Así deberían ser tus cenas según tu estado de salud

La cena es la última comida del día, y pese a que está muy extendido creer que debe ser extraordinariamente liviana, conviene entender que podemos cenar rico sin menoscabar nuestro bienestar.

Por Cristina Soria

La cena también es una comida importante, porque después viviremos toda la noche sin alimento, y durante ese tiempo nuestro cuerpo también necesitará energía, aunque en mucha menor medida. Si a lo largo del día no es recomendable pasar más de 4 o 5 horas sin ingerir alimento, imagina la importancia de la cena cuando pasamos en la cama 8 horas.

Existen múltiples opciones para elaborar una cena saludable pese a estar enfocada a una diabetes, tener el colesterol alto, problemas cardiacos o a que pretendamos llevar una dieta depurativa.

No olvides cenar, y hazlo a buena hora

Cuando vayamos a la cama, será recomendable que hayamos cenado hora y media o dos antes, de lo contrario nos estaríamos yendo a la cama con la digestión en marcha, y eso dificultará el trabajo al estómago. La digestión tiene un ritmo óptimo cuando estamos en posición vertical (también sentados), pero en posición horizontal estamos poniéndole un obstáculo a nuestro sistema digestivo, complicando su proceso.

Por otro lado, si debes cenar temprano para acompasar tu cena a la de los niños o simplemente te acuestas tardes y distan varias horas entre esta última ingesta y la hora de ir a dormir, no es descartable que hagas una segunda cena que te sirva de tentempié, pero ten en cuenta que debe ser testimonial y excluir de esta “re-cena” todos los alimentos calóricos que puedan suponer una dificultad a tu sistema digestivo, además de un aporte de grasas innecesarias para el organismo.

Cena con atención a la diabetes

Cuando llega la noche, la consigna sigue siendo controlar los niveles de azúcar en sangre, por lo que es muy recomendable recurrir a alimentos que aporten fibra, como las verduras, y complementarlo con proteínas. La unión de ambos elementos sería perfecto: una parrillada de verduras con pescado, o una tortilla de trigueros.

Esta cena es adecuada cuando conseguimos aunar hidratos de carbono con proteínas. De esta forma ambos elementos consiguen que el azúcar de los alimentos sean absorbidos en una cantidad menor y más lentamente. Esto evita un pico de glucosa en sangre, o un aumento moderado pero perjudicial.

Cuida tu colesterol

Atender al colesterol no significa desterrar completamente los alimentos grasos, sino moderarlos y tener en cuenta que existen grasas que aportan beneficios para las membranas celulares, y otras que simplemente las obstruyen.

La combinación más saludable es la que forman la carnes blancas y las verduras. Cuando pensamos en estas carnes solemos referirnos al pollo como opción más accesible y fácil de preparar, pero de la misma manera podemos recurrir al pavo y al conejo. Ten en cuenta en su preparación que la mejor forma de no aportar más grasa es cocinar la carne en el horno, y las verduras al vapor.

Lenta digestión, lenta desintoxicación

Es precisamente durante la noche cuando tu organismo comienza su desintoxicación, el hígado se pone en funcionamiento y para ponérselo fácil es preferible que las cenas no sean abundantes y limiten sus aportes calóricos y de grasas, pues en caso contrario estaríamos “poniéndole un peso”, haciendo que todos los procesos del organismo ralenticen la digestión y también el trabajo del hígado.

Como en otros casos, la verdura es tu mejor aliada para conseguir que tu hígado trabaje a buen ritmo y sin ataduras. Un plato de acelgas, alcachofas o brécol serían buenos ejemplos de cena, pero también puedes recurrir a un caldito bajo en sal, y de postre piña o fresas, ricas en vitaminas, fibra y agua.