Cayetano Martínez de Irujo comparte con ¡HOLA! los recuerdos y anécdotas de sus encuentros con Carlos III
‘Me impresionaron su sentido del humor, su preparación y sus dedos. Cuando le trajeron el ‘gin-tonic’, como movía los hielos con el índice, me quedé sorprendido con el pedazo de dedo que tiene’
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La Casa de Alba y la Corona británica están unidas por lazos familiares que se remontan hasta el reinado de Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, perteneciente a la dinastía Estuardo (Stuart). Isabel II de Inglaterra y Cayetana de Alba compartían, casualmente, año de nacimiento, 1926, y de boda, 1947. Eran primas en séptimo grado y se conocían desde niñas, ya que durante la Guerra Civil española Cayetana vivió una temporada en Londres, donde su padre fue embajador de España. Isabel II asumió el trono con veinticinco años, tras la prematura muerte de su padre; Cayetana heredó el ducado de Alba con veintisiete, tras el fallecimiento del suyo. Tras el triste adiós a la soberana británica, Cayetano Martínez de Irujo, duque de Arjona, comparte con ¡Hola! el recuerdo de las dos veces que estuvo con Carlos III, la primera de ellas, en 2011, en el palacio de Buckingham, en una cena de Porcelanosa.
—¿Cómo fueron tus encuentros con el Rey Carlos?
—En realidad fueron dos, un encuentro privado con él y Camila, en el cual estuvimos mi madre, Eugenia y yo. Y después, una cena en la que me tocó sentado cerca de él en la misma mesa.
—¿Qué es lo que más te llamó la atención e impresionó?
—Su sentido del humor, su preparación, que era bien notable, y los dedos de sus manos, porque, cuando le trajeron el gin-tonic, como movía los hielos con el dedo índice, me quedé sorprendido con el pedazo de dedo que tiene.
—¿Cuál fue tu primera impresión?
—Mucho mejor de la que tenía antes de conocerle.
—¿Por qué tema se interesó en la conversación?
—Le pregunté sobre Gran Bretaña, sobre la Commonwealth y cuestiones internas de su país que me interesaban mucho.
—¿Recuerdas alguna anécdota?
—Sí. Como al entrar en el palacio de Buckingham mi madre nos había comentado a mi hermana y a mí que había muchas lámparas de esas grandes que ella echaba mucho de menos en Liria, porque se perdieron durante la guerra, pues yo le propuse a Carlos III que podíamos hacer un intercambio: llevarnos una lámpara y compensarla con porcelanas y alguna estatua de piedra, que a nosotros nos sobraban.
—¿Cómo discurren las cenas en los palacios?
—Son especiales, no cabe duda, pero, al mismo tiempo, bastantes normales.
—¿Qué convierte esas noches en interesantes?
—Todo es interesante, el ser humano, en función de las circunstancias y el lugar, se comporta de diversas maneras, y un palacio siempre es un palacio.
—¿Lo que más recuerdas?
—El glamour de nuestras raíces reflejado en el ambiente.
—¿Cómo recibiste la noticia de la muerte de Isabel II?
—Con enorme sorpresa, nostalgia, sentimentalismo y profunda admiración.
© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.
