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Crianza

Sara Bosch y Marta López, psicólogas: "Los niños que juegan con sus padres y madres están grabando en su cerebro enlaces neuronales maravillosos"


Las expertas explican cómo el simple acto de jugar en familia fortalece el desarrollo cerebral y emocional de los niños


Padre e hijo juegan juntos© Getty Images/Westend61
19 de septiembre de 2025 - 7:30 CEST

El juego no solo es diversión, sino que es necesario para los niños. Mediante el juego aprenden habilidades sociales, pero también es una forma de expresión de su mundo emocional. Además de todo eso, es una forma única y maravillosa de fortalecer el vínculo con nuestros hijos. “¡Creamos familia jugando!”, afirman con rotundidad Sara Bosch y Marta López, psicólogas y coautoras del libro Juguetes fáciles para momentos difíciles. Ideas profesionales para crear en familia y mejorar el día a día (Ed. Sentir)

Hemos hablado con ellas y explican cómo el juego contribuye al desarrollo cognitivo y emocional del niño y aportan ideas de juegos muy especiales para que padres, madres e hijos jueguen juntos y los niños aprendan al tiempo que disfrutan a lo grande.

Pocas cosas hay que les gusten más a los niños que jugar con sus padres

Sara Bosch y Marta López, psicólogas

¿Qué papel desempeña el juego en el desarrollo emocional e intelectual del niño?

Un papel absolutamente fundamental. De manera natural e innata, los niños juegan. Exploran, interaccionan y se adaptan a todo lo que les rodea (entorno y personas), generando vínculos seguros a través del juego. Por ello, podemos aprender de su método natural y proporcionarles juguetes que, además, estén orientados a que esa interacción no sólo sea lúdica, sino que genere aprendizajes dirigidos, conscientes y saludables. 

No existe un solo aspecto que forme parte de su desarrollo emocional que no pueda formar parte de un juego. Y si aprenden jugando, resulta obvio que el juego es una herramienta de incalculable e incuestionable valor. Los adultos inventamos y fabricamos juguetes para ellos, pero aún no los vemos suficiente -y desafortunadamente- como las maravillosas herramientas que son. No solo desempeñan un papel fundamental, sino que hacen que el desarrollo sea más bonito, sano, rápido y estable. Es -sencilla y llanamente- su lenguaje natural.

¿Qué juegos elegir para ese correcto desarrollo emocional y cognitivo de nuestros hijos?

Creo que son pequeños grandes retos. Ellos son los que nos desafían a que pensemos y optemos. Podemos repetir mil veces, gritar, incluso castigar o pretender que sean “pequeños adultos”, o podemos pensar en elegir o inventar no uno, sino cientos de juegos. ¿Cómo puedo enseñarle algo importante? ¿Cómo puede motivarle hacer algo? Hablamos del juego como un estilo, que trasciende al juguete clásico.

Cada edad tiene sus desafíos, por lo que cada edad tendrá sus recursos en forma de juego o juguetes. ¡Y no por ello tendrá el aprendizaje menos valor! Al contrario. No hay resistencias al aprendizaje porque es natural y divertido. Somos los adultos quienes los hacemos aburridos. Así que elegimos el juego siempre adaptándolo a un objetivo, unas normas y una manera de alcanzarlo. Y lo hacemos fácil y que pueda repetirse. 

Sin duda, mientras juega aprende conceptos que después va a extrapolar a la vida. Sucede. Sin más. Siempre animamos a los padres a que confíen en el aprendizaje positivo y natural. Trabajamos todos los “músculos” emocionales (la frustración, la tolerancia, la paciencia, la empatía, la adaptabilidad, la impulsividad, el afrontamiento al miedo, etc) y cognitivos (la planificación, la gestión del tiempo, la secuenciación, la atención, etc). Los psicólogos los utilizamos como recursos profesionales -para hacer nuestro libro escogimos algunos de ellos- ¿porqué no los van a utilizar los propios padres y madres en casa?

Creemos que, cada vez que somos conscientes de que queremos que aprendan algo, podemos pensar, diseñar o elegir un juego y adaptarlo a ese desafío. Objetivo, normas/instrucciones y método. Tres aspectos inherentes al juego de la vida. Ojalá la industria dedicara su interés a crearlos para facilitarles a los padres directamente esas herramientas. Quizás algún día… (estaremos encantadas de colaborar en eso!)

