La muerte de Sandra Peña, que con tan solo 14 años se suicidó el pasado 14 de octubre en Sevilla a causa del sufrimiento que le provocaba el acoso escolar que padecía, ha conmocionado a la opinión pública y, al mismo tiempo, ha puesto en alerta a muchas familias. El caso de Sandra se ha convertido en estandarte de la inacción de muchos colegios, de la que los expertos vienen advirtiendo desde hace años.
Ante la dificultad de hacer frente al bullying en los centros escolares se suma, como sabemos, el ciberacoso, que hace que las víctimas padezcan agresión psicológica ya no solo dentro del horario y del recinto escolar, sino en cualquier momento y en cualquier lugar. Por si esto fuera poco, ahora hemos de tener muy presente una nueva realidad: la Inteligencia Artificial (IA).
La IA es una herramienta demasiado potente y dañina para ser utilizada por las manos de niños que no son capaces de valorar las consecuencias de sus acciones.
Así lo advierte el nuevo informe de la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR sobre el acoso escolar en España (el VII Informe La opinión de los estudiantes). De hecho, pone de manifiesto que en el curso anterior (2024-2025) crecieron crecido los casos de ciberbullying y el uso de la IA para llevarlos a cabo. En concreto, la Inteligencia Artificial ya se utiliza en el 14,2% de las situaciones de ciberacoso entre escolares, más por chicos (60%) que por ellas (40%), según se desprende del citado estudio.
“La IA ha inrrumpido con fuerza en nuestro día a día, pero también lo ha hecho en la vida de niños y adolescentes, pues la realidad es que cada vez nuestros menores acceden antes a la tecnología”, señala Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña, que da la clave de una de las grandes problemáticas del uso de la IA por parte de los menores: “lo hacen sin la madurez o la capacidad de pensamiento crítico necesaria para discernir el alcance de sus acciones. Es por esto que la IA se ha convertido en un nuevo medio para cometer acoso escolar, en este caso ciberbullying”, advierte.
Y, como sabemos, lo que la IA puede hacer resulta abrumador. “Los deepfakes pueden ser audio, imagen o vídeo y se utilizan para hacer que una persona parezca decir o hacer algo que en realidad nunca ha hecho”, recuerda Gacriela Sánchez, directora de Educación de Fundación ANAR. “La IA puede imitar voces, expresiones faciales e incluso gestos”. El problema es que ahora es tan fácil de llevar a cabo que puede hacerlos hasta un niño. Y así está ocurriendo, a pesar de que es, como subraya Lorenzo Cooklin, “una herramienta demasiado potente y dañina para ser utilizada por las manos de niños que no son capaces de valorar las consecuencias de sus acciones”.
Graciela Sánchez añade al respecto que el uso de la IA está presente en el 14,2% de los casos de ciberacoso que lo llevan a cabo mediante la modificación de fotos, audios o voz de compañeros usando herramientas como Chat GPT u otras IA y que el 33,3% de los casos en los que se emplea la IA con fines de ciberacoso corresponden a la creación de vídeos falsos a partir de la manipulación de una foto de la víctima y un 32,2%, a la suplantación de la identidad de un compañero o de una compañera. “También hay muchos casos que están saliendo ahora de adultos que comparten por redes sociales imágenes no consentidas de sus parejas mujeres o chicos que piden a la IA desnudar a sus compañeros. Tenemos que preguntarnos como sociedad, qué hay detrás de esto”, propone. “Entre otros muchos factores, encontramos una falta de educación sexual adecuada”.
En la misma línea, Cooklin alerta de que “la violencia sexual digital en la infancia y la adolescencia es una realidad más frecuente de lo que pensábamos”, dice haciendo referencia a otro estudio reciente de la Fundación Mutua Madrileña junto a la Guardia Civil.
¿Cómo prevenir el acoso escolar?
Esta es la gran pregunta: cómo prevenir el acoso escolar, cómo evitar que ningún niño ni ningún adolescente sufra, pero que tampoco cause sufrimiento a otros. Porque sí, es imprescindible detectar a tiempo a una posible víctima de bullying y abrir los protocolos y ayudarla, pero también es necesario trabajar con el agresor o con el potencial agresor.
“Para prevenir el acoso escolar es necesaria la educación en valores, dentro de la familia, del centro escolar y como sociedad”, responde Graciela Sánchez. “Uno de los valores que necesitamos transmitir es la responsabilidad colectiva: lo que pasa en el acoso escolar no es algo aislado entre la víctima y el alumno que está ejerciendo la agresión, es un problema social”, subraya. “Tenemos que educar en el compromiso con el compañero que, aunque no sea mi amigo, debo tener el compromiso de brindarle mi ayuda si la necesita”.
