La estimulación transcraneal, ¿una alternativa para tratar la migraña?

Un experto aclara nuestras dudas sobre esta técnica, que se utiliza también para otras afecciones neurológicas

Por Pilar Hernán

Sin duda, la migraña condiciona la calidad de vida de aquellas personas que la padecen. Podríamos decir que es, de hecho, mucho más que un dolor de cabeza, pues esta afección se caracteriza por ataques de cefalea pulsátil, a menudo de un solo lado, que se asocian a un aumento de la sensibilidad a la luz, al sonido, náuseas, vómitos y, con frecuencia, mayor sensibilidad al dolor en la región cérvico-cráneo-mandibular. Y hay que tener en cuenta que es un problema de salud bastante habitual, una patología muy frecuente, que en España puede llegar a afectar al 12% de la población, aproximadamente 5 millones de personas la padecen en nuestro país, y un 80% de los afectados son mujeres entre 20 y 40 años. “Hay que destacar que es la primera causa de discapacidad en menores de 50 años. De hecho, más del 50% de las personas con migraña presentan un grado de discapacidad grave o muy grave, siendo la discapacidad muy grave para casi el 70% de los que sufren migraña crónica, y del 19% para las personas con migraña episódica”, afirma Juan Montaño, director de la unidad de cefalea y dolor crónico de Onelife Center (www.onelifecenter.es).

Por eso, los pacientes acuden a consulta en busca de soluciones para tratar de controlar los síntomas, muy incapacitantes. Actualmente, la medicación y la intervención cognitivo-conductual son las dos estrategias de tratamiento más comunes contra la migraña. “El desconocimiento por parte de los pacientes de otras opciones de tratamientos coadyuvantes para mejorar la sintomatología, como es la terapia transcraneal directa, provoca que muchos de ellos se vean en una situación de incertidumbre, desconsuelo, e incluso, desarrollan síntomas de ansiedad y depresión, factores que llevan a agravar la sintomatología”, explica el especialista.

Qué es la estimulación transcraneal

La estimulación transcraneal directa por corriente continua es un tipo de neuromodulación, mediante estimulación cerebral no invasiva y no dolorosa, que busca regular la actividad neuronal en personas afectadas por dolor crónico como es la migraña (aunque, como nos explican, también se emplea en dolor neuropático, fibromialgia, dolor postoperatorio, dolor lumbar, etc.), otras afecciones neurológicas como enfermedad de Parkinson, accidentes cerebrovasculares, epilepsia, esquizofrenia, e incluso, adicciones.

¿Cómo se realiza? Esta intervención consiste en la aplicación de corriente eléctrica de forma controlada en el cuero cabelludo, lo que puede aumentar o disminuir la actividad de diferentes áreas del cerebro. En el tratamiento para la migraña se actúa sobre la corteza motora primaria, la corteza prefrontal y la corteza visual. El objetivo principal es restaurar su función normal y conseguir un efecto positivo de funciones cognitivas como en la atención, el pensamiento y la memoria, la regulación de las emociones, la capacidad para controlar los movimientos y, por supuesto, en el dolor.

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Cuáles son sus beneficios

Entre los beneficios de la estimulación transcraneal en la migraña se encuentran la reducción significativa de los siguientes síntomas:

  • Frecuencia de los ataques de migraña.
  • Intensidad del dolor migrañoso.
  • Sensibilidad al dolor.
  • Duración de los ataques de migraña.

A todo esto hay que sumar que, además, disminuye la cantidad de medicamentos de rescate utilizados (ergotamina, ibuprofeno, paracetamol, triptanes, etc.), así como el grado de discapacidad, al ver el paciente reducidos los síntomas más importantes de esta patología.

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¿Quién se puede beneficiar especialmente de esta técnica?

Tal y como nos explica el doctor, según la III edición de la Clasificación Internacional de Cefaleas (ICHD-III), la migraña se describe como una “cefalea primaria”, y es precisamente en esos trastornos dolorosos crónicos primarios (fibromialgia, dolor neuropático crónico, dolor lumbar crónico inespecífico, etc.), donde la estimulación transcraneal directa se está investigando, aplicando y demostrando resultados favorables.

