Pablo Duchement es ingeniero informático, profesor, divulgador, formador y perito. Está especializado en delitos cometidos por y contra menores en redes sociales. Ha escrito Te espero a la salida (Ed. Vergara), una amenaza conocida en su infancia, pues él mismo sufrió acoso escolar.
Se trata de un libro de gran valor y crudeza, no solo porque ofrece la perspectiva de una persona que pasó por allí y logró salir adelante, sino porque, además de aportar testimonios, señala, paso a paso, pautas muy concretas de lo que hacer en caso de que la familia esté inmersa en un problema de acoso.
E 6,2% de los menores que están entre cuarto de primaria y cuarto de secundaria han sufrido acoso escolar, y un 10,3%, ciberacoso, según datos del libro. Tener información precisa sobre cómo actuar es, en un entorno donde el bullying está tan generalizado, una protección real frente al mismo.
En un 90% de los casos, el acoso escolar es un problema de autoestima
El libro está escrito por un experto, pero también por una víctima de acoso durante 11 años. ¿Es posible recuperarse del todo de una experiencia tan traumática y durante un tiempo tan prolongado?
Depende de qué entendamos por recuperarse. Si recuperarse es que no haya condicionado mi vida, entonces la respuesta es que no. Porque verdaderamente hay muchísimas cosas que pasaron por culpa y gracias a que viví eso. Pero vivir de manera positiva, a pesar de la experiencia, sí. Es difícil, y además, dependiendo de cómo haya ocurrido, puede ser más difícil todavía. Pero sí se puede.
Para llevar una vida más normalizada, ¿recomienda tratamiento psicológico? Muchas víctimas encaminan su vida a eso que les ha causado daño. Quizá su ejercicio profesional es una vía para superar todo eso que pasó...
A mí hay dos cosas que me funcionaron bien y que recomiendo muchísimo. La primera es ayuda profesional. Yo eso se lo recomiendo incluso a gente que no ha pasado por ningún problema. Y luego otra cosa que a mí me funcionó, que para mí fue el punto más importante, aunque no significa que lo sea para todo el mundo, fue abandonar el rol de víctima y convertirme en un superviviente.
Asumir esta situación cuando ya ha pasado desde la perspectiva de víctima, puede dar pie a malos hábitos, como por ejemplo la autocompasión mal entendida, la indefensión aprendida. Cuando te transformas en un superviviente ya lo ves desde otra perspectiva que ayuda muchísimo.
El acoso escolar en el libro se define fundamentalmente como un problema de autoestima. El acosador que necesita suplir su propia carencia escogiendo a una víctima que él considera que tiene también una autoestima frágil. ¿Hasta qué punto los padres tienen una responsabilidad de que se produzca esa situación de acoso?
En un 90% de los casos es una cuestión de autoestima. Hay personas que tienen otro tipo de problemas psicológicos (psicopatía, sociopatía...) que les impulsa a caer en estas prácticas, pero la mayoría parte viene por un problema de autoestima. ¿Hasta qué punto los padres son responsables? Desde mi punto de vista, al cien por cien.
Los padres, en general, no están sabiendo crear una autoestima sana y fuerte en sus propios hijos. Pero es que incluso quienes lo consiguen, que los hay, pueden acabar teniendo hijos acosadores. No obstante, tú eres responsable de lo que está haciendo tu hijo hasta que tenga cierta edad. Entonces, aunque sea comprensible tu error como educador, lo que no es comprensible es tu error al custodiar a tu hijo, porque tú tienes que vigilarlo y tú tienes que hacerte responsable de sus actos.
¿Dónde vemos que los padres están fallando en esto? No solo en que los niños lleguen a ser acosadores, lo vemos en que después, cuando los centros educativos que lo hacen bien contactan con las familias de los acosadores para comenzar medidas educativas y tratamiento al acosador, vemos que hay un porcentaje enorme de padres que se niegan a que se apliquen las medidas educativas porque eso sería reconocer que su hijo ha acosado y son ellos los que no lo quieren reconocer.
Entonces, sea por una cosa o por otra, nos encontramos que los padres están detrás de casi todos los errores que hay en la cadena del acoso.
En relación a los padres del acosado, ¿hay un fallo también por no haber provisto a su hijo de una fortaleza mayor para que no sea el blanco fácil?
Yo no diría culpa ni responsabilidad, pero es cierto que los padres podrían hacer mucho para que sus hijos tuvieran una autoestima fuerte. Pero es que nadie nos ha enseñado.
