La morada eterna de Juan Pablo II

Por hola.com

Los cincuenta mil metros cúbicos de tierra que se sacaron durante la investigación, merecieron la pena porque, en un determinado momento, se descubrieron diversos grafitos que, una vez interpretados, ofrecían expresiones como "Pedro, el de las llaves", "Pedro, ruega por los cristianos que estamos sepultados junto a tu cuerpo", "Pedro está aquí... etc. En líneas generales, las conclusiones a las que se llegaron permiten afirmar que el emperador Constantino, meses después de vencer a Majencio en el año 312, mandó construir una basílica sobre el lugar en el que San Pedro estaba enterrado, y que no era otra cosa que una necrópolis situada en un desnivel (el monte Vaticano) junto al río Tiber.

A nadie se le hubiera ocurrido levantar esa basílica en el lugar que entonces se levantó, dado que, muy cerca, estaba la gran explanada del circo de Nerón, lo que hubiera facilitado mucho más las obras al evitar el desnivel. Por lo tanto, Constantino eligió ese lugar, no porque fuera, ni mucho menos, el más apropiado sino porque allí estaba la tumba de San Pedro. Por otra parte, y como se sabe, la actual basílica está levantada sobre el primitivo templo del emperador Constantino.

Fue en la Navidad de 1950 cuando, en un radiomensaje, el Papa Pío XII anunciaba al mundo: "Hemos encontrado la tumba de san Pedro". Y veintisiete años más tarde (el 28 de junio de l978) Pablo VI anuncia: "Hemos llegado al final: hemos encontrado los huesos de san Pedro, identificados científicamente por especialistas en el tema".

Una visita a la Cripta del Vaticano, permite ver, por ejemplo, el conmovedor e implorante gesto de la estatua de Pío VI, que prisionero de los franceses, murió en el exilio soñando con ser enterrado un día cerca de San Pedro. Permite ver, asimismo, la sencillez con que quisieron ser enterrados Pablo VI y Juan Pablo I. Y permite, sobre todo, acercarse a los orígenes de la iglesia, a los eslabones de esa cadena de pastores que enlazan con Pedro, el Pescador.