El juego es la mayor herramienta de aprendizaje para los niños porque les ayuda a evolucionar y a desarrollar su sistema psicomotor. También les aporta mucho a nivel emocional, fomenta su imaginación, su creatividad... Concretamente, el juego simbólico les brinda múltiples beneficios en muchos sentidos. Te contamos por qué.
El juego sin duda es la mayor herramienta de aprendizaje para los niños desde sus primeros meses de vida, y es que se convierte en su mejor vía de desarrollo psicomotor. Según van creciendo los niños nos irán sorprendiendo con su capacidad de inventar historias, situaciones, juegos… por eso, no debemos, en ningún caso, intentar dirigir sus juegos a no ser que sea por motivos de seguridad o el peque se encuentre en alguna situación de riesgo.
El juego simbólico es una forma de jugar que les permite recrear situaciones de la vida cotidiana, de la vida real, con las que se sentirán identificados, imitarán a papá o a mamá o, incluso, podrán imaginar ser quién ellos quieran. Es a partir de los 2 años, o 2 años y medio, cuando se comienza a introducir en los peques el simbolismo en juegos clásicos como es jugar a los médicos, a las cocinitas o a cuidar bebés… Pero, quizás no eres conscientes de todos los beneficios que les aporta el juego simbólico. Te los contamos.
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La importancia del juego
Como ya hemos visto en algunas ocasiones, el juego libre es la base fundamental para el desarrollo del niño. No intervenir, no poner límites físicos (dentro de su seguridad) y, en definitiva, dejarle ser y que se muestre cómo es a través del juego es lo más importante.
“Debemos resaltar que todo juego nace de forma espontánea y es de gran importancia para el desarrollo infantil siendo la herramienta más valiosa para el aprendizaje”, afirma Amalia Sacristán, Maestra y Coach Familiar (@amalia.sacristan).
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El juego simbólico
El juego simbólico forma parte del juego de los niños desde sus primeros meses de vida. “Concretamente, el juego simbólico surge de la capacidad mental para pasar continuamente de lo real a lo imaginario, de recrear escenarios e imitar situaciones de la vida real. Es ese juego que convierte un palo en una espada o un montículo de arena en un delicioso pastel”, nos comenta la experta.
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A partir de qué edad es bueno introducirlo
Seguramente verás que tu peque va copiando algunos de tus gestos o actividades diarias como, por ejemplo, puede ser, hacer como que se echa crema en el cuerpo, ponerse a limpiar con un trapo o darse cacao en los labios como mamá.
Todo ello es una forma de representar la vida real para ellos, y está directamente conectado con el juego simbólico. “Podemos identificar que el juego simbólico aparece alrededor de los 2 años, 2 años y medio, dependiendo de la madurez y desarrollo evolutivo de nuestros hijos. Además, este juego, irá evolucionando y ganando complejidad a medida que nuestros hijos vayan creciendo”, explica la educador
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¿Qué aporta al niño?
“Este juego brinda a nuestro hijo la oportunidad de exteriorizar sus sentimientos, experiencias, sensaciones y vivencias. Les permite ensayar situaciones que ven en su día a día entendiendo el mundo que les rodea”, dice la experta.
Y es que será su forma de mirarse en el espejo, de recrear situaciones cotidianas e incluirlas en su vida de forma divertida y lúdica.
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Beneficios del juego simbólico
Pero, además, este tipo de juego les permitirá desarrollar muchas otras actitudes, tal y como nos dice la maestra:
Les permite potenciar su imaginación y creatividad, creando otros mundos y realidades.
Según vayan creciendo, el juego simbólico potenciará el lenguaje.
Ayudará al desarrollo emocional.
Y al aprendizaje de habilidades sociales, tan importantes como la empatía.
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¿Cómo fomentarlo en nuestros hijos?
Para enriquecer este juego y acompañar a nuestros hijos en su aprendizaje, la educadora recomienda: “¡Jugar con ellos!”.
“Jugar con nuestros hijos no solo proporciona infinidad de situaciones de aprendizaje y de conexión familiar, sino que además nos aporta información de cómo se encuentran, qué piensan y qué necesitan”, asegura.
Presta atención a los juguetes que le ofreces
Por otro lado, es muy importante, según asegura la educadora, ofrecer los materiales apropiados que “potencien y maximicen las habilidades, conductas y capacidades que el juego simbólico fomenta. Pero es importante que no dejemos a un lado la imaginación ya que, nuestros hijos no necesitan tener la cocinita más parecida a la realidad, con mil botones y luces, pero sí necesitan un espacio para recrear este juego. Los materiales o juguetes en los que abundan los detalles y las semejanzas con los objetos reales no permiten al niño modificar el objeto mediante su sistema simbólico, así, se ve mermada la oportunidad de estimular su mente, aumentar su percepción, y por ende su imaginación y creatividad”, asegura.
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El secreto está en el equilibrio
Lo mejor, según recomienda la maestra es saber encontrar la armonía y el equilibrio entre todos los juguetes que les compramos. Que, por un lado, sean “materiales estructurados de juego simbólico como marionetas, platos, vasos, etc…y, por otro, que sean de material desestructurado como telas, cajas, piezas sueltas…”, sugiere.
¿Qué tipos de juegos simbólicos son los más comunes?
Si quieres propiciar momentos de juego simbólico en tu hogar y dar rienda suelta a la imaginación de tus hijos, la maestra nos propone 5 ideas clásicas:
Jugar a los médicos y enfermeros: un momento de juego ideal para hablar de cuidados de la salud, cuerpo humano, vacunas y medicinas, privacidad y prevención de abusos sexuales…
Jugar al supermercado: podemos crear una tienda en una esquina de la casa, con una mesa o un estante es suficiente para comenzar a recibir clientes. Podemos aprender sobre alimentación, monedas, ahorro...- Contar historias o cuentos con marionetas: las marionetas nos proporcionan un lugar seguro detrás del personaje, desde donde expresarse libremente por eso se utilizan mucho en procesos terapéuticos., Además refuerzan la adquisición de habilidades lingüísticas, favorece el pensamiento abstracto, la secuenciación, etc.
Jugar a disfrazarse: el disfraz recrea escenarios, roles y rituales con profundos efectos positivos para su desarrollo. Podemos dejarles telas para que inventen, creen o reciclen potenciando su creatividad.
En la era de la tecnología: juguemos a ser periodistas o fotógrafos, ¿qué nos llama la atención de nuestra ciudad? ¡Hagámosle fotos! ¿Qué preguntas haríamos en una entrevista? ¿Cómo podemos conseguir información para dar una noticia?