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Primer plano de Jordi Évole© Getty Images

Salud

La enfermedad de Jordi Évole podría tener un tratamiento efectivo en poco tiempo

Un estudio internacional coordinado en España por el Dr. Rafael del Río Villegas muestra resultados prometedores con TAK-861 (Oveporexton), un nuevo tratamiento que actúa sobre el origen de la narcolepsia tipo 1, de la que se deriva la cataplejia, la enfermedad por la que hemos visto a Jordi Évole desplomarse tras un ataque de risa.


26 de mayo de 2025 - 18:00 CEST

Hace unos años, durante una entrevista conducida por Pablo Motos al presentador Jordi Évole en El Hormiguero, vimos como Évole sufría un episodio denominado cataplejía, una pérdida súbita del tono muscular desencadenada por emociones fuertes. Por ello, tras un ataque de risa, Évole perdía el control de su cuerpo y parecía haberse quedado dormido. 

La cataplejía es una de las consecuencias derivadas de la narcolepsia tipo 1. Afortunadamente, la investigación científica está permitiendo que cada vez se esté más cerca de curar este síntoma, derivado de la narcolepsia, y la propia patología

Y es que un ensayo clínico internacional, cuyos resultados se han publicado recientemente en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, demuestra que un nuevo fármaco oral, el TAK-861 (Oveporexton), es capaz de mejorar significativamente los síntomas de esta enfermedad. En España, el coordinador del estudio ha sido el Dr. Rafael del Río Villegas, investigador de la Universidad CEU San Pablo y responsable de la Unidad de Neurofisiología y Trastornos del Sueño de los hospitales Vithas Madrid Arturo Soria y Vithas Madrid La Milagrosa.

Hemos hablado con él para que nos ayude a entender qué implica este avance, por qué puede considerarse un cambio de paradigma en el tratamiento de la narcolepsia y la cataplejía, y qué pueden esperar los pacientes en los próximos años.

Una enfermedad cuya causa es conocida

 En España, la narcolepsia afecta a unas 25.000 personas afectadas, según datos de la Sociedad Española de Neurología. Sus principales síntomas son la somnolencia diurna excesiva, los episodios de cataplejía, alteraciones del sueño nocturno y alucinaciones hipnagógicas. Existen dos tipos de narcolepsia. En la de tipo 1, en la que la mayoría de los pacientes experimentan cataplejía y tienen un déficit de hipocretina u orexina en el cerebro. En la narcolepsia tipo 2, no existe cataplejía.

A diferencia de otras enfermedades neurológicas, la causa de la narcolepsia está bien identificada. “Sabemos que la enfermedad se debe a un déficit de señalización de la orexina, también llamada hipocretina, un neuropéptido que regula los ciclos de sueño y vigilia. En los pacientes con narcolepsia tipo 1, estas neuronas del hipotálamo lateral prácticamente han desaparecido”, explica el Dr. del Río.

¿Por qué desaparecen? Aunque no se conoce con certeza, todo apunta a una causa autoinmune. “La hipótesis más aceptada es que el sistema inmunológico destruye estas neuronas por error. Esto deja al paciente sin la señalización necesaria para mantenerse despierto, lo que explica todos los síntomas característicos de la enfermedad”, añade.

¿Cuándo se produce esta enfermedad? 

La narcolepsia tipo 1 suele comenzar en la adolescencia o en la juventud, y sus efectos son devastadores. Las personas afectadas pueden quedarse dormidas durante conversaciones, comidas, clases o incluso mientras conducen. Las emociones intensas, como la risa, la ira o la sorpresa, pueden desencadenar episodios de cataplejía, durante los cuales el paciente pierde el control muscular, pero permanece consciente, que fue lo que le ocurrió a Jordi Évole

Todo esto provoca un fuerte aislamiento social, problemas de autoestima y altos niveles de ansiedad y depresión. “Es una enfermedad que no solo afecta al cuerpo, sino también a la vida emocional y social del paciente”, recalca del Río.

Hasta ahora se han estudiado medicamentos que tratan los síntomas por separado, por ejemplo, estimulantes para la somnolencia o antidepresivos para la cataplejía. Pero ninguno actuaba sobre el origen fisiopatológico de la enfermedad

¿Cómo funciona el nuevo tratamiento para la narcolepsia tipo 1 que se está investigando? 