La elección del juego no es sencilla, pero como padres y madres, tenemos que apostar sobre todo por aquello que resulte funcional para nuestros peques, en base a su etapa madurativa, a su desarrollo emocional y a los objetivos que nos queramos marcar. Es importante ir poco a poco, hacerles el adecuado acompañamiento en ese aprendizaje disfrazado de juego. Los padres, a menudo, se justifican en consulta explicando que cuando gritan, es porque no pueden más. Optar por elegir juegos adecuados a su etapa, fáciles y motivadores, nos dará ese plan b mágico, ese oxígeno que a veces se acaba cuando educamos.

¿Cuáles son los primeros juegos que todo padre o madre debería ofrecer a su bebé?

Los juegos del amor, sin duda. Una manera de promover una relación mutua -a través de un objeto- que se convierte en un vínculo maravilloso. Esos juegos donde aparecen reacciones y gestos simples y sencillos (acción-reacción) que se repiten en una secuencia divertida “(no juegues a algo con un bebé que no estés dispuesto a repetir mil veces!”); sonidos, manipulaciones, movimiento/parálisis, simulaciones, aparecer/desaparecer… De aspectos y actividades primarias y básicas. 

Los primeros juegos deben promover ternura y sonrisa. No hay más complicación. Son momentos insustituibles de promover un apego seguro, un vínculo afectivo adecuado que perdurará en el tiempo. Ese es el objetivo y el aprendizaje que -mágicamente- se produce. Los bebés, los niños que juegan con sus padres y madres (adaptándose los adultos a ellos y no a la inversa) están grabando en su cerebro enlaces neuronales maravillosos, no sólo en ese momento en la relación con sus padres, sino como base futura de relación con los demás. Y fíjate, todos de forma instintiva usamos el juego con los bebés o para aproximarnos a ellos.

Madre juega con sus hijos© Getty Images

¿El juego puede sanar heridas emocionales?

Son fascinantes. Lo vemos cada día en consulta. El juego del buzón respondón, por ejemplo. Recuerdo un niño de 6 años. Su madre falleció y vivía en medio de un litigio entre su padre (custodia) y sus abuelos maternos, con quienes había convivido. Los abuelos estaban muy preocupados porque cuando iba a visitarles no expresaba nada de la nueva vida con su padre. Sentían que, obviamente tenía miedo de causar más conflictos en el mundo adulto. El buzón fue la clave. De repente empezó a poner notas dentro de él expresando miedos y tristezas. Y los abuelos (¿o el buzón?) pudieron responderle con notas de comprensión, amor y serenidad. Poco a poco, llevó esas expresiones a la comunicación real. El buzón le ayudó a transitar. Aún conservan esas notas escritas. 

No siempre es fácil que los niños nos hablen de lo que sienten. Ellos prefieren otros canales. Otros juegos nos ayudan a sanar adecuadamente la autoestima (otro músculo fundamental!), incluso a gestionar el duelo (tenemos ejemplos maravillosos) y el rechazo, algo que en ciertas edades causa un enorme daño entre iguales (como el bullying). Incluso nos ayudan a que adquieran habilidades para relacionarse cuando por circunstancias no las han adquirido adecuadamente. Como te decía, los juegos son recursos básicos en terapia. Nos ayudan a fomentar y promover estrategias personales que por otro canal, en ocasiones los peques no se ven capaces, a veces porque duele y otras porque no se contemplan...

¿Es necesario jugar en familia?

¡Indudablemente! ¡Creamos familia jugando! Cambiamos o intercambiamos roles, no hay jerarquías, todos tenemos el mismo objetivo y oportunidades… reír y hacer una actividad juntos no sólo es un rato agradable, sino que crea vínculo. Un vínculo irrompible que se graba en nuestro cerebro desde muy temprano. Es mi tribu. Y el vínculo parece invisible, pero no lo es. Químicamente es más que evidente y real. 

Mientras el niño juega aprende conceptos que después va a extrapolar a la vida

Sara Bosch y Marta López, psicólogas

Pocas cosas hay que les gusten más a los niños que jugar con sus padres. Y si es con ambos a la vez, y con hermanos… es la máxima felicidad. Verse feliz con ellos y verles felices entre ellos. Eso les da una seguridad que no nos podemos ni imaginar. Sentir esa comunión con los suyos a través del juego común deja ese sentimiento de pertenencia y aceptación social que es el antídoto a sentir vacío, miedo a fallar, inseguridad y soledad futuros. Para la salud mental y su correcto desarrollo, es obligatorio jugar en familia.

