Estos son los síntomas que te dicen que podrías estar deprimida

No siempre pensamos que nos puede pasar a nosotras, pero le puede ocurrir a cualquiera, y más en este contexto de pandemia. Reconocer los síntomas nos ayudará a pedir ayuda antes de que se convierta en algo más grave o se cronifique.

Por Nuria Safont

Los síntomas de la depresión o de la ansiedad no siempre son fácilmente reconocibles, puesto que podemos pensar que, simplemente, estamos más tristes de lo normal o más preocupados por la situación que estamos viviendo, nada extraño, teniendo en cuenta la pandemia por coronavirus. Sin embargo, los especialistas alertan de un aumento de estos trastornos, que pueden agravarse si pasan desapercibidos y si no se tratan. Por eso, es importante reconocer las señales que nos indican que podemos estar sufriendo estos problemas de salud mental, que pueden pasarle a cualquiera y que no son sinónimo de debilidad ni deben estigmatizarse. La doctora María Sánchez, de Cigna, nos ayuda a conocer mejor estas dos enfermedades para poder pedir ayuda si sospechamos que lo podemos sufrir. 

¿Qué es la ansiedad? 

La ansiedad es una emoción natural que surge en situaciones en las que las personas que la sufren perciben una amenaza. Esta situación puede ser una amenaza real o imaginada. Existen diferentes tipos de ansiedad: la normal o adaptativa y la ansiedad patológica.

La primera se explica por el estímulo desencadenante, ya que aparece como reacción ante una situación y es necesaria para sobrevivir y tomar decisiones que permiten la adaptación al medio. La ansiedad patológica, por el contrario, aparece ante un peligro que no es real o cuando su intensidad y duración son desproporcionadas. Es altamente incapacitante y puede desadaptar a la persona, lo que conlleva un gran sufrimiento.

Los síntomas de la ansiedad son preocupación excesiva, miedo intenso, hipervigilancia y síntomas somáticos, o cualquiera de estos, en ausencia de una situación peligrosa.

¿Y la depresión?

La depresión es un estado caracterizado por el ánimo anormalmente bajo, por lo que podría confundirse con la tristeza. Pero no es lo mismo. Estar tristes es un estado de ánimo relativamente habitual, que por sí mismo no es indicador de ningún trastorno mental. Es la reacción psicológica ante algo que nos ha herido o ante unas circunstancias complejas de las que consideramos complicado escapar. La tristeza es, por tanto, una más de las emociones humanas que se ciñe a una situación. Es decir, se sabe la razón y el motivo de ese estado de ánimo.

Sin embargo, la depresión es un trastorno del estado del ánimo que se caracteriza, entre otros síntomas, por una emoción de tristeza intensa que perdura en el tiempo, apatía, angustia, irritabilidad excesiva, cansancio o sentimiento de culpa. Así, la tristeza es uno de los síntomas más frecuentes de la depresión, pero estar triste no es sinónimo de estar deprimido. Mientras que la tristeza es algo pasajero, las personas que sufren un cuadro depresivo están en una situación crónica de malestar y desazón.

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Cuáles son los síntomas de la depresión

Los síntomas de la depresión son variados, pudiéndose producir durante gran parte del día o en días alternos, dependiendo de cada persona:

  • Fisiológicos: tristeza, apatía, abatimiento, astenia, decaimiento, irritabilidad o cambios de peso y de los ciclos del sueño son algunos de los síntomas más destacados en las personas que sufren depresión.
  • Cognitivos: pérdida de interés por realizar actividades con las que antes se disfrutaba, sensación de incapacidad para afrontar el día a día o sentimiento de inutilidad, así como pensamientos recurrentes sobre la muerte, pesimismo o considerar que se tiene una vida ‘vacía’.
  • Motores: los síntomas anteriores acaban derivando en enlentecimiento mental o agitación psicomotriz, disminución de la atención o la memoria, aislamiento, llanto o, incluso, intentos de suicidio.

¿Qué es la pre-depresión?

