El adiós de Melania Trump, la primera dama que 'hablaba' con los gestos

La esposa del 45º presidente de Estados Unidos acaba de enviar un mensaje a la nación antes de que Joe Biden tome posesión del cargo

Por Beatriz Castrillo

Melania Trump ha tenido muchas vidas y un nuevo horizonte se abrirá este miércoles cuando deje de ser primera dama de Estados Unidos. La esposa de uno de los hombres más poderosos, y ricos, del planeta se ha despedido de su faceta institucional tras cuatro años en los que la siempre controvertida relación con su marido la han hecho estar en el foco mediático. A la vez, Melania también es una de la primeras damas estadounidenses que más se ha protegido de la prensa y que se ha hecho toda una experta del lenguaje no verbal con gestos y algún que otro desplante hacia su marido, que ya forman parte del imaginario popular. Su perfil, muy diferente al de las abogadas Michelle Obama y Hillary Clinton, la dotó de gran protagonismo e hizo despertar un gran interés desde el principio. Las carambolas del destino han llevado a que esta mujer nacida hace 50 años en la antigua Yugoslavia y acostumbrada a los focos de las pasarelas, durante su etapa de modelo, haya dejado su particular estela en un puesto que seguramente nunca imaginó desempeñar.

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A pesar de las polémicas políticas que siempre han rodeado a Donald Trump, Melania ha intentado mantenerse en un segundo plano y alejarse de ellas. Así ha ocurrido hasta el final en su mensaje de despedida como primera dama, donde ha dado una de las imágenes más austeras de los últimos cuatro años. Con su característica melena color caramelo, su mirada felina y un chaqueta de espiga gris, ha apelado a la bondad del pueblo estadounidense a quien ha pedido que se comporte como “una familia nacional”. “Hay que centrarse en lo que nos une para elevarnos por encima de lo que nos divide. Elegir siempre el amor sobre el odio, la paz sobre la violencia a los demás antes que a uno mismo”. Ha calificado de “inolvidables” los cuatro años en Washington y ha pedido a los ciudadanos que “sean apasionados en todo lo que hagan”, pero que recuerden que “la violencia nunca es la respuesta nunca estará justificada”, en clara alusión al asalto al Capitolio el pasasdo 6 de enero. En sus últimas palabras como primera dama también ha homenajeado a los trabajadores sanitarios que luchan contra el coronavirus y ha honrado a los fallecidos por la pandemia.

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Melania, para muchos la más misteriosa y reservada de las mujeres que han vivido en la Casa Blanca, es la segunda esposa de un presidente nacida fuera de los Estados Unidos tras la británica Luisa Adams, esposa del sexto presidente John Quincy Adams. Parece que ella fue la que animó en última instancia a Donald Trump a optar por la Presidencia, una decisión de la que quién sabe si en los últimos tiempos se ha arrepentido a juzgar por los dos impeachments y el reguero de controversias nacionales e internacionales en las que siempre se ha visto envuelto su marido. Su andadura al lado del poder ha estado muy cuestionado y su trabajo a veces ha sido ensombrecido por Ivanka Trump, que ha ejercido de asesora presidencial en un verdadero papel de ‘primera hija’.

Además de primera dama, Melania también llegó al cargo convertida en madre de Barron, el hijo adolescente de Trump, y por eso quizá enarboló la iniciativa Be Best, donde se convirtió en defensora de los niños y de las familias más vulnerables del país. Incluso ha destinado gran parte de su tiempo reuniéndose con los pequeños no solo de Estados Unidos, sino de todo el mundo para saber sus problemas y necesidades. También ha hecho de los recursos naturales otra de sus causas y ha viajado a los Parques Nacionales para poner en valor la importancia de la vida al aire libre entre los más jóvenes. Como madre de un chico joven ha puesto el foco en la improtancia de la seguridad en internet y de fomentar un uso adecuado de las redes sociales así como evitar el ciberacoso. En octubre de 2018 realizó un viaje internacional en solitario por África donde visitó Ghana, Kenia, Malawi y Egipto y ha acompañado en innumerables veces a su marido en viajes con jefes de Estado para buscar soluciones a los problemas que afectan a los niños en todo el mundo.