La verdad es que a los papás nadie les explica cómo hacer la autoestima fuerte a su hijo. De hecho, tenemos a muchos papás que tienen mala autoestima. Entre toda la lista de errores, el suyo es de los más comprensibles, pero debes acudir a quien te ayude. Ahí es donde tú podrías haber hecho algo en tu posición de padre.
Los acosados muchas veces no confiesan a su familia lo que sucede por vergüenza o por miedo. En el caso de que los padres se enteren por terceras personas de ese acoso, al margen de sentarse a hablar con su hijo, ¿el primer paso sería acudir al tutor?
Sí, por supuesto. Pero yo matizaría un poco las frases. No es acudir al tutor, es acudir al tutor y solicitar la apertura del protocolo. Eso es lo primero. Luego nos ponemos a hablar de por qué, de por qué no, del cómo, del cuándo, del dónde, de si se sostiene o no se sostiene el diagnóstico de acoso, pero lo primero es activar el protocolo.
Antes de tener claro que ha sido una situación continuada, que se ha ejercido violencia, primero activamos el protocolo para que precisamente por la incoación de ese protocolo se vea si ha sido o no ha sido. Hay centros educativos que antes de activar el protocolo hacen una especie de investigación para ver si es procedente o no.
El protocolo es la investigación. El protocolo se tiene que activar. Dentro del protocolo se realizan las pesquisas oportunas, pero es que lo importante del protocolo es que hay gente que es especialista en esto, que ya ha estudiado cuál es el orden de los pasos y, por ejemplo, se activan medidas de protección desde el principio.
Si tú te pones a investigar y te has saltado esas medidas de protección porque estás investigando de oídas y no has activado el protocolo, esa persona está totalmente desprotegida. Y pueden pasar cosas, y han pasado cosas. De las peores cosas posibles.
Lo primero, sin duda, es activar el protocolo. De hecho, valen más 40 protocolos activados con un diagnóstico que no es acoso que uno no activado en el que el diagnóstico habría sido de acoso.
Y si el centro dice 'no tenemos en este momento protocolo', ¿habría que ir directamente a inspección escolar?
El centro, en España, no puede no tener protocolo. En ese momento tú ya empiezas a gestionar esto de una manera judicializada, pero contra el centro.
En este mismo sentido es lo que se apunta el libro de no aceptar nunca la mediación escolar, ni dejar que se califique como un conflicto escolar, ¿verdad?
Hay que ir por el protocolo y no hay otra vía. Con un matiz: la mediación escolar está totalmente contraindicada y es perjudicial en caso de acoso escolar por un montón de motivos. Uno de ellos es la revictimización del acosado y el empoderamiento al acosador.
La misma propuesta de la mediación consiste en que el mediador tiene que tener una postura equidistante. ¿Cómo puede ser equidistante ante el acoso?
El primer impulso de muchos padres cuando se enteran del acoso es ir directamente contra el acosador o contra su familia. Pero en el libro se aconseja todo lo contrario y se aboga por dar pasos muy calmados y muy pensados, como en el ajedrez...
Mi experiencia es que es una pésima idea tratar eso de esta forma. No voy a decir que no exista un caso excepcional en el que unos padres sean unas personas muy concienciadas y ante la idea de que te venga un amigo del trabajo que te cuente 'tu hijo está acosando el mío', lo primero que hagan es analizar la situación y preocuparse por si su hijo es un acosador, que sería algo lógico. Yo no estoy diciendo que eso no ocurra, lo que estoy diciendo es que en mi experiencia es que eso no ocurre. Yo todavía no he visto un caso de esos.
Sí muchos casos de 'mi hijo es imposible que haga eso, de hecho seguro que esto es una mentira que está contando tu hijo para perjudicar al mío'. Eso es lo que se despacha día a día en los centros educativos. Por eso es una mala idea dirigirse directamente a los padres del acosador. Deben gestionarlo los profesionales del centro, incluso cuando ha pasado solo una vez.
Para que los padres comprendan la magnitud de lo que emocionalmente está viviendo el hijo que ha sido acosado aconseja que se recurra a un superviviente de acoso, pero eso, en la vida real, ¿cómo se hace?