Lo que pasa en el acoso escolar no es algo aislado entre la víctima y el alumno que está ejerciendo la agresión, es un problema social.
Otro valor fundamental que resalta la directora de Educación de ANAR es el de enseñar a los niños, desde pequeños, a gestionar la resolución de conflictos. “Como familia y sociedad debemos educar en la resolución de conflictos, la importancia de la escucha de las necesidades del otro, la importancia de la autocrítica. Muchos casos de acoso comienzan por conflictos de convivencia mal gestionados que desembocan en un acoso; antes de que esto ocurra, tengo que fomentar la autocrítica: qué daño he podido causar, qué necesidades tiene la otra persona, cuáles son las mías, cuál es mi dolor”.
Lorenzo Cooklin, por su parte, subraya la importancia de la educación digital. “Como padres, cuando entregamos un móvil, o un dispositivo electrónico, a nuestros hijos tenemos que ser conscientes del instrumento que les estamos brindando, su potencial y los peligros a los que se pueden enfrentar. Tenemos que acompañar a nuestros hijos en el uso del móvil, supervisar los contenidos que consumen y el uso que hacen de juegos y aplicaciones para saber con quién y de qué modo se relacionan online”.
En la misma línea que Cooklin, el psicólogo educativo Antonio Labanda Díaz, Coordinador-Presidente de la Sección de Psicología Educativa del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y orientador de centros educativos, hace hincapié en el papel de la educación digital. “La educación no solamente es a los niños, es decir, el transmitirles esa información, sino también las familias se tienen que comprometer a que hay tiempos para todo y, evidentemente, el acceso a ciertas aplicaciones requiere, primero, control parental y, segundo, saber qué es lo que estás haciendo”.
Y añade que es importante que los menores sean conscientes de las consecuencias que pueden tener, “consecuencias importantes y penales; es decir, un adolescente de 16 años va a la Fiscalía de Menores”. Al final, dice, la base es “educación, hablar con ellos”.
Una medida preventiva concreta que el psicólogo educativo considera muy eficaz es que alumnos de más edad trabajen en aulas de alumnos más pequeñas; por ejemplo, niños de segundo de la ESO que bajen a 5.º de Primaria y sean ellos les expliquen las consecuencias del acoso escolar y cómo y por qué deben hacer un buen uso de herramientas, “ya sea Inteligencia artificial o cualquier otro tipo de herramienta en la que la ética es primordial”.
Los menores deben ser conscientes de las consecuencias que pueden tener, consecuencias importantes y penales; es decir, un adolescente de 16 años va a la Fiscalía de Menores.
“Me parece muy interesante que sean los mismos alumnos los que hablen porque a los adultos a veces nos ven como el pesado que está siempre hablándonos de lo mismo”, dice Labanda Díaz. “Cuando ven a un chico de 15 ó 16 años que son del mismo colegio, al que ven en el patio y que, a lo mejor, algunos de ellos también han sufrido alguna situación de acoso, y les están diciendo esas consecuencias, es algo mucho más cercano que el darles una charla. Al final, pueden pensar ya viene el psicólogo o el tutor, que nos está contando siempre lo mismo”.
Siguiendo con la educación, otro valor fundamental que destaca Graciela Sánchez es el del respeto a lo diferente. “Vivimos en una sociedad que plantea lo diferente como una cuestión que da miedo, asusta y por ello lo borramos, pensamos que la diferencia es una cosa de buenos y malos, asignando por tanto un juicio de valor a lo diferente. Es importante, como sociedad, transmitir que lo diferente no es mejor ni peor”, recalca. “También es necesario aprender a convivir con la diferencia, porque cuando lo hacemos, descubrimos que nos enriquece. Aunque el otro no piense ni actúe como nosotros, eso no significa que tengamos que abocarle a una muerte civil, como ocurre en muchos casos de acoso escolar”.
Por eso y siendo consciente de que hay un largo trabajo que hacer como sociedad para prevenir el acoso escolar, Sánchez recuerda que quien lo necesita, ya sea menor de edad o sus familiares, “pueden contar con Fundación ANAR tanto para la realización de talleres de prevención del acoso como para pedir ayuda a través del Teléfono/Chat ANAR. Estas Líneas de Ayuda son gratuitas, están disponibles las 24 horas, las atienden psicólogos que trabajan en coordinación con abogados y trabajadores sociales y el servicio es confidencial y anónimo. Estamos ahí para cualquier problema que afecte a la infancia y a la adolescencia”.