¿De qué manera puede afectar a un niño la falta de juego con sus iguales?

La falta o ausencia de juego con iguales siempre va a ser un indicador a tener en cuenta. Puede ser que el niño no quiera jugar o que simplemente no pueda darse esa circunstancia. En cualquier caso no es la interacción natural. Los niños juegan a relacionarse, ensayan códigos, proyectan aprendizajes, emulan e imitan. La falta de esa antesala o entrenamiento social “jugando” promoverá una probable falta de habilidades relacionales o la tendencia a relacionarse muy específica y selectivamente o a percibir a los demás, en general de forma defensiva. 

Jugar con los iguales nos enseña a sentirnos iguales. Y a conocernos. El juego nos homogeneiza, nos comparte, nos hace colaboradores necesarios, nos muestra que el paraguas común del juego comprende estilos distintos, nos comparamos, competimos, nos obliga a vivir conflictos y a negociar o a buscar maneras de afrontar que, si son desadaptativas, los adultos pueden revertir. La falta de juego nos debe alertar a estar muy pendientes ante problemas relacionales futuros o incluso de identidad.

Uno de los juegos que proponéis en el libro es el 'spray antimonstruos', ¿en qué consiste?

Lo más importante del juego es que revierte el “modo pasivo” (bloqueo) en el que el miedo nos sitúa. El niño se convierte en un agente activo. Hace la pócima. Sigue instrucciones de figuras de confianza. Se enfrenta con inteligencia y realiza una acción claramente afrontadora (rociar). Es muy importante lo que proponemos que diga en voz alta (y lo repita) porque es lo que en psicología llamamos una autoafirmación. Es el mensaje que se da a sí mismo. Cada noche. De seguridad. De capacidad. Es lo que esa acción de afrontar dice de él. 

Todo eso son conductas incompatibles con las conductas que obedecen al miedo (pasivas, vulnerables, empequeñecedoras, devaluadoras..). Es un giro de 180 grados. La repetición conllevará el aprendizaje y la desensibilización. El miedo se neutraliza solo… con otras emociones antagónicas. Nunca el miedo desaparece con la razón, haciéndole sentir tonto o con la imposición a que no debe sentirse.   

Juguetes fáciles para momentos difíciles. Ideas profesionales para crear en familia y mejorar el día a día, de Sara Bosch Carretero y Marta López García © Editorial Sentir

'Los dormimonos' es el primero de los juegos que aparecen en el libro y está orientado, además de para superar miedos, para favorecer el sueño. ¿Cómo funciona este juego?

Es maravilloso. La creatividad de los papis aquí es lo que más lo enriquece. Es cómo usamos el juego. Son dos peluches (monos) unidos por una cuerda (liana). Obviamente la liana es la unión física entre los peques y los papis. Así la distancia emocional desaparece. No hay sentimiento de soledad aunque mamá o papá no estén delante. Un pequeño tirón sirve para comunicarnos sin vernos. Como los padres tienen uno de los peluches y el/la peque tiene el otro, representan simbólicamente los mismos pares. No pueden verse pero están unidos

Primero juntos se utilizan para generar un cuento, luego se comunican, se despiden, se dan las buenas noches… puede el mono “papis” aparecer de vez en cuando por el marco de la puerta y anunciarle al monito del peque que seguirá haciéndolo mientras descansa tranquilo… los dormimonos generan tranquilidad, seguridad y conexión. Y el peque se convierte en protector de su propio peluche. Obviamente hay que estar pendientes de retirarlos (la liana) en cuanto se duerme. Cada noche el cuento es distinto, ¡ahí está la creatividad! Al final, proyectando la circunstancia en los monos, el sueño confiado, seguro y apacible aparece en los humanos de forma natural...

Si tuviérais que elegir, ¿por qué apostaríais, por el juego simbólico o por juegos de reglas como los juegos de mesa? 

Cada juego tiene su particularidad, su beneficio. Todos son compatibles. No podemos apostar solo por proteínas, sino por una dieta variada. Todos los juegos nos alimentan. De más pequeños el juego simbólico es necesario para el desarrollo (e inevitable, los niños lo inventan!), de hecho los de reglas solemos inventarlos los adultos (al principio pocos son los niños que no se resisten a boicotearlas!). Está muy bien! Hay que fomentar ambos. Sin duda

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