Así es como la dieta puede ayudarte a reducir volumen

Es un problema multifactorial, y puede influir desde la alimentación a la retención de líquidos

Por Pilar Hernán

Uno de los objetivos de muchas mujeres es perder volumen. Se notan hinchadas y se plantean si la dieta puede convertirse en una buena aliada de su figura. Pero antes de buscar solución, toca comenzar buscando las causas. Así, una de las primeras cuestiones que debemos plantearnos es a que suele deberse el aumento de volumen corporal. Y los expertos coinciden en que es un problema multifactorial. “Puede deberse a múltiples razones. Puede haber un problema metabólico, un problema hormonal, una perimenopausia o una menopausia… También puede ser una tendencia constitucional que te haga a coger más peso o retener líquidos y también hay temas emocionales que te hacen ganar peso y por supuesto una mala alimentación”, nos cuenta Vanessa Losada, naturópata y coach nutricional de Tacha Beauty, que añade que todos estos parámetros son los que hay que ver en consulta porque, como queda claro, a veces el problema radica en una mezcla de varios.

“La alimentación suele ir de la mano, a veces, de la retención de líquidos, pero, en ocasiones, hay personas que llevan una buena alimentación y que, aun así, retienen o, en el caso de que haya un problema hormonal, puede ser que empieces a coger peso por este motivo, y lo consigues resolver porque tu alimentación está regulada, o que vaya a peor porque no lo está”, nos cuenta.

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¿Puede la dieta ayudarnos a perder volumen?

Es la pregunta clave que le hacemos a la experta, y su respuesta es clara. “Por supuesto”. Pero insiste, eso sí, en la necesidad de que la dieta sea personalizada. “Yo no creo que una dieta generalista para todo el mundo vaya a ser la píldora mágica para ayudar a perder peso o a perder líquidos. Creo que tiene que ser algo completamente personalizado porque lo que a una persona le puede sentar bien a otra no, lo que a alguien le puede ayudar a adelgazar, a otros no”, comenta la experta.

En su opinión, esto va a depender del origen y la raíz de ese aumento de volumen, de ese aumento de peso. “No podemos trabajar igual un aumento de peso derivado de, por ejemplo, una menopausia a cómo trabajaríamos un aumento de peso por un tema emocional. Son maneras de trabajarlo, dietas y recomendaciones de alimentación diferentes”, nos explica.

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Cambiar la dieta y los hábitos

¿Qué alimentos deberíamos incluir en nuestra dieta y qué hábitos deberíamos seguir si ese es nuestro objetivo? “Como decía antes, va a depender del origen del aumento de volumen. En función de eso tenemos que aplicar unas medidas dietéticas y unos hábitos u otros, pero lo primero es que tenemos que hacer para activar en general el metabolismo y limpiar es ejercicio físico”, explica la experta de Tacha Beauty. Así, nos cuenta que el ejercicio físico no solamente nos va ayudar a bajar de peso, sino que sobre todo va a activar el metabolismo, y esto es muy importante.

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Evitar alimentos inflamatorios

“La otra base, que es un pilar fundamental igual que el ejercicio, es la alimentación, pero desde un punto de vista hipotóxico, es decir cuanto menos tóxicos ingiramos más rápido va a ir nuestro sistema linfático, con lo cual vamos a tener más facilidad para eliminar y menos vamos a inflamarnos, porque los tóxicos son proinflamatorios, con lo cual a todos los niveles esa inflamación que puede haber en el intestino o que puede provocar la acumulación de líquidos en determinados lugares, los vamos a evitar”, explica la experta.

En cuanto a alimentos, en su opinión, una práctica de alimentación saludable consiste en limitar el consumo de algunos productos, "como los lácteos que van a enlentecer mucho el sistema linfático, o el gluten, porque es muy inflamatorio y lo que vamos a intentar en todo momento es no inflamar”.

Después, matiza que, en función del origen de ese aumento de peso, haremos énfasis en algunos alimentos o en otros y quitaremos más unos u otros. “Si se tiene más tendencia a la retención de líquidos, por ejemplo, podremos utilizar alimentos que sean muy diuréticos como como el apio o el espárrago, beber mucha agua filtrada preferiblemente, utilizar también el limón, que nos va a ayudar a limpiar y a drenar y otra práctica muy interesante para introducir más allá de la alimentación, es decir como hábito, serían los ayunos intermitentes, estos son una buena manera de activar el metabolismo y de eliminar aquello que no necesitemos y regular el peso”, recomienda.

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Alimentos que ‘nos hinchan’

La experta hace mención, en este apartado, al gluten y los lácteos, pero matiza que no es que nos hinchen, lo que hacen es enlentecer el sistema linfático. “Y si queremos eliminar, nuestro sistema linfático tiene que ir ligero, rápido. Si va lento, va a costar más y evidentemente hay alimentos base que debemos eliminar: fast food, precocinados, aceites o grasas trans, bollería, azúcares, un exceso de carne, sobre todo cuando no es carne ecológica o de pasto…”, comenta.

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Directos a tu menú

La experta insiste en la importancia de personalizar el menú. “Cada persona necesita un tipo de alimentación, un tipo de menú y un tipo de dieta en función del origen de la problemática de del aumento de peso”, nos detalla.

Pero cuando le pedimos un menú base, nos precisa que, además de fomentar el drenaje con ayunos intermitentes, debería ser muy rico en vegetales que nos ayuden a limpiar y a drenar, como las hojas verdes y siempre ecológicas para evitar los tóxicos.

  • Mucha hoja verde: apio, pepino, calabacín, que activa el sistema linfático, alguna temporada tomates, algo de boniatos, pero no caliente sino enfriado y tomado para que el almidón resistente nos ayude a regenerar nuestra flora intestinal.
  • Incluir pescado de pequeño tamaño, para evitar la ingesta de tóxicos, cuanto más pequeños menos tóxicos van a tener, y muy interesante el pescado azul.
  • Después, grasas saludables como el aceite de coco, de lino ecológico, de oliva, por supuesto, frutos secos de buena calidad y semillas ricas en Omega 3, que nos van a ayudar también a limpiar y a bajar la inflamación, por ejemplo, las semillas de cáñamo, las nueces, las semillas de calabaza y las almendras.
  • También algunas proteínas vegetales como son las legumbres, el tofu y el tempe y, por supuesto, introducir fermentos en la alimentación como el kéfir que se puede hacer de coco, el yogur de coco, el kimchi, la kombucha y muchos otros… así como algas en pequeñas cantidades.