Laura Sánchez: nueva vida al cumplir cuarenta años: cambio radical de ‘look’, con el pelo blanco, y optimismo frente a su recién diagnosticada diabetes

‘Mi páncreas no llega ni a la mitad de su capacidad y dejará de funcionar en algún momento. Para eso, voy con una neverita con la insulina a todas partes. Afortunadamente, mi vida no ha cambiado en nada más’

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Laura Sánchez podría haber seguido su instinto y estudiar Veterinaria. En cambio, su padre, “un hombre de campo” que, siendo joven, había emigrado a Frankfurt (Alemania) junto a su esposa, buscando una vida mejor, insistió en llevarla cada viernes después del instituto a un curso de modelaje en Sevilla, a cien kilómetros de su ciudad, Huelva. “¿Ganaremos para gasolina?”, se preguntaba cada semana Eulalio Sánchez, quien nunca dudó del potencial como modelo de su hija, entonces de dieciséis años. La respuesta no tardaría en llegar: Laura se convirtió en una estrella. En pocos meses comenzó a desfilar en las mejores pasarelas del mundo, copar la portada de las revistas más influyentes del país y ser bendecida por los grandes popes de la industria, como Armani o Ungaro.

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El pasado 29 de mayo, la modelo cumplió cuarenta años. “Me he dado cuenta de que he vivido mucho. ¡Mis cuarenta son setenta y cinco de otra persona!”, reflexiona. En esta nueva década, la también actriz se ha propuesto erigirse en referente de las mujeres de su edad que, hartas de ser esclavas de su imagen, han optado por presumir de canas.

“Mi madre, mi hija y mi marido estaban en contra, pero quiero reivindicar la cana. No la podemos asociar a la vejez. Hay que cambiar esa visión social: si tienes una buena piel, buena actitud y te sientes joven, el pelo blanco puede ser un plus”

Tras años de batalla judicial por la custodia de su hija, Naia, fruto de su relación con el futbolista Aitor Ocio, con quien estuvo entre 2004 y 2010, Laura se encuentra en un momento de gran actividad: volcada en el relanzamiento internacional de su marca de ropa interior y baño, Bloomers, que dirige con su marido, el músico David Ascanio, y aprendiendo a vivir con la diabetes.

La modelo planta cara a la enfermedad que le han detectado hace tres meses y que desvela a ¡HOLA! con su habitual amplia sonrisa, uno de los muchos atributos que, cuando empezaba en la moda, la llevó a ser bautizada como “la esperanza blanca”. Un nombre que, tras más de veinte años de trayectoria, una actitud positiva ante la adversidad y un cambio radical de aspecto, cobra sentido otra vez.

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Laura Sánchez, espectacular con su nueva imagen, acaba de cumplir cuarenta años. Coincidiendo con esta fecha tan redonda, también ha sido diagnosticada de diabetes.

—Vaya look más arriesgado, ¿por qué has decidido dar este paso tan radical?

—Llevaba tiempo dándole vueltas. Tengo muchas canas. El ochenta por ciento de mi pelo es blanco y no quería ser una esclava de la peluquería. Pensé: “¿Qué puedo hacer para no ir cada catorce días y que siempre esté perfecto?”. Unos amigos peluqueros y coloristas me hablaron de este tratamiento. El primer paso fue decolorar, se tornó muy platino. A los dos días, tocó que quedara lo más natural posible con las canas y el veinte por ciento de mi pelo de color. ¡Quería entrar en los cuarenta con el cambio hecho!

—¿Qué te han dicho tu familia y amigos?

—¡Que estaba loca! Mi madre, mi hija y mi marido estaban en contra, pero quiero reivindicar la cana. No la podemos asociar a la vejez. Hay que cambiar esa visión social: si tienes una buena piel, buena actitud y te sientes joven, el pelo blanco puede ser un plus. Además, me da igual lo que piensen (ríe).

—Acabas de cumplir cuarenta años, ¿cómo te sientes?

—¡Tenía muchas ganas de que llegaran los cuarenta! Cumplir años es vida, es experiencia y cada vez me encuentro mejor. Ojalá hubiese tenido la mochila de los cuarenta a los veinte. Todos mis amigos me dicen que es la mejor década. Me gusta celebrar los años y nunca he mentido en mi edad. De hecho, una vez me pusieron un año menos en la Wikipedia y lo corregí.