El ensayo clínico publicado ahora en NEJM se centra en activar directamente los receptores de la orexina, compensando así el déficit del neuropéptido. “TAK-861 es un agonista selectivo del receptor 2 de la orexina, lo que significa que se une a ese receptor y lo activa, imitando el efecto de la orexina natural”, señala el experto. Es decir, el fármaco TAK-861 no sustituye la orexina como tal, pero sí genera un efecto muy similar al que tendría la molécula natural. Es la primera vez que se logra este nivel de precisión terapéutica en el tratamiento de esta enfermedad.

Esto marca una diferencia sustancial con respecto a los tratamientos actuales. “Hasta ahora, hemos estado utilizando medicamentos que tratan los síntomas por separado, por ejemplo, estimulantes para la somnolencia o antidepresivos para la cataplejía. Pero ninguno actuaba sobre el origen fisiopatológico de la enfermedad. Esta es la primera vez que podemos hacerlo, y los resultados son muy superiores”, subraya.

¿Qué resultados ha mostrado TAK-861?

El ensayo, de fase 2, fue multicéntrico y controlado con placebo. Se realizó con 112 pacientes diagnosticados de narcolepsia tipo 1 en distintos países. Los resultados fueron contundentes: mejoras significativas en la latencia del sueño, medidas con la prueba de mantenimiento de la vigilia (MWT), una reducción de la somnolencia diurna según la escala de somnolencia de Epworth (ESS), y una disminución notable de los episodios de cataplejía.

Pero lo más destacado es que el tratamiento también mostró un perfil de seguridad muy favorable. “Los efectos secundarios más comunes fueron insomnio y frecuencia urinaria, pero todos ellos fueron leves y se resolvieron en una semana. No se reportaron casos de toxicidad hepática, lo cual es un dato muy importante, especialmente si lo comparamos con otros fármacos utilizados anteriormente”, detalla el Dr. del Río.

Los resultados del ensayo en fase 2 han mostrado mejoras significativas en la latencia del sueño, medidas con la prueba de mantenimiento de la vigilia (MWT), una reducción de la somnolencia diurna según la escala de somnolencia de Epworth (ESS), y una disminución notable de los episodios de cataplejía. 

¿Qué implica que el estudio esté en fase 2?

Como explica el doctor, los fármacos atraviesan varias etapas antes de llegar a los pacientes. “La fase 2 es el primer momento en que el medicamento se prueba en pacientes con la enfermedad. Se busca comprobar su eficacia preliminar y, al mismo tiempo, establecer cuál es la dosis óptima en función de sus efectos secundarios. Es un paso crucial en el desarrollo de cualquier tratamiento”, afirma.

Antes de eso, el fármaco ha pasado por la fase 1, en la que se analiza la tolerancia y la farmacocinética (cómo lo asimila el cuerpo o cómo se elimina…) en voluntarios sanos. Y después llegará la fase 3, que incluye a muchos más pacientes y compara el nuevo medicamento con los tratamientos existentes. “La fase 3 es necesaria para confirmar los resultados y para que las agencias reguladoras, como la EMA en Europa o la FDA en EE.UU., puedan aprobar su uso”, explica.

¿Cuándo podría estar disponible?

Aunque el entusiasmo por los resultados es evidente, aún queda camino por recorrer. “Si todo sigue su curso sin contratiempos, podríamos estar hablando de una aprobación entre finales de 2027 y principios de 2028”, estima el doctor.

Una vez aprobado por las agencias, comenzaría el proceso de negociación con los sistemas de salud de cada país, lo que podría alargar ligeramente la llegada efectiva a los pacientes.

¿Podrán beneficiarse todos los pacientes?

Una de las grandes incógnitas en este tipo de investigaciones es si los efectos del tratamiento son homogéneos en todos los pacientes. En este caso, la respuesta parece ser afirmativa. “La impresión que tenemos es que prácticamente todos los pacientes con narcolepsia tipo 1 se benefician del tratamiento, independientemente del sexo, la edad o el tiempo que lleven con la enfermedad”, afirma del Río.

Aunque más adelante podrían identificarse diferencias individuales, por ejemplo, relacionadas con la genética o el metabolismo del fármaco, lo que se ha observado hasta ahora es una respuesta positiva en todos los casos evaluados.

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