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El volcán de Cumbre Vieja estuvo 85 días rugiendo y dejando un rastro de destrucción y desolación en La Palma del que sus habitantes no ven aún el final. Dos meses y media de que este fenómeno natural remitiese y permitiese a la isla comenzar a respirar, el Gobierno y las Autonomías homenajearán a los palmeros y a los servicios de emergencia en un acto presidido por los Reyes. Don Felipe y doña Letizia volverán así a la isla que a finales de septiembre les sorprendió con la tierra y el alma rota. ‘Estamos atónitos por lo visto y vivido y no lo vamos a olvidar. Entre todos, vamos a ayudar a recomponer sus vidas’, aseguró el Rey tras presenciar el dolor de las familias afectadas a las que este sábado rendirán un merecido tributo.
Cuando llegaron a la isla, el 23 de septiembre, hacía solo cuatro días desde que el volcán había entrado en erupción. La población estaba en shock y los reyes solo podían escuchar sin pestañear el testimonio de las personas que habían tenido que ser desalojadas. “Os quedáis casi sin nada, pero con la vida y con la ayuda de los demás”, les dijo el Rey y eso es lo que esperan ahora ante el reto de la reconstrucción. Desconocían por aquel entonces cuando recorrían las zonas más afectadas y visitaban el Acuartelamiento de El Fuerte, cedido por el Ministerio de Defensa y que alojaba a algunos de los evacuados, que aquello no había hecho más que empezar.
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Además de escuchar los testimonios de los vecinos, en especial de los más vulnerables como personas mayores o con movilidad reducida, don Felipe y doña Letizia también presideron la reunión de coordinación del Comité Técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias, donde mantuvieron un encuentro con miembros de su Comité Científico y saludaron a las fuerzas del orden y equipos médicos y de urgencias a los que también rendirán homenaje en el acto que tendrá lugar en Convento de San Francisco.
Fue una visita muy diferente a la que hicieron después del confinamiento a las islas Canarias en el marco de su gira por las diferentes comunidades autónomas. Por aquel entonces también había dolor después de la tremenda irrupción de la pandemia en nuestras vidas, pero se respiraba cierto ambiente de alivio, de haber superado una etapa después de los duros meses sin apenas salir de casa. En septiembre en La Palma la sensación de incertidumbre, de que lo peor aún podía estar por venir y de que lo perdido, perdido estaba, marcó profundamente a los Reyes que a pesar de las medidas de distancia social impuestas por la crisis sanitaria, no negaron una mano a quien la necesitaba.
Ahora, dos meses y medio después de que la naturaleza diese la mejor de las noticias al cesar la erupción del volcán, la normalidad vuelve a paso lento. La isla se encuentra inmersa en la reconstrucción de carreteras y comunicaciones, aún entre zonas de exclusión por la emisión de gases tóxicos, y poco a poco se desentierran de las cenizas algunas viviendas que quedaron sepultadas. Más de un millar de personas han podido regresar a sus hogares, pero a su alrededor todo ha cambiado.
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