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Laura posa con su marido, el músico David Ascanio, en su boda.

—¿Cómo has celebrado el cambio de década?

—Con menos gente que los anteriores y una comida en casa. ¡Cociné yo misma! En esta ocasión he tenido grandes sorpresas. Ha venido gente que no esperaba, como mi mejor amiga de Huelva. Me hicieron un vídeo de mi familia, que no pudo desplazarse por la COVID, y un libro de fotografías en el que me he dado cuenta de que he vivido mucho.

—¿Qué te ha regalado tu hija?

—Ropa para compartir. ¡Qué lista es! Y un dibujo de una foto mía. Dibuja muy bien. ¡Me encanta todo lo que hace!

—¿Pudo estar en la celebración?

—No estuvo porque tenía una competición importante de fútbol. Lo celebramos dos días después. Fue la primera en felicitarme y se quedó sin batería por tantas videollamadas (ríe).

Una enfermedad crónica

—¿El cambio de look también lleva aparejada una nueva vida?

—No. El único cambio es que me acaban de comunicar es que soy diabética.

—¿De qué modo te enteraste?

—Fue hace tres meses, durante una revisión con el ginecólogo. Me pidió una analítica y le salió el azúcar altísimo. Luego me mandó al endocrino y no me dejaron margen para reaccionar: “Usted es diabética”.

—¿Cómo fue tu reacción?

—Bien. No he soltado ni una lágrima. Durante los últimos años, he estado sometida a una situación emocional complicada. No he vivido la infancia de mi hija como a mí me hubiera gustado. Cuando todo se relajara, sabía que mi cuerpo iba a decir: “Ahora reacciono yo”.

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Ahora lleva un medidor en el brazo (que se aprecia en la imagen) que le indica en el móvil el nivel de glucosa.

¿Cuáles han sido los síntomas?

—Bebía mucha agua por la noche y alguna vez en el gimnasio me temblaba todo. Eran los bajones de azúcar. Es una sensación en la que mi cuerpo se quedaba débil.

—¿Tienes buen pronóstico?

—Mi páncreas no llega ni a la mitad de su capacidad y dejará de funcionar en algún momento. Para eso voy con una neverita con la insulina a todas partes. Afortunadamente, mi vida no ha cambiado en nada más. Bueno, ahora llevo un medidor en el brazo y el móvil me dice cuál es mi nivel de glucosa. Y, además de la insulina, siempre voy con sobres de azúcar a todas partes.

—Supongo que la noticia habrá preocupado a tu entorno...

—Sí, porque es una enfermedad crónica, pero no hay que hacer un drama.

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La lucha por su hija

—Hablas de la posibilidad de que te haya influido la lucha por la custodia de tu hija, Naia. Un proceso que ha durado desde que ella tenía dos años hasta ahora, que tiene casi quince. Desde entonces, por decisión judicial, ella vive en Bilbao y tú has tenido que viajar con asiduidad para estar con ella. Su padre, Aitor Ocio, solicitó desde el principio la custodia completa alegando tu agitada vida profesional.

—La gente tiene una imagen de mí riendo, pero he llorado mucho. Ha sido un hecho que no me esperaba y que, hoy en día, lo miro como un aprendizaje, aunque ojalá no lo tuviera que haber vivido. He estado nueve años con doble domicilio, entre Madrid y Bilbao. Hasta hace dos años, hemos tenido custodia compartida. Nos correspondía tres días y medio a cada uno. Nadie necesita saber los detalles exactos, sino que la situación ha sido muy dura. No se debe separar a una madre de una hija, ni tampoco a un padre de una hija. He necesitado ayuda psicológica durante años. El día que visitaba al psicólogo era uno de los días más felices de la semana. ¡Para mí ha sido vital!

—¿Pensaste que la lucha nunca llegaría a su fin?

—Sí, pensé que no se iba a acabar nunca, pero todo llega. La situación es mucho más tranquila ahora.