Sorprendería la cantidad de gente que pasa por una situación de acoso escolar. Yo solo sé que cada vez que hablo de acoso escolar, pero no como profesional, sino que cuento mi historia siempre hay alguien en el grupo que dice 'a mí también me acosaron'. Es una situación que requiere abrirte tú para que la otra persona se abra, y si estás en una situación de apuro como esa decir 'a mi hijo lo están acosando y no sé muy bien cómo gestionar este asunto, no sé muy bien cómo lo está viviendo él, ¿cómo crees que lo vivirá?'. Siempre hay alguien que te dirá 'mira, yo lo viví y fue así'.
Pero, además, podemos pedir amparo al centro preguntándole si pueden poner al niño un alumno acompañante. Hay alumnos que por algún motivo están muy concienciados con estos temas (generalmente han vivido esto), que normalmente son de cursos superiores y que acompañan a la víctima en momentos de cruce de alumnos como por ejemplo puede ser el recreo, y son un apoyo para el acosado.
En todo el proceso se habla en el libro de que el menor debe estar siempre informado. No se le puede dejar al margen como si fuera un asunto que deben tratar solo los adultos, sino que él tiene que formar parte de todo...
Claro, porque puede que ya esté empezando a desarrollar la indefensión aprendida, entonces si la gestión de su situación ni siquiera la lleva él es aun peor.
Hay situaciones en las que a los padres no se les pasa por la cabeza que puedan estar de alguna forma complicando el día a día del menor en el aula, situaciones que pueden hacer con toda la buena intención del mundo y que acaben siendo una muy mala idea, y es el menor el primero que lo percibe. Por ejemplo, los padres pueden pensar hablar con un conserje para que le eche un vistazo. Entonces el menor sabe que si se empiezan a mover ese tipo de medidas de manera evidente los acosadores se van a enterar y que puede haber represalias o que se puede volver más cruda la situación. Por eso hay que tratar las cosas con el menor y, en la medida de lo posible, no llevar a cabo ninguna medida en que el menor no diga 'adelante'.
Se habla de la importancia de guardar todas las pruebas, en ese sentido no bloquear el móvil para que todo quede registrado, grabar incluso las conversaciones que se tengan en el colegio para que quede constancia, pasar todos los papeles por registro, no hablar por whatAapp del caso en grupos... Hay que conocer muchas estrategias. ¿Cuándo haría falta contar con un abogado o con un especialista para que te aconseje?
Esto no es un procedimiento legal, aunque en algunos momentos toca ciertas partes de la ley, y aunque puede acabar judicializándose. Lo que necesitas es a un especialista en acoso. El abogado no es siempre quien te va a ayudar.
Hemos vivido situaciones en que el padre del acosador se niega a hablar con el centro que lo ha citado para hablarle del acoso si no va acompañado de su abogado. Y esto no es así. No es una corte ni una sala de lo penal. Esto es un proceso educativo no es un proceso judicial, entonces es bueno contar con especialistas que nos aconsejen con los pasos a seguir cuando se da un caso, por leve que sea.
Todos los casos de acoso escolar empiezan siendo leves. El doctor Iñaki Piñuel, que es una máxima referencia al respecto, presenta cuatro fases de evolución y la primera es prácticamente indetectable y además es muy natural en todas las aulas. No nos podemos acomodar pensando que no es un peligro porque luego evoluciona.
El problema es que estos recursos de asesoría no se conocen o no están al servicio de la ciudadanía. En Canarias tenemos una entidad de especialistas en acoso escolar, SPCAE, donde las familias pueden llamar e incluso los asesores tienen la potestad de que sean ellos quienes lleven el protocolo de su hijo en su centro. También en el País Vasco, los centros de formación del profesorado proporcionan un montón de recursos.
Habla en el libro de cómo mostrarse ante el acosador para que no lo tome como víctima, se dice "ni triste ni tenso, ni hiriente, tranquilo e indiferente". Esto puede resolver el caso con tu hijo, porque el acosador se va a otra víctima, pero ¿cómo digerir que acosarán a otro compañero y que te conviertes en testigo?
Esa medida la propongo como alternativa a la respuesta violenta. Además, hay que tener en cuenta que no son las familias quienes tienen que solucionar el problema del acoso: son los centros.
Las familias tienen que solucionar las 'necesidades' de acosar que pudieran tener sus hijos, pero no podemos decirle a un papá o a una mamá de un niño autista al que le están haciendo comer heces (caso real), que su hijo se proteja por sí mismo. Es responsabilidad de los padres del acosador y del centro que está ahí precisamente para que estas cosas no ocurran.
Y en el caso del testigo del acoso y de sus padres: si llega tu hijo casa y te dice que un compañero está acosando a otro, ¿el procedimiento sería el mismo, dirigirse al tutor?