“Los trastornos dolorosos crónicos primarios se caracterizan por la existencia de una alteración del procesamiento del dolor en el sistema nervioso, que puede ser tanto periférica como central, o ambas. Esto lleva a una amplificación y persistencia del dolor más allá del daño presente en los tejidos (si es que existe) y del tiempo de curación de los mismos, respectivamente”, apunta, y añade que además de su aplicación en el campo del dolor, también se han investigado sus efectos en enfermedades neurológicas como el Parkinson, accidentes cerebrovasculares, esclerosis múltiple, epilepsia, esquizofrenia, e incluso en adicciones. “Entre los trastornos en los que más evidencia científica de generar buenos resultados presenta es en la depresión, el insomnio y ciertas alteraciones cognitivas (aprendizaje, memoria, etc.)”, detalla.

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¿Puede tener algún tipo de efecto secundario?

Los efectos adversos son raros y temporales. Suelen ser leve escozor/picazón/quemazón/hormigueo en la piel bajo el electrodo, dolores de cabeza o cambios en el estado de ánimo, náusea o mareo; aunque todos estos síntomas son transitorios, y no suelen durar más de 24 horas. Es crucial destacar que la seguridad y la eficacia de la estimulación transcraneal dependen de varios factores, entre ellos la intensidad de la corriente, la duración de la estimulación y la ubicación dentro del cerebro que se está estimulando. Además, no está exenta de riesgos potenciales, tales como la quemadura de la piel bajo el electrodo al estar usando una corriente que tiene polaridad, y su uso debe ser supervisado por profesionales capacitados”, explica el especialista.

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¿Tiene alguna contraindicación?

“Los estudios nos dicen que no apliquemos esta terapia en pacientes con diferentes dispositivos médicos implantados como desfibrilador, electrodos cerebrales profundos, placas o metales intracraneales, marcapasos, pacientes que han sido sometidos a trepanación, con lesiones en el cuero cabelludo o en la piel, incluso en mujeres embarazadas y en niños”, explica el doctor.

Y detalla que estas contraindicaciones y precauciones pueden variar según las pautas específicas y las condiciones clínicas. Es fundamental que cualquier persona interesada en someterse a la estimulación transcraneal sea evaluada por un profesional de la salud especializado antes de la aplicación.

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¿Cuándo empiezan a notarse resultados?

Hay que tener en cuenta que no es una intervención en la que habitualmente los resultados se noten de manera significativa durante o inmediatamente después de finalizar el tratamiento, sino que más bien suelen empezar a experimentarse a partir de las 3ª-4ª semana tras el final de su aplicación, cuando se produce un cambio en la excitabilidad gracias a la neuroplasticidad cerebral.

“No obstante, podemos obtener ya resultados durante el tratamiento, sobre todo, si combinamos la intervención con ejercicio, terapia manual, o alguna otra intervención mientras el paciente está recibiendo la estimulación. Uno de los efectos que es más común que los pacientes perciban durante las sesiones es una mejoría de la calidad del sueño, algo que suele estar afectado en personas con migraña y otros síndromes dolorosos crónicos”, nos dice.

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¿La migraña se puede prevenir?

Tal y como detalla el experto, los pacientes con migraña crónica precisan recibir tratamiento preventivo, pero menos del 10% de ellos lo realiza en nuestro país, frente al 25-50% de ellos que lo necesitaría. “La Educación en Dolor es una de las armas preventivas más necesarias. Ayuda a los pacientes a obtener una adecuada información y formación y a deshacerse de creencias erróneas y miedos que pueden surgir de información desactualizada o incorrecta proveniente de fuentes no fiables que no se basan en la ciencia. Esto puede ayudar a reducir el estado de alerta-protección en el que se encuentra el organismo de una persona con migraña” explica Juan Montaño.

Además, hay otras medidas de prevención, entre las que podemos destacar la práctica de actividad y ejercicio físico adaptados y supervisados, una oportuna gestión del estrés, la mejora de la higiene del sueño y adaptación de los ritmos circadianos, el cuidado de la alimentación, así como la reducción de los hábitos tóxicos (exceso de alcohol, cafeína, medicación, tabaco, etc.).