En este proyuecto se ha dado forma al sueño de la familia propietaria: una casa en la que se respire tranquilidad y sosiego para escapar del bullicio de la ciudad de Nueva York. Ella quería un lugar que se sintiera como un retiro y él, un espacio que recordase a la granja en el campo en la que creció. Este es el resultado.
Una entrada espaciosa y repleta de luz
Como un reflejo de lo que vendrá, el recibidor de esta casa -ubicada en un pueblo llamado Amenia (Nueva York)- cuenta con las señas de identidad del interiorismo: sencillez, calidez y mucho blanco. Para la familia propietaria (una pareja con dos niños pequeños de 6 y 8 años) este debía ser su refugio de fin de semana. El estudio encargado del proyecto, Chango & Co. (Chango.co), vio claro cuál debía ser el hilo conductor del interiorismo: colores neutros, espacios sencillos y cómodos proyectados para ser compartidos y un estilo moderno con cierto aire rústico muy suavizado.
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