Como padres, tenemos una obligación. Y además, después de la activación de la Ley Rhodes, es una obligación legal. Nosotros no podemos saber que un menor está sufriendo, y no ponerlo en manos de las autoridades pertinentes. Y aquí las autoridades pueden ser autoridades educativas. Hay una obligación, no solo moral y ética, sino legal. Automáticamente hay que avisar al tutor.
Pero también es una oportunidad enorme de evolucionar educativamente con su propio hijo. Hablarle de que es una injusticia y de que callarnos es estar de parte del que comete la injusticia. El hijo puede responder que si habla va a ser el siguiente o tenido como un chivato. Pero ahí está el tema de los valores familiares: '¿Qué es mejor: ser un chivato o que te pese sobre la conciencia?'.
Y esto es una asignatura pendiente en las familias españolas. Yo entrando a mi instituto oigo consejos a los padres de que no se metan porque después pueden ir a por ellos. ¿Son esos los valores que estamos transmitiendo a nuestros hijos? Los papás ahí tienen una oportunidad de educar y, sobre todo, tienen una obligación legal de no permitir que un menor siga sufriendo.
¿Los acosados necesitan psicológica o emocionalmente una restitución, un perdón?
El acosador necesita restituir el daño, tiene que ser parte de su tratamiento. Pero al margen de esto es importante el perdón del acosado como parte de la superación. Yo conozco personas de 40 años que a día de hoy todavía siguen sufriendo a manos de sus acosadores cuando hacen 30 años que no los han vuelto a ver. Sin embargo, la víctima, porque sigue siendo víctima, sigue sufriendo. ¿Por qué? Por rencor, odio... Hay un montón de situaciones que están asociadas a consecuencias psicológicas y siguen sufriendo.
La forma más útil para mí de superar estas situaciones es el perdón. Pero no todo el mundo puede hacerlo y no todo el mundo que lo recibe se lo merece. Entonces, es algo que no le podemos exigir a la víctima. El perdón como acto individual aunque el acosador no me haya pedido perdón. Los acosados que lo alcanzan, que alcanzan ese nivel de 'yo perdono a este tío que me hizo la vida imposible', superan mejor y en mayor profundidad el daño que sufrieron. Y en eso no interviene que el acosador pida perdón. No es necesario. De hecho, no tienes que decirle, 'mira, te perdono'. Simplemente es un perdón, es decir, 'a partir de ahora no voy a seguir sintiendo rencor'.
A mí lo que me sirvió principalmente fue entender que al final el niño que me acosaba era un niño que también estaba sufriendo por otro lado y que evidentemente no es justo ni justifica sus actos ni los relativiza en absoluto ni vuelve mejor persona a aquel niño. Pero sí es cierto que había una explicación y a mí me sirvió para dejar de seguir teniendo odio. Yo estuve a punto de morir cuatro veces. Pero solo una a manos de él. Las otras tres fueron a mis propias manos.
Si yo no hubiera perdonado, no sé dónde estaría ahora mismo. Pero yo no me senté con él a decir, 'mira, te perdono'. Simplemente el tiempo ha pasado y seguir sintiendo rencor me hace daño a mí.
Es algo muy controvertido. Conozco víctimas que cuando oyen esto se enfadan mucho porque para ellos es inviable perdonar. Y también hay otros que lo superan sin ese perdón.
¿Esas personas que no contemplan el perdón buscan una restitución de alguna forma?
Jamás he visto a una víctima que esté sufriendo en ese momento a manos de su acosador pedir que castiguen al acosador ni sentirse bien si al acosador le caen medidas encima. Lo que quiere una víctima es dejar de sufrir, estar tranquilo. No quiere una revancha ni una venganza. Lo que quiere es estar bien y protegido, dejar de tener miedo. La justicia que tú estás buscando no es un castigo, es estar protegido.
¿En qué casos estaría indicado el cambio de colegio para la víctima?
El problema del acoso es que va evolucionando y es un efecto social, no individual. Entonces, ¿qué ocurre? Que el grupo se va viendo intoxicado. La figura, que en realidad es una especie de caricatura que los acosadores crean de la víctima, se empieza a generalizar hasta el punto de que lo cree, no solo los compañeros de clase que no acosan, sino que se la cree el propio acosado.