“No he llorado por el diagnóstico. En los últimos años, he estado sometida a una situación emocional complicada. Sabía que mi cuerpo iba a decir: ‘Ahora reacciono yo’”

—¿Ha llegado la hora de cerrar la herida con el padre de tu hija?

—Para yo vivir bien, ya he perdonado e incluso le he dado las gracias personalmente por todo lo que me ha hecho aprender esta situación, pero eso no quiere decir que me lo mereciera. Tomé la decisión de perdonar hace dos años. Me planté. Las emociones no pueden venir de los demás. Yo soy un faro y quiero dar luz bonita, porque estoy en paz, me da igual si sopla poniente o levante.

—¿Qué es lo más extremo que has hecho por estar con tu hija?

He luchado mucho. Tenía que estar con ella fuera como fuera. He cogido coches con cuarenta de fiebre por llegar a recogerla del colegio y he perdido oportunidades laborales, pero eso no se hace nada más que por un hijo, sin ningún tipo de reproche. La situación no era normal.

—Salvando las distancias, ¿te sientes identificada con el testimonio de Rocío Carrasco?

—Si yo contara detalladamente lo que he vivido, la gente fliparía. Sería una trilogía de terror, pero creo que a nadie le interesa. Quien me tendría que pedir explicaciones sería, en un futuro, mi hija. Con respecto a Rocío, si ha hecho un documental y, por tanto, lo que cuenta está documentado, yo me la creo.

—¿Te animarías a contar tu historia?

—No sé si algún día me animaré a escribir un libro… Como decía, he dado una imagen de que con mi sonrisa he podido con todo, pero la realidad es que ha dolido mucho.

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No parece que Naia, la hija que Laura tuvo, hace casi quince años, con el futbolista Aitor Ocio, quiera seguir sus pasos en el mundo de la moda: “Cambia cada poco de opinión. Es deportista, es muy buena jugando al fútbol, está federada. Por otro lado, tiene un lado creativo muy desarrollado. Siempre la voy a animar a que estudie lo que ella quiera”, nos cuenta Laura, muy orgullosa de su hija.

—¿Cómo es tu relación con Naia?

Va a cumplir quince años. Es una relación de madre e hija, aunque no esté en su día a día. La echo de menos. Tengo adelantado que, cuando se quiera hacer un Erasmus, ya habré vivido ese desapego carnal.

—¿A qué se quiere dedicar?

—Cambia cada poco de opinión. Es deportista, es muy buena jugando al fútbol, está federada. Por otro lado, tiene un lado creativo muy desarrollado. Siempre la voy a animar a que estudie lo que ella quiera.

—¿Cómo la definirías?

—Un ser de luz. La primera vez que Bimba Bosé la vio, en un concierto de Miguel Bosé, se giró, la miró y dijo: ‘Buah, ¡qué especial!’. Y así es. Confío en que va a hacer las cosas bien. Mi hija es muy bonita.

—¿Cuál es la relación que tu hija tiene con tu marido?

—Tienen una relación especial. David no es el padrastro ni el marido de mamá. Ellos tienen una relación independiente a la mía.

—¿Te gustaría ser madre de nuevo?

—No, ya he decidido que no. Las decisiones se pueden tomar y se pueden deshacer, pero, hoy en día, no tengo el instinto maternal desarrollado. El bebé tendría mucha diferencia de edad con Naia y mi marido tampoco me lo pide. Para tener un hijo hay que tener ganas. Yo tuve a Naia cuando las tenía.

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Su hija tampoco ha podido viajar para felicitar a su madre, aunque la felicitó mediante “una videollamada muy larga”.

La vista atrás

—En estos días, habrás hecho, inevitablemente, un balance de tu vida, ¿cuál es?

—Tuve una infancia maravillosa y mi adolescencia fue feliz. En esa época entré en el mundo de la moda. Hice cosas grandes, aunque no era consciente. Mi primer casting fue en la alta costura de París, para Emanuel Ungaro.

—¿Has ganado mucho dinero?

—Se ganaba mucho en la moda. Tuve buena cabeza e invertí bien. No me puedo retirar ahora mismo, tengo que seguir trabajando. Soy de clase obrera, porque la clase media vive de las rentas y yo no puedo, pero sí que tengo una tranquilidad.

