Hay recetas capaces de despertar recuerdos al primer bocado, y el pollo al ajillo es una de ellas. Nos habla de infancia, de días en el campo, de comidas en familia o de sobremesas en un merendero. Lo hemos comido mil veces y nunca nos cansamos: prepararlo es como abrir la puerta a esos momentos felices que tanto nos gusta revivir. Y lo mejor, también triunfa entre los peques.
Es un plato que no tiene ninguna complejidad, se hace en poco tiempo y aunque hay muchas formas de prepararlo, nosotros te vamos a mostrar la nuestra. En la siguiente vídeo receta, tienes el paso a paso, para que no te pierdas en ningún momento y te salga a la perfección. Usa, eso sí, un pollo de calidad, porque cuanto mejor sea, más rico sabrá.
Cómo hacer pollo al ajillo para que quede tierno y jugoso
Habrás visto que, a nuestra receta, le ponemos guindilla, pero es algo completamente opcional. Y también le echamos vino blanco y agua, pero aquí tienes algunos conejos para que el pollo al ajillo te quede tierno y jugoso:
- Evita la pechuga, que es más seca y apuesta por contramuslos sin piel y deshuesados. Pero puedes emplear un pollo entero troceado.
- Corta el pollo en trozos pequeños porque se cocinan más rápido y absorben mejor los sabores.
- Un truco es untar el pollo con una mezcla de aceite de oliva, ajo machacado, perejil, zumo de limón y un poco de agua y dejar reposar en la nevera unos 15 minutos antes de cocinarlo.
- Se pueden freír los dientes de ajo sin pelar para que suelten aroma sin quemarse y retíralos antes de dorar bien el pollo.
- Una vez dorado, incorpora vino blanco y deja que reduzca.
- Deja reposar unos 3 minutos antes de servir para que los jugos se concentren en el interior.
Con qué guarnición acompañar el pollo al ajillo
El acompañamiento tradicional de este plato son unas buenas patatas bien fritas, pero para tomar con este delicioso pollo al ajillo también son buenas opciones patatas asadas, puré de patata o calabaza, arroz blanco o una ensalada fresquita de lechuga, tomate y cebolla.