Cuando en el ambiente de una persona ocurren cambios que son percibidos como desagradables, lo que en psicología se denomina ‘pérdida de reforzadores’, o lo que es lo mismo, pérdida de algo o alguien valioso se produce un desequilibrio entre el balance positivo y negativo de la persona; atravesando un periodo normal de tristeza. No obstante, si no se afronta de forma eficaz, puede aparecer la depresión. El sistema nervioso, encargado de regular el estado de ánimo, baja su producción de neurotransmisores y eso ayuda a que comience la fase de pre-depresión.

¿Qué podemos hacer para evitar estos trastornos?

Cada situación afecta de forma diferente a las personas, pero sí es verdad que hay ciertos comportamientos y formas de abordar las situaciones, así como actividades, que pueden alejarnos de sufrir un estado depresivo. Por ejemplo, practicar ejercicio físico es uno de ellos. Además de ser beneficioso para el estado de salud física, el ejercicio mejora el flujo sanguíneo haciendo que mejora el buen humor.

Mantener la mente activa, establecer rutinas o entablar conversaciones con personas de confianza también ayudan a prevenir la depresión. Realizar actividades enfocadas a entrenar la lógica y la memoria, así como realizar puzles o juegos de cartas son buenos ejercicios mentales que, además, ofrecerán momentos de ocio y bienestar, evitando la sensación de soledad. A ello hay que sumar una dieta equilibrada. La alimentación juega un papel fundamental en la salud mental, por lo que conviene llevar una dieta rica en vitaminas, antioxidantes y ácidos grasos o pescado azul.

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    ¿Es normal estar deprimido en este contexto de pandemia?

    La pandemia COVID-19 ha traído grandes cambios en un corto espacio de tiempo. El confinamiento, el distanciamiento social o el estrés derivado de la incertidumbre en que vivimos pueden generar tristeza, irritación, ansiedad o depresión por no poder controlar la situación. De hecho, según estimaciones de la OMS, los trastornos mentales podrían multiplicarse por dos como consecuencia de la pandemia.

    Adaptarse a esta incertidumbre será la única vía para lograr que los efectos psicológicos disminuyan, contribuyendo a evitar la aparición de trastornos mentales más graves. Recuperar el control de nuestra propia vida pasará por interiorizar y readaptar nuestros hábitos a la nueva realidad y a sus nuevos principios: la digitalización como pilar básico, la salud física y el equilibrio emocional como motor de cambio colectivo o la cooperación entre personas para lograr la superación de retos que afectan al conjunto de la sociedad.

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    Consejos para abordar los estados de ánimo cambiantes. 

    Para que los estados de ánimo sean los adecuados, la sensación de control sea mayor y la incertidumbre disminuya, desde Cigna recomendamos plantearse objetivos personales a corto y medio plazo que se vayan adaptando a las circunstancias y así evitar la frustración.

    Trabajar las relaciones sociales también es clave en este periodo en el que el distanciamiento social puede agravar los sentimientos de soledad. Para evitarlo, hay que trabajar, ahora más que nunca, las relaciones con amistades y familiares, por lo que las vacaciones de Navidad pueden ser un buen momento para ello (siempre respetando el máximo de personas que pueden reunirse). Tal y como revela el estudio de Cigna, ‘COVID-19 Global Impact’, una vez se regresó a la rutina y a las obligaciones del día a día, el vínculo con los familiares disminuyó en octubre al 56%. De ahí la necesidad de aprovechar estos días libres para fortalecer lazos.

    Por otro lado, todos los objetivos y acciones dirigidos al autocuidado repercuten en la confianza en uno mimo. Entre ellos está la recuperación de rutinas y apostar por una alimentación saludable y equilibrada, o dejar tiempo libre para poner en práctica hobbies personales.

    En definitiva, el camino para superar esta época de transición correctamente estará en aceptar y aprender de lo ocurrido, readaptar la vida laboral, social y familiar a los nuevos requerimientos y, sobre todo, en vivir el presente y trabajar la capacidad individual para superar la adversidad y los retos que están por venir.

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