—¿En qué lo has invertido?

—En inmuebles.

“Mi hija, Naia, es un ser de luz. La primera vez que Bimba Bosé la vio, en un concierto de Miguel Bosé, se giró, la miró y dijo: “Buah, ¡qué especial!”. Y así es”

—¿Has conocido el reverso oscuro de la moda?

—No. Mi intuición siempre me ha hecho no meterme en sitios donde no me tenía que meter. He tenido amigas con problemas de alimentación, pero yo nunca. Tampoco me he sentido esclava de mi imagen nunca.

—¿En alguna ocasión te ha preocupado quedarte sin trabajo?

—Siempre me ha preocupado que no suene el teléfono. ¡Por eso tengo dos empresas! Una es Bloomers, a la que le acabamos de dar un empuje internacional, después del año tan malo que hemos atravesado, con la incorporación de un nuevo socio. Luego tengo mi agencia de eventos, GO, con mi amigo Javi, en Sevilla.

—Siempre cuentas que algunas de las clientas de tu marca son influyentes. ¿Hay alguna de la realeza?

—¡Y de la aristocracia también! Bloomers es una ropa interior muy personal. O te gusta o no te gusta. Me encanta que me pare la gente y yo creo que me van a decir: “¿Eres Laura Sánchez?”. ¡Y no! Me dicen: “Llevo tus bragas”. Para mí, mis bragas, aunque sea feo, porque la palabra braga es fea, son mis hijas.

“Si yo contara lo que he vivido con la custodia de mi hija, sería una trilogía de terror... Pero no le interesa a nadie, solo le daría explicaciones a mi hija”

—¿Qué ha pasado con tu carrera de actriz?

—He tenido que rechazar cosas porque no he podido compaginar mi vida de modelo, empresaria y los viajes a Bilbao continuados. Espero retomar esta profesión.

—¿Te queda algún sueño por cumplir?

—¡Viajar mucho!

—En estos cuarenta años, ¿qué has ganado y qué has perdido?

—He perdido peso, cuestión de genética familiar, y he ganado experiencia y amor. He vivido mucho. ¡Mis cuarenta son como los setenta y cinco de otra persona!

LAURA SANCHEZ 4001©PEPE BOTELLA
Con motivo de su cuarenta aniversario, Laura Sánchez ha hecho balance de su vida personal y de su intensa trayectoria profesional desfilando en las mejores pasarelas de todo el mundo. “Tuve una infancia maravillosa y mi adolescencia fue feliz. En esa época entré en el mundo de la moda. Hice cosas grandes, aunque no era consciente. Mi primer ‘casting’ fue en la alta costura de París, para Emanuel Ungaro”.

TEXTO: EDUARDO VERBO

FOTOS: @PEPEBOTELLAPHOTO

AGENCIA LAURA SÁNCHEZ: CLEAR MANAGEMENT

ESTILISMO: JOSÉ HERRERA

ASISTENTE DE FOTOGRAFÍA: PABLO CÓRDOBA

DIGITAL: EUGENIO EORKSHOP

ASISTENTE DE ESTILISMO: SAMUEL SANZ

MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: VICKY MARCOS

PELUQUERÍA COLOR: WELLA PROFESSIONALS

VÍDEO: JOSÉ A. CARRASCOSO

FOTOGRAFÍA 1: VESTIDO: OSCAR DE LA RENTA/PENDIENTES: ELISABETTA FRANCHI

FOTOGRAFÍA 2: ‘TOTAL LOOK’: FENDI/PENDIENTE, COLLAR Y ANILLOS: UNODE50

FOTOGRAFÍA 3: ‘TOTAL LOOK’ Y BOLSO: DIOR/BOTAS: ELISABETTA FRANCHI/PENDIENTES: AGATHA PARIS

FOTOGRAFÍA 4: CHAQUETA Y PANTALÓN: DSQUARED2/CAMISETA: AMERICAN VINTAGE/COLLARES: UNODE50/GAFAS DE SOL: GIVENCHY

FOTOGRAFÍA 5: ‘LOOK’, BOLSO Y PULSERAS: HERMÈS/BOTAS: LONGCHAMP/SOMBRERO: GORKA GONZÁLEZ

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