El importante papel de la palabra para ayudar a los pacientes que sufren dolor crónico

Si nuestra cultura nos ha lanzado el mensaje erróneo de que hay que ‘aguantarlo’, hoy los expertos piden que los pacientes busquen ayuda, puesto que hay tratamientos que lo mitigan y recuerdan que la palabra, la escucha y la comprensión actúa como un bálsamo

Por Nuria Safont

Todos sabemos qué es el dolor y lo identificamos cuando nos hacemos daño o cuando algo nos sienta mal o la cabeza nos va a estallar. Pero hay personas que sufren dolor constantemente y, además de los fármacos que mitiguen su sufrimiento, necesitan también comprensión por parte de la sociedad y, sobre todo, de la comunidad médica que los atiende. 

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España, un 32% de la población adulta padece algún tipo de dolor y un 11% que lo padece de manera crónica, es decir, sufre al menos un cuadro de dolor que dura más de seis meses. Además, un 5% de la población adulta manifiesta dolor diariamente, con lo que esto implica: una grave afectación física y psicológica en el día a día y un gran impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen. Además de las estrategias terapéuticas farmacológicas, la palabra y la escucha activa es un bálsamo curativo para las personas que lo padecen. 

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¿Qué es el dolor? 

El dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una enfermedad o trastorno. Se trata de una experiencia subjetiva y cada persona aprende a aplicar el término como resultado de las experiencias asociadas a daños sufridos anteriormente.

“Existen distintos tipos de dolor que tradicionalmente englobamos en tres grandes grupos: el dolor nociceptivo, que es el causado por la activación de los receptores del dolor en respuesta a un estímulo (por una lesión, inflamación, infección, enfermedad,…); el dolor neuropático, como consecuencia de daño sobre el propio sistema de comunicación del sistema nervioso y que se considera un dolor patológico, ya que no tiene ninguna utilidad como mecanismo de alerta o defensa; y finalmente, un dolor con condiciones mixtas de los dos”, explica el Dr. Alan Luis Juárez-Belaúnde, Coordinador del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la Sociedad Española de Neurología (SEN). ¿Qué pasa cuando este dolor se cronifica? 

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La cruz del dolor crónico 

Uno de cada seis españoles padece dolor crónico, según se recordó en la júltima ornada para pacientes que anualmente celebran la Sociedad Española del Dolor (SED) y la iniciativa de Grünenthal, Dolor.com. Llamada ‘Tu Dolor Importa’, esta cita ha remarcado la importancia de la experiencia del propio paciente en el abordaje de sus patologías cuando estas cursan con dolor, y de luchar contra la incomprensión que a veces experimentan. De hecho, los expertos resaltan la importancia de humanizar la asistencia a las personas que sufren dolor crónico. 

En opinión de la Dra. María Madariaga, anestesióloga y coordinadora del evento por parte de la SED, "la atención al dolor crónico en nuestro país sigue siendo mejorable, tanto dentro del ámbito de Atención Primaria como en Atención Especializada". Esta experta indica que “la formación para el manejo de fármacos analgésicos y coadyuvantes sigue siendo una asignatura pendiente”, e incide en la necesidad de “hacer crecer y mejorar las unidades de tratamiento de dolor”. 

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El tratamiento farmacológico y el poder de la palabra 

La Organización Mundial de la Salud estableció en 1986 la escalera del tratamiento de dolor, originalmente para el dolor de cáncer, pero que hoy se puede aplicar a otros tipos de dolor. Esta escalera es la base del tratamiento y define tres escalones dependiendo de la gravedad. En el primer escalón, que se reserva al dolor leve, se recomiendan los antiinflamatorios y coadyuvantes para aumentar la eficacia analgésica menor (paracetamol, aspirina, antiinflamatorios no esteroideos). Si el dolor persiste se aconseja asociar a los antiinflamatorios un opioide en un segundo escalón. El tercer escalón, para el dolor de moderado a severo, se recomienda el tratamiento con un opioide mayor.

También es importante destacar el poder de la palabra. De hecho, los expertos destacan que la química ayuda, pero fármacos como la morfina no tienen el mismo efecto si se administran en un contexto de comprensión y empatía hacia el paciente. 

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