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Murten, en Suiza, Istebna, en Polonia, Ferraria de São João, en Portugal, Ninhue, en Chile… Desde Austria a Turquía, 32 pueblos de 18 países acaban de ser reconocidos con el sello ‘Best Tourism Villages’ y entre ellos están los tres de nuestro país: Rupit, Alquézar y Guadalupe. Un galardón que ya recibió el navarro de Lekunberri en la anterior edición, y premia su preservación de la cultura y las tradiciones locales, su protección de la biodiversidad y su desarrollo sostenible. Pero no son sus únicos atractivos.

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RUPIT

No hay duda de que Rupit es uno de los pueblos medievales más bonitos de Cataluña. Así lo ha reconocido la Organización Mundial del Turismo, incluyéndolo entre los mejores del mundo, junto a otros 32 más del resto del mundo. Lo que hace especial a esta localidad de Barcelona son sus calles estrechas y empedradas, sus casonas de piedra y el paisaje natural que lo envuelve. Salvar el puente colgante sobre el río y vagar sin prisas entre sus callejuelas escalonadas es como hacer una escapada al Medievo.

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Merece la pena realizar la ruta sombreada junto al torrente que rodea a la villa siguiendo las paredes naturales, lo que permite contemplar las murallas del antiguo palacio, pasando por la fuente de Carreguell y el puente medieval de Can Badaire. Y un plan muy entretenido es conocer su entorno alquilando una bicicleta eléctrica o haciendo rutas en kayak y otras actividades acuáticas en el pantano de Sau.

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ALQUÉZAR

Desde el mirador de la carretera se contempla la mejor panorámica de esta villa medieval de la comarca del Somontano, famosa por su vino y también por el agua. Es la más monumental y mejor conservada de la sierra de Guara y sorprende al primer vistazo por su monumento más importante, que la corona: la iglesia de Santa María la Mayor, con un interesante claustro con frescos. A su alrededor gira un precioso conjunto de calles estrechas y empedradas en las que se levantan bonitas casas con escudos en sus fachadas y arcadas.

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Pero Alquézar tiene otros muchos atractivos, y son naturales, pues está rodeada por el cañón del río Vero y sus barrancos son un auténtico paraíso para los amantes de los deportes de aventura. La ruta de las Pasarelas se adentra en el cañón, una senda de tres kilómetros que discurre por pasarelas metálicas fijadas a las paredes verticales y en una hora y media da la vuelta al pueblo.

 

Otro recorrido lleva hasta las balsas de Basacol, mientras se avistan buitres leonados, alimoches y otras aves que habitan en este entorno en las estribaciones del Pirineo aragonés.

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GUADALUPE

Casas de siglos pasados con balconadas, arcos medievales e irregulares plazas definen esta localidad, a poco más de hora y media de Cáceres y en el entorno del Geoparque de Villuercas-Ibores-Jara, que gira en torno su monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Por eso, lo primero, es hacer una visita a este monumento que está entre las mayores construcciones de arquitectura religiosa de Europa. La visita recorre su iglesia gótica, el claustro mudéjar, su colección de cuadros de Zurbarán y, desde luego, la imagen de la Virgen Negra, que ha convertido este lugar en uno de los focos de peregrinación más importantes de la Cristiandad. Para disfrutar aún más del lugar, hay que alojarse en su hospedería ubicada en el claustro o sentarse a comer en su restaurante.

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En Guadalupe siempre hay trasiego de peregrinos en sus calles, por las que se pasea entre casas tradicionales con soportales de madera, edificios nobles, como el antiguo hospital de San Juan Bautista, ahora Parador, la fotogénica plazuela de los Tres Chorros, iglesias antes de ir a dar al humilladero mudéjar –donde Cervantes oró, como otros cuando vino a depositar sus cadenas de excautivo a los pies de la Virgen– para contemplar la mejor vista del pueblo.

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