¿Usas lentes de contacto desechables? Así puedes evitar que contaminen

Las lentillas desechables tienen un tamaño insignificante, sin embargo, se han convertido en un problema medioambiental en alza.

Por Cristina Soria

Las lentillas desechables están ganando terreno a las reutilizables y a las gafas. Aportan muchas ventajas para su uso, han bajado de precio sensiblemente en los últimos años, y no requieren mantenimiento ni preocuparnos con guardarlas. Además, es más improbable que "salten" del ojo y haya que buscarlas a tientas por toda la habitación. En suma, las lentillas desechables son un producto en auge que cada vez se consume y se fabrica más.

Son tan pequeñas que no parecen un amenaza para el medio ambiente. Sin embargo, un estudio reciente de la American Chemical Society ha revelado que el 20% de los usuarios de lentes de contacto desechables de Estados Unidos reconoce que, una vez utilizadas, las tiran por el desagüe del lavabo. Si tenemos en cuenta que se estima que hay 45 millones de usuarios de estas lentes en EE.UU, la cantidad de ellas que son enviadas al mar es muy alta.

El problema para el medio ambiente está en los materiales con los que están fabricados estas lentes. Son más densas que el agua, por lo que no flotan, sino que se sitúan en la zona más interior del mar, hundidas completamente y esperando a ser ingeridas por peces que se alimentan precisamente de lo que recoge el fondo marino. Esto supone un riesgo para la propia fauna marina, y para nosotros que podemos estar consumiendo pescado que haya ingerido plástico.

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¿De qué están hechas las lentillas?

En el mar hay entre 100.000 y 250.000 toneladas de plástico. Y solo en el Mediterráneo se estima que puede haber entre 5.000 y 30.000 toneladas. Esto es un problema que no logra solucionarse con la depuración de las aguas porque, en el caso de las lentillas desechables, están fabricadas de un material tan flexible, que logran burlar las barreras de las plantas de tratamiento de aguas y acaban llegando al mar. Podríamos pensar que este es un problema menor, pero en EE.UU se ha determinado que al año pueden llegar a los océanos entre 6 y 10 toneladas de lentes de contacto desechables. Para evitarlo tan solo hay que tirarlas a la basura, en lugar de dejarlas correr por el lavabo.

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Un investigador del Centro de Ingeniería de Salud Ambiental de la Universidad de Arizona, llamado Rolf Halden, se propuso analizar los materiales de las lentillas y determinó qué características tienen y cuál puede ser su degradación a lo largo de los años, pues no existían estudios anteriores que evaluaran el impacto en el medio ambiente de estas lentes. Su material es muy especial, porque debe flexible, blando, hipoalergénico y permitir transpirar a la córnea; por esta razón están fabricadas en un material que resulta de mezclar polimetilmetacrilato, fluoropolímeros y silicona.

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Para el estudio que realizó Halden, se expusieron los materiales de las lentillas a un proceso de degradación que simulaba cómo las depuradoras tratan el agua, con microorganismos aerobios y anaerobios para descomponer desechos biológicos. En muy pocos días, el equipo de investigación descubrió que las lentillas desechables no eran asimiladas por los microorganismos, y que permanecían aparentemente intactas. Sin embargo, cuando se analizó su composición se determinó que el material se había debilitado y había cedido.

Esto quiere decir que las lentillas expuestas a bacterias pierden materia y la expulsan en forma de pequeñas partículas de plástico, los llamados “microplásticos”, que una vez forman parte del caudal de agua que llega al océano, son imposibles de retener y pueden formar parte de los tejidos de la fauna marina.

Aunque los fabricantes de lentillas desechables no están obligados a informar a sus consumidores de cómo deshacerse de ellas una vez utilizadas, hacerlo usando el desagüe es la peor opción, pues el tratamiento en la depuradora no asegura que logren desecharse y es muy probable que acaben convertidas en microplásticos o escapando a los procesos de depuración y filtrándose al mar. La mejor opción, como hemos dicho antes, es la basura.

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