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Melania también ha trabajado codo con codo con los militares y sus familias. Viajó a bases nacionales y extranjeras, incluido Irak. Junto con la segunda dama, Karen Pence, puso su granito de arena en la expansión del programa de equipo de confort de la Cruz Roja Americana para incluir a las tropas estadounidenses desplegadas fuera de casa durante las vacaciones. Menos conocido ha sido su compromiso con la ratificación de la 19ª enmienda y el movimiento por el sufragio femenino del pasado verano. Organizó un concurso de arte infantil que mostraba dibujos de personas, objetos y actos que tienen un significado importante en el movimiento por el voto de las mujeres.

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Con sus looks ha hecho, en más de una ocasión, que se convierta en una mujer que ha dominado el lenguaje no verbal y ha ‘hablado’ literalmente a través de su ropa. Quizá  la gabardina de Zara que llevaba escrito en la espalda “La verdad es que no me importa ¿a ti?, que lució en su visita a un albergue de niños inmigrantes de Texas ha sido una de sus mayores polémicas. Tal fue el revuelo que ocasionó la chaqueta que al cabo de un rato el propio Donald Trump aclaró que este mensaje no era una afrenta a los niños sino que se refería a los medios de comunicación mentirosos.

Melania ha sabido brillar en recepciones en casa con jefes de Estado y en viajes oficiales. Con su presencia casi consigue eclipsar hasta la mismísima Isabel II y hasta a la duquesa de Cambridge con unos vestidos de alfombra roja en los que el blanco ha sido uno de sus colores fetiche. También vivió un auténtico duelo estlístico cuando los reyes Felipe y Letizia visitaron al matrimonio Trump en el verano de 2018. La sintonía entre Melania y la Reina fue buena aunque algo más fría que la que doña Letizia vivió con Michelle Obama.

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Los gestos de Melania, su rostro serio y los desplantes a su marido han marcado muchas de sus apariciones, que mostraban una relación fría y distante entre la pareja. Conocidas son las veces en las que ella ha soltado la mano o ha desairado al Presidente cuando él ha querido coger su mano o acariciarla y su rostro serio también ha hecho correr ríos de tinta. Uno de los últimos episodios tuvo lugar el pasado octubre, durante el segundo debate entre Trump y el entonces candidato demócrata Joe Biden, en el que Melania parece que tira de la mano de Trump para soltarle, o algunos manotazos que le ha dado ante la insistencia de este por tocarla.

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Esta Navidad, cuando ya se sabía que su paso por la Casa Blanca llegaba a su fin, Melania dio su imagen más amable y sonriente que nunca. Parece que tras la derrota en los comicios hay quien apunta que para ella la derrota electoral ha sido hasta liberadora pues su intención sería separarse de Trump, no sin antes blindar económicamente el futuro económico de su hijo Barron. De momento, ella ya ha recibido una oferta para escribir sus memorias sobre estos cuatro años y se ha reunido con los editores. Hace meses ya salió a la luz una biografía no autorizada que desveló la verdadera razón por la que la eslovena tardó tanto en mudarse de Nueva York a Washington. En aquel momento se dijo que el matrimonio no quería interrumpir el curso escolar de Barron, que entonces tenía diez años. Pero según cuenta la autora de El arte de su trato: la historia no contada de Melania Trump, lo que habría estado haciendo Melania en esos meses sería renegociar el acuerdo prematriomonial. Su ausencia de la escena pública sería usada como medida de presión para conseguir un acuerdo económico más beneficioso para que en la herencia el hijo pequeño del Presidente sea tratado igual que sus hijos mayores. El libro también muestra a la pareja como mucho más parecida de lo que en un principio puedan aparentar.