Entonces, llegados a ese punto, que es a partir de la fase 3 de acoso, el grupo entero requeriría un trabajo tan profundo de terapia que es inviable pensar que ese grupo sea salvable. Así que se puede considerar que el rol de la víctima en el grupo está intoxicado para siempre. Entonces, lo mejor para la víctima, lo más sano, si hemos permitido que el caso llegue hasta ese punto, es sacar a la víctima de ese entorno que está intoxicado y meterla en uno nuevo.
¿Qué puede pasar en el nuevo entorno? Entre las personas que venían convencidas de la caricatura está el propio acosado. Además, tenemos el problema de que las víctimas son escogidas por ser más vulnerables, por tener la autoestima mal. Las probabilidades de que si hay un acosador, que en España ahora mismo es de un acosador por cada dos aulas, lo escoja como un nuevo objetivo, son altísimas.
Tenemos ese problema y hay que realizar un trabajo de tratamiento, entrenar su autoestima, intentar mejorarla, procurar que cree redes nuevas... para que pueda salir adelante.
¿Qué pasa cuando el acoso lo cometen los compañeros del colegio, pero fuera del centro escolar?
Desde hace mucho tiempo la competencia del centro educativo no se limita únicamente físicamente al plano del centro y temporalmente a la jornada de estudio. Y es que además viene estipulado según comunidades. Por ejemplo, en alguna comunidad es el centro educativo y 50 metros a la redonda.
Además ahora con la Ley Rhodes la capacidad y obligación del centro de gestionar este tipo de cosas se ha ampliado muchísimo más. Y es que resulta que si un suceso tiene una explicación en el grupo clase sigue siendo el centro la autoridad educativa que tiene que intervenir.
Aunque el grupo clase haya quedado un domingo en la plaza para darle una paliza a su compañero sigue siendo el centro el que lo tiene que gestionar. De hecho, cuando suceden procesos judicializados en los que hay un juez de menores interviniendo una de las primeras cosas que hace cuando va a dictar las medidas es pedir al centro que sea quien las aplique porque somos la autoridad educativa correspondiente. Entonces, el centro no se puede desentender de lo que pasa con su alumnado por culpa de su alumnado.
¿Qué hacer si tu hijo es el acosador?
La familia del acosador lo que tiene que hacer es, primero, colaborar totalmente con el centro en las medidas educativas. Y, segundo, tiene que ayudar a su hijo. Su hijo necesita atención. Entonces, no hay nadie que le pueda dar mejor atención que un terapeuta. Porque su hijo tiene un problema de autoestima, probablemente.
Sorprendería la cantidad de veces que estás tratando con un acosador que parece una persona vil, infumable, y luego quedas con los padres para tratar el tema, y resulta que viene un maltratador. Muchas veces los acosadores son víctimas en otros escenarios. Entonces, nosotros tenemos que dejar de hacerle ese daño a nuestro hijo para que nuestro hijo deje de necesitar hacer daño a otros.
¿Cuándo habría que ir a la Policía en caso de acoso escolar?
Hay tres escenarios principales. El primero si hay ciberacoso. Da igual cual sea la conducta, incluso si la extrapolación de la conducta a un escenario real, a un escenario no digital, no fuera un delito. Por ejemplo, los insultos. En la vida real que alguien venga y te diga 'idiota' no constituye una conducta delictiva, pero cuando lo hace por medio de los medios digitales tenemos que ir a la Policía, a la Guardia Civil... a denunciar.
Segundo, cuando la conducta que ha sufrido el niño en el centro extrapolada a adultos sería constitutiva de un delito. Si yo voy andando y me pegan o me sacan una navaja, voy a la Policía. La regla es muy sencilla: si tú lo extrapolas a dos adultos, ¿eso lo irías a denunciar a la comisaría? Sí, pues si le pasa a tu hijo, vete a denunciarlo a la comisaría.
El tercero es cuando el centro no quiere actuar. Cuando el centro se niega a abrir el protocolo, cuando lo incumple o cuando el centro está formando más parte del problema que de la solución.
Cuando el centro juega sucio, por ejemplo, que es una cosa que hacen algunos centros habitualmente por desgracia, que es abrirle el expediente de absentismo a la víctima en lugar de abrirle el expediente de acoso escolar a la acosador. Entonces cuando pasa cualquiera de esas cosas hay omisión de auxilio y, según el caso, dejación de funciones. Así que se denuncia.
Si al denunciar te encuentras con un funcionario que te disuade diciéndote que eso no tiene recorrido judicial o es que son cosas de niños, vuelve otro día porque hay otros que sí quieren ayudar. Y también se puede ir directamente a la Fiscalía de Menores o a un juzgado.