torreznos son un alimento altamente nutritivo, con gran perfil lipídico y proteína de calidad, no todos valen. Explica que el problema está en la forma de cocinado y en los productos con los que se suele acompañar. "En bares y restaurantes el método de cocinado es la freidora industrial con aceites vegetales de semillas (girasol, colza, maíz, soja, lino...). Todos ellos reutilizados una y otra vez, lo que los convierte en tóxicos (aldehídos)", explica el experto.
"Estos aceites de semillas son ricos en ácidos grasos omega-6 (ya de por sí inflamatorios) que, además, para su extracción, son sometidos a altas temperaturas que los oxidan", asegura. Según el nutricionista, "son grasas poco estables que no soportan bien el calor". Habla de altas temperaturas en su extracción y en la fritura. Y agrega: "también en dichos procesos se suelen añadir disolventes químicos como hexano".
A los mencionados tóxicos de los aceites y fritura, sumamos ahora los azúcares y el alcohol con que se acompañan (pan y cerveza). ¿Qué sucede al juntar los azúcares con las grasas del torrezno en la misma ingesta? El dietista lo explica así: "el pan y la cerveza elevan la insulina (hormona almacenadora) provocando que los lípidos consumidos sean almacenados rápidamente en los michelines, generando obesidad, síndrome metabólico..." Por si fuera poco, las grasas del torrezno "ultrafrito" son a su vez "glicadas" por los azúcares, generando lipoxidación y, en definitiva, pasando de saludables a nocivas, según Josema.
En resumen, aunque torreznos y croquetas parezcan simples caprichos, su impacto en la salud es muy distinto. Y en esta comparación inesperada, la reina Letizia no dudó en elegir al ganador.