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Después de presentar en Málaga, su tierra natal, el que probablemente sea su trabajo más especial, Antonio Banderas acaba de aterrizar en Los Ángeles con Genius: Picasso, la serie en la que da vida al famoso pintor, uno de sus ídolos desde la infancia. Él mismo lo ha confesado durante el evento de presentación de la ficción en la ciudad norteamericana. "Me ofrecieron este personaje cuando tenía 20 y 30 años, pero siempre dije no: ‘no quiero jugar con él todavía. Lo admiro demasiado’. Era mi ídolo desde que era un niño”, declaró haciendo gala de su humildad ante los micrófonos de The Hollywood Reporter. No obstante, no ha sido hasta los 57 años cuando el actor se ha visto lo suficientemente seguro y preparado para asumir un papel de tanta responsabilidad para él.
De este modo, a muy pocas semanas de finalizar el rodaje y, aún con alguna característica física del personaje: “Todavía me están creciendo el pelo y las cejas”, declaró al citado medio, la estrella asistió al estreno en Los Ángeles de los nuevos capítulos de la temporada, basada en el genial artista, arropado por el resto del equipo. En el Country Museum of Art como escenario, junto a Banderas -muy seductor y llamativo con un traje celeste y camiseta naranja- posaron sus compañeras femeninas, Poppy Delevingne y Samantha Colley. En la historia confluyen tanto el arte de Picasso, como su tumultuosa vida amorosa, por lo que ambas actrices cuentan con una gran relevancia en la trama.
Pero si una mujer destacó durante la cita, esa fue Nicole Kimpel, la inseparable novia del protagonista de La máscara del zorro desde hace cuatro años. La holandesa, de 37 años, no dudó en prestar su apoyo a Antonio en un momento tan importante para su carrera. Así, lució tan atractiva como de costumbre con un primaveral conjunto compuesto por un cuerpo azul y falda blanca; a sus pies, ‘peep toes’ de plataforma en ‘nude’.
Sin duda, el español vive un gran momento profesional y meterse bajo la piel de Pablo Picasso ha supuesto un gran reto para él, no solo a nivel interpretativo. Durante el rodaje, tuvo que someterse a largas sesiones de maquillaje y caracterización, de entre dos y cinco horas, para colocarle una prótesis facial que le asemejara con el pintor. Pero además, su figura fue clave a la hora de convencer a los productores de que la ficción debía rodarse en Málaga, algo que no figuraba en los planes iniciales. “Tenéis que venir. Los primeros 10 años de la vida de una persona son muy importantes", fue el argumento con el que hizo comprender la importancia de filmar en la ciudad andaluza, de la que Banderas es, sin atisbo de duda, su mejor embajador internacional; con permiso del mimísimo Picasso.
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