Cómo detectar el acoso escolar©GettyImages

Bullying

Señales que deben alertar a padres y profesores para detectar el acoso escolar

Las víctimas de ‘bullying’ suelen ocultar su sufrimiento por temor a represalias, por lo que es fundamental que los adultos sepan reconocer esas señales y actuar a tiempo

El acoso escolar es uno de los problemas más graves a los que se enfrenta el sistema educativo en general y miles de víctimas que sufren de manera individual las consecuencias de este maltrato por parte de sus compañeros. Las cifras son alarmantes: solo en 2021, 29.638 niños llamaron al teléfono de ayuda de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) en busca de una salida a la grave situación en la que se encontraban. Y ellos son únicamente los que se atrevieron a dar el paso de solicitar auxilio. La mayoría calla por temor a represalias. De ahí que sea tan importante que tanto padres como profesores estén atentos a los primeros signos de alerta y puedan actuar con prontitud ante la más mínima sospecha. Los educadores son “parte activa en esta ecuación con la observación, en las clases y patios pero esencialmente en comedores, pasillos y cambios de clases, donde los alumnos se sienten menos observados y bajan la guardia”, indica María Delgado, Coordinadora de Convivencia y Bienestar del Colegio Europeo de Madrid. Al mismo tiempo, en casa hay que estar pendiente de cualquier cambio extraño en el comportamiento de nuestros hijos.

¿Qué es el acoso escolar?

El acoso escolar o bullying es una forma de maltrato físico o psicológico que uno o varios niños ejercen contra otro de forma continuada en el tiempo y que, por lo general, tiene lugar dentro del centro escolar, si bien en ocasiones se extiende más allá del recinto e incluso se da también en las redes sociales (ciberbullying). Incluye, por tanto, desde agresiones físicas a robos, insultos, amenazas o difusión de rumores sobre su persona con el único objetivo de hacer daño.

 

Señales de alerta de que un niño sufre acoso escolar

Ante las agresiones continuadas, la víctima empieza a cambiar su actitud y su comportamiento y, en la mayoría de los casos, cree que lo más conveniente es permanecer en silencio para que no se cumplan otras amenazas de los agresores. ¿Cómo pueden entonces sus padres o profesores averiguar por lo que está pasando el niño o la niña? “Cualquier cambio en el alumno es bueno tenerlo en cuenta”, aconseja Delgado. “En ocasiones, les empieza a costar más levantarse por las mañanas, dejan de venir contentos al colegio, empiezan a tener alguna excusa para no ir a un cumpleaños o no participar a una actividad extraescolar”. Y todo esto “deberían ser señales de alarma de que algo no está funcionando bien”.

También habrá que prestar atención si se producen esos y otros cambios, como una bajada brusca del rendimiento escolar o que se muestra más retraído incluso con la familia, se dan al mismo tiempo. Sobre todo, habrá que sospechar si llegan con heridas para las que no dan explicación o empiezan a perder objetos personales a menudo.

Adolescente©GettyImages

Para averiguar qué es exactamente lo que está ocurriendo, lo más adecuado es que los padres estén “en constante comunicación con el centro” en el que está escolarizado el niño, “ya que en ocasiones lo que reflejan en casa no tiene nada que ver con lo que muestran en el colegio y viceversa”. Ya se trate de acoso, ya de cualquier otro motivo, “la comunicación entre colegio y familia tiene que ser fluida y sincera para ayudar al alumno a superar ciertas situaciones que no sabe gestionar solo”.

¿Cómo debe actuar el centro escolar ante un caso de acoso?

  • Prevención. Lo primero de todo es trabajar la prevención. Aunque es en casa donde se sientan las bases en el seno familiar, desde pequeños; por un lado, para evitar que cuando sean más mayores hagan daño a compañeros y, por otro lado, para fomentar la comunicación y encuentren en su hogar la seguridad necesaria para afrontar problemas como este. Partiendo de que esto no es fácil para las víctimas, es preciso que el centro escolar se tomen también las medidas adecuadas al respecto, que pasan por “trabajar el respeto y observar constantemente a los alumnos”. Para ello, “el respeto a la diversidad, a la diferencia, debe ser uno de los pilares fundamentales en la educación de los menores para mejorar las relaciones interpersonales”.
  • Actuar cuando se detecta un caso de acoso, pero con prudencia. En todos los centros escolares existen protocolos de actuación a seguir en situaciones en las que se de acoso, “pero no podemos conformarnos con eso, ya que como adultos, tenemos la obligación de proteger a todos nuestros menores, independientemente de sus acciones”, apunta la Coordinadora de Bienestar. “Las intervenciones deben ser no solo individuales con los alumnos directamente implicados en el caso de acoso, sino también a nivel grupal por medio de actividades o talleres que les ayuden a gestionar lo ocurrido en el aula”. Esto es importante porque es clave el papel que desempeñan los llamados observadores o espectadores que, “aunque mantengan una actitud pasiva, son parte integrante de la situación”.
  • Comunicación con las familias. “Como no podía ser de otra manera, las familias tienen que ser informadas de lo que ocurre, ya que el apoyo desde casa es necesario” y su colaboración puede ser de gran ayuda de cara a la solución del problema.
  • Comprensión y apoyo a los alumnos para con los alumnos más directamente implicados. Debemos “asegurarles que los adultos estamos para ayudarles y que pueden contar con